Obituario
Juan de Dios Román: la irrepetible figura del balonmano español
Fue entrenador, seleccionador, presidente de la Federación, profesor y comentarista. Desarrolló un papel clave en la modernización de este deporte a nivel nacional
Ricardo Uribarri 2/12/2020
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En la historia deportiva de cada país hay personas que resultan fundamentales para que una disciplina se desarrolle y alcance un alto nivel. En el balonmano español, una de ellas ha sido Juan de Dios Román, fallecido hace unos días a los 77 años tras sufrir un derrame cerebral irreversible. A él le gustaba decir que el pionero fue Domingo Bárcenas y que se limitó a seguir sus pasos, pero resulta imposible entender el progreso nacional de esta disciplina en las últimas décadas y los éxitos de la selección sin su contribución en distintas funciones, ya fuera como entrenador de club, seleccionador, profesor, presidente de la Federación o comentarista. En todas esas facetas destacó y dejó un legado que será difícil de igualar en el futuro.
Nacido en 1942 en Mérida, de donde se fue a Madrid para estudiar Magisterio, Filosofía y Letras y Educación Física en la Complutense, muy pronto empezó a desarrollar su pasión por el balonmano. Con apenas 21 años ya entrenaba en el colegio de Nuestra Señora del Recuerdo, donde llevó al equipo juvenil a proclamarse campeón de España en 1970. Es curioso que alguien tan aficionado al balonmano no tuviera una carrera previa como jugador, pero como señala Cecilio Alonso, uno de los más grandes jugadores españoles de la historia y amigo de Juan de Dios, “no valía para eso, tenía las manos y los pies muy pequeños, menos mal que se dio cuenta enseguida y le dio por entrenar”.
Al Magariños, el mítico pabellón donde entrenaban y jugaban los rojiblancos, iban entrenadores de otros deportes a ver sus métodos de trabajo
La relación de Román con Bárcenas empezó en el Instituto Nacional de Educación Física (INEF), donde Domingo (conocido como Txomin) era profesor de balonmano. Se convirtió en su ayudante, tanto en las aulas como en las pistas. Ambos estuvieron dirigiendo a la selección femenina española en su primer partido internacional, en 1967. En 1971, y tras pasar un año en el CAU de Madrid, a Juan de Dios le llegó, con apenas 28 años, la oportunidad de entrenar al Atlético de Madrid. En el club rojiblanco vivió una etapa gloriosa, y consiguió cinco títulos de Liga y cuatro de Copa. En 1985 llegó a disputar la final de Copa de Europa. Fue la primera vez que un equipo español lo lograba, y ese hito congregó a más de 10.000 personas en el Palacio de los Deportes.
Hay un aspecto de aquella época que habla del nivel profesional de Juan de Dios: al Magariños, el mítico pabellón donde entrenaban y jugaban los rojiblancos, “iban entrenadores de otros deportes a ver sus métodos de trabajo, que eran algo que nos llamaba mucho la atención. Había técnicos de baloncesto, de fútbol, de voleibol… La metodología que tenía era espectacular. Era un adelantado a su tiempo”, afirma Cecilio. Uno de los asiduos era Pepu Hernández, que años después sería campeón del mundo con la selección de baloncesto y que ha reconocido que fue su “referencia” y que “deja un gran legado a entrenadores de todos los deportes”. Significativa es también la opinión de otro gran amigo de Juan de Dios, el periodista Luis Miguel López, que explica que “él trajo la modernización al balonmano, haciendo una transición del antiguo al moderno. Le traducían los escritos que llegaban al INEF de entrenadores alemanes, checos o rusos, y sobre eso, estudiaba, analizaba, hacía un autoaprendizaje y lo ponía en práctica en sus equipos. Actualizó tácticas, estrategias y estructuras”.
En 1985, dejó el Atleti para convertirse en seleccionador español, aunque un año antes ya había dirigido de forma provisional al equipo nacional en los Juegos de Los Ángeles. La dimisión de Emilio Alonso, poco antes de la cita olímpica, hizo que la Federación pidiera al Atleti que le cediera al técnico, pero la experiencia no fue del todo fructífera, porque solo se consiguió el octavo puesto. Tras los Juegos de Seúl de 1988, en los que no se pudo pasar de la novena posición, dejó el cargo. En 1990 regresó al Atleti, pero esta segunda etapa apenas duraría dos años, tras la decisión de Jesús Gil de eliminar la sección después de la conversión del club en sociedad anónima.
En 1995, su “padre” deportivo, Txomin Bárcenas, que por entonces era presidente de la Federación, le pidió hacerse cargo de nuevo de la Selección porque al año siguiente se celebraba un Europeo en nuestro país en el que se jugaba una plaza para ir a los Juegos de Atlanta. Y en apenas cuatro años, los que van desde el 96 al 2000, y con Román al mando, España logró nada menos que cinco medallas internacionales, dos platas y un bronce en Europeos y dos bronces en los Juegos de Atlanta y Sidney. “Aquellas medallas tienen un mérito enorme, porque significaron un gran paso adelante”, afirma López.
Tras los Juegos de 2000, Juan de Dios dejó la Selección y empezó una nueva etapa como comentarista de partidos. Ahí comenzó a fraguarse su relación con Luis Miguel, que durante muchos años retransmitió los partidos de balonmano en Televisión Española. “A él siempre le gustó cuidar a los medios de comunicación, quería ayudar a los periodistas a que divulgaran de forma correcta el deporte y no se equivocaran con la terminología. A muchos les llamaba y les corregía cosas que habían dicho o escrito”. En 2002, y ya con 60 años, le ofrecieron dirigir desde el banquillo el ambicioso proyecto del Ciudad Real, con el que, en apenas tres años, logró una Recopa, una Liga, una Copa del Rey, una Supercopa de España y una Copa ASOBAL, llegando en 2005 a la final de la Copa de Europa, que por segunda vez se le escaparía, en este caso ante el Barcelona.
Pero a la relación de Juan de Dios con el balonmano aún le quedaban capítulos por escribir. En 2008 fue elegido presidente de la Federación Española, puesto que ocupó durante cinco años que estuvieron marcados por las dificultades económicas derivadas de la crisis internacional. Pese a ello, se empeñó en sacar adelante el Mundial de 2013, que se celebró en España y que le costó no pocos disgustos. “Yo me acuerdo –explica Cecilio– de que en 2009 fui a la presentación de la candidatura del campeonato en el Consejo Superior de Deportes y se hablaba de un presupuesto que entraba dentro de la lógica, pero cada seis meses se reducía un 15% o un 20%. Se fueron cayendo patrocinadores, hasta que finalmente se hizo con lo justo y pidiendo favores a última hora. Y aún así salió bien, tanto en el aspecto organizativo como en el deportivo con el triunfo de España. Pero fue una experiencia dura para él. No es lo mismo llevar un equipo o dar clases que ser dirigente, ahí hay otros entornos”. Luis Miguel añade que “se lió la manta a la cabeza y se propuso sacar el Mundial como fuera, porque era su ilusión, pero le costó estar noches sin dormir. Creo que ha sido el campeonato con menor presupuesto de la historia. Pero fue el colofón a su carrera”.
Una constante en su vida fue la enseñanza, tanto en la Escuela de Entrenadores como en el INEF. “Él solía decir que era mejor profesor que entrenador, por eso le gustaba dirigir a jugadores jóvenes, porque los moldeaba a su gusto. Ha formado a los mejores entrenadores españoles de la actualidad. Juan de Dios ha influido tanto a nivel nacional como internacional. A su defensa 6:0 se la llamaba la ‘defensa española’ y fue analizada en distintos encuentros de la federación europea e internacional. La obra escrita que deja es maravillosa”, señala López. “El era un pensador, una persona que venía de las humanidades y todo ese trabajo teórico lo trasladaba a la cancha, al entrenamiento. Yo alguna vez fui a ver las clases que daba en el INEF y la verdad es que era tan exigente con los alumnos como con nosotros”.
Ese perfil perfeccionista y riguroso que tenía en todo lo que hacía, de erudito del balonmano, le dotaba de un halo que imponía un poco a los que le veían desde fuera de su círculo más cercano. “Y a los de dentro también – bromea Cecilio–. La verdad es que cuando ya tienes una relación de tiempo, aflojas. No es que fuera un gran psicólogo, pero tenía sus habilidades y el grupo del Atleti estaba bien formado. No éramos malas personas, salíamos juntos, siempre tenías un hombro en el que apoyarte y él sabía dar un paso atrás y nos dejaba que nos liberáramos un poco. Y si había algún problema, ahí estaba para ayudarte”.
Al respecto, Luis Miguel comenta que “Juan de Dios tenía un ego muy fuerte pero también un corazón espectacular. Siendo la figura que era, se relacionaba igual con las altas esferas que con las personas más humildes. Era socialista, pero se ha relacionado con políticos de todas las tendencias y siempre le han recibido y atendido. Algo tendría humanamente para que la ideología no influyera. Yo recuerdo que íbamos de viaje, parábamos a comer en algún sitio y se le acercaba alguien que le pedía un favor. Al cabo del tiempo le preguntaba por aquello y me decía, ‘si, ya le he mandado lo que me pidió’. Se desvivía por complacer a todo el mundo. Él no se veía en un pedestal, pero a veces representaba ese papel de entrenador número uno, el que más sabía de balonmano en este país, y lo hacía para defender su deporte y que se hablara de él. Pero luego, cuando bajaba el telón, era el amigo cordial y maravilloso. Una persona excepcional”.
Los años de relación que han tenido Cecilio y Luis Miguel con Juan de Dios dan para recordar varias anécdotas. El exjugador recuerda que “en Praga, tras superar al Dukla y clasificarnos para la final de la Copa de Europa, cogí un gorrito de ducha que había en la habitación del hotel en plan de broma y me subí al autobús del equipo con él puesto. Te puedes imaginar cómo íbamos ya de cervecitas… Cuando me vio, me echó la bronca, pero mis compañeros hicieron lo mismo y él se quería morir. Yo le decía, Juan, relájate, que acabamos de pasar a la final”. Su afición por el balonmano era tan grande que en cualquier ambiente y circunstancia lo sacaba a relucir, como dice Luis Miguel. “Una vez, estábamos en Santander y, después de cenar, salimos a tomar algo a un bar de copas en el Sardinero. Allí estaba la gente de juerga un sábado por la noche, escuchando música, y de repente coge una servilleta, dibuja triángulos, círculos y flechas y se pone a hablarme del contraataque de la Unión Soviética que iniciaba Karsakievitz (extremo del Dínamo de Kiev). No descansaba nunca”.
En enero de 2019, en el acto en el que recogió uno de los Premios Nacionales del Deporte por su trayectoria deportiva, anunció que tenía cáncer de pulmón. Pero ni la enfermedad, ni una operación para ponerle una prótesis en el fémur, impidieron que siguiera manteniendo su reunión todos los martes para tomar el aperitivo en una cervecería de la calle General Perón de Madrid con Cecilio, Luis Miguel, Fernando San Román y el doctor Concejero. “En estos últimos meses, durante la pandemia, como no podíamos quedar, hacíamos videollamadas y Juan nos ponía deberes. Decía, ‘para el martes que viene vamos a decir los mejores diez porteros de la historia’ y a la siguiente semana eran los diez mejores laterales y así sucesivamente”. López reconoce que echará de menos los mensajes que se intercambiaban durante los partidos. “Cuando ya estaba en el hospital tras sufrir el derrame, jugó el Barcelona contra el Kiel y en el descanso pensé, ‘si Juan estuviera bien, ya me habría mandado alguno’”.
Los dos coinciden en el vacío que deja su marcha en el balonmano español. “Para mí es alguien irrepetible. En los tiempos que corren, con internet, donde todo el mundo puede publicar sus cosas, que una sola persona pueda llegar a tener una influencia tan grande sobre un deporte lo veo imposible. Era un superdotado, con una memoria impresionante y un cerebro maravilloso”, afirma Luis Miguel. “Fue clave en el balonmano del Atlético y en el español –señala Cecilio–. Con cualquiera con el que hables de este deporte te dirá que su legado es grandioso. En el futuro podrá haber otra persona que aporte al balonmano, pero será de otra forma. Igual que él no va a haber, seguro. Fue el alumno aventajado de Bárcenas, pero yo creo que el alumno superó al padre”. Hasta tal punto sentía pasión por el deporte al que dedicó su vida, que la última palabra que dijo antes de morir, según reconoció la familia a Cecilio, fue: “balonmano”.
En la historia deportiva de cada país hay personas que resultan fundamentales para que una disciplina se desarrolle y alcance un alto nivel. En el balonmano español, una de ellas ha sido Juan de Dios Román, fallecido hace unos días a los 77 años tras sufrir un derrame cerebral irreversible. A él le gustaba decir...
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Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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