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Me llamó la atención el número. El general de división en la reserva ese, Francisco Beca, creo que se llama, quiere matar a veintiséis millones de personas. Bueno, no es solo que quiera, es que lo considera una labor urgente e inaplazable. ¿Por qué esa cifra? La gente que de manera inocente comenta esta noticia lo resume diciendo que el general quiere matar a “la mitad de los españoles”, haciendo referencia a aquel famoso vídeo en blanco y negro en el que le preguntaban algo parecido al irrepetible. Pero veintiséis millones no es la mitad de la población española según el Instituto Nacional de Estadística a 1 de enero de 2020, antes de que la pandemia segara unas cuantas decenas de miles de vidas también (salvar el verano, salvar la Navidad…). Veintiséis millones es un 54,93%, casi un 55% de la población. Creo que es un dato importante.
Los ejércitos son empresas de matar gente. Empresas públicas la mayoría de las veces, aunque cada vez menos. No hablan a la ligera, su profesión es matar y planificar bien el trabajo es vital para poder evaluar luego la cuenta de resultados. Si los militares de la XIX promoción han calculado que la población española debe ser reducida a veintiún millones trescientas veintinueve mil novecientas ochenta y una personas es porque han echado cuentas, no creo yo que estén hablando a la ligera. Estamos hablando de unas fuerzas armadas modernas, profesionales, una gente preparada, no un hatajo de chusqueros franquistas con mando en plaza, no. Si esta gente ha determinado que ese es el tamaño ideal de la población del Estado, por algo será. Ya hemos visto su desempeño en el Sahara Occidental, en Sidi Ifni o en Perejil. Gente resolutiva. Por no hablar de la gloriosa gesta nacional en la que tuvieron un papel destacadísimo, implementando tendencias que crearían escuela, como la externalización de las labores de exterminio. Si el ejército no puede cumplir con el objetivo de asesinatos asignado a cada equipo puede recurrir a externalizar el horror a falangistas y mercenarios marroquíes. Eso es un avance en eficacia y reducción de costes y favorece enormemente el rendimiento de la guerra quirúrgica, reduciendo los daños colaterales. O no. Qué más da. Tan tiquismiquis que nos ponemos con los daños colaterales. Si te toca te tocó, y ya está, tanto quejarse.
Lo suyo sería que el Jefe del Estado les recordara cuál es el funcionamiento de un Estado de Derecho, de dónde emana la legitimidad de los cargos electos y la soberanía
Sería injusto pasar por alto la apuesta que estos representantes de nuestras fuerzas armadas hacen por el trato personalizado a la ciudadanía a la que van a ofrecer sus servicios en tanto que profesionales del asesinato. Nada de soluciones fáciles y expeditivas, nada de explosivos, nada de armas químicas o biológicas que dejan una huella en el medio ambiente difícilmente reparable, hacen alusión explícita a “veintiséis millones de balas”, de donde se deduce que la atención va a ser directa, aunque no se especifica si con cita previa, con asistencia domiciliaria o de qué manera. I+D+i. Una bala vulgar, de las más usadas, del calibre 9mm Parabellum, pesa ocho gramos. Veintiséis millones de balas supondrían poco más de doscientas toneladas de residuos, que además serían residuos sólidos reciclables, sin ningún vertido de gases de efecto invernadero a la atmósfera, más allá del desdeñable humito que sale cuando disparas, el famoso smoking gun que tan bien queda luego en los cortes para televisión.
Claro que de estos proyectos tan ambiciosos hay que informar siempre a la superioridad. Y la superioridad en el Estado español, cuando del ejército se trata, es el Jefe Supremo de los Ejércitos, o como se llame el cargo, que coincide en la persona de Felipe de Borbón, que anda que ya es mala pata que le pille de cuarentena por una PCR mal dada. Pues se han animado los señores y le han escrito una carta a Felipe de Borbón en la que expresan su “profunda preocupación” por el Gobierno actual y por la “situación de deterioro en la que se encuentra nuestra Nación (sic)” y le muestran su “más sincero apoyo” y “total lealtad”.
Lo suyo sería que el Jefe del Estado les recordara cuál es el funcionamiento de un Estado de Derecho, de dónde emana la legitimidad de los cargos electos y la soberanía, ya puestos, y les mandara de forma elegante a disfrutar de su situación de retiro, o reserva, o la que sea que tengan.
Eso esperamos como mínimo veintiséis millones de personas.
Me llamó la atención el número. El general de división en la reserva ese, Francisco Beca, creo que se llama, quiere matar a veintiséis millones de personas. Bueno, no es solo que quiera, es que lo considera una labor urgente e inaplazable. ¿Por qué esa cifra? La gente que de manera inocente comenta esta noticia...
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Alicia Ramos
Alicia Ramos (Canarias, 1969) es una cantautora de carácter eminentemente político. Tras Ganas de quemar cosas acaba de editar 'Lumpenprekariat'. Su propuesta es bastante ácida, directa y demoledora, pero la gente lo interpreta como humor y se ríe mucho. Todavía no ha tenido ningún problema con la Audiencia Nacional ni con la Asociación Española de Abogados Cristianos. Todo bien.
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