Otra vida era posible
Cultura, deporte y feminidad: el legado del Club Femení i d’Esports
En la Barcelona de la preguerra civil, la institución se convirtió en la primera entidad deportiva y cultural femenina de España. Llegó a tener 3.000 afiliadas, que encontraron un lugar donde formarse
Ricardo Uribarri 15/01/2021
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Jugadoras de fútbol del Club Femení i d’Esports.
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En las primeras décadas del siglo XX, el papel que debía tener la mujer en España para un amplio sector de la sociedad era el de casarse, ser una buena esposa y cuidar de los hijos. Su horizonte laboral era limitado. Frente a ese pensamiento se rebelaron las que querían formarse, ser independientes y labrarse un futuro sin tener que depender de un hombre. Algunas de ellas fueron Enriqueta Séculi y Teresa y Josefina Torrens, que en octubre de 1928 pusieron en marcha el Club Femení i d´Esports de Barcelona, la primera entidad deportiva y cultural sólo para mujeres que hubo en todo el país. La importante labor que hicieron merece la pena ser rescatada del desconocimiento y del olvido.
Proporcionar a las mujeres un espacio de ocio donde pudieran formarse, tanto a nivel físico como intelectual. Con ese espíritu, que le llevó a romper los moldes establecidos en plena dictadura de Primo de Rivera y a convertirse en pocos años en un ejemplo de modernidad, nació en la calle Llibreteria de la Ciudad Condal el Club Femenino de Deportes, como se denominó inicialmente, una entidad impulsada por una maestra, Séculi, que desempeñó labores de secretaria, y las hermanas Torrens, Teresa, la mayor, que trabajaba en la sección de delineantes de la Telefónica y que fue la primera presidenta, y Josefina, una destacada nadadora que realizó funciones de entrenadora. Su creación fue la consecuencia del creciente interés de las mujeres españolas por el deporte, en línea con lo que estaba pasando en Europa, desde una doble perspectiva: las que lo entendían como una forma de mejorar su salud y tener una maternidad sana y las que veían en él una manera para situarse socialmente y sentirse más liberadas en relación al machismo de la época. La mayor divulgación en la prensa de los beneficios de hacer deporte, especialmente en las revistas de contenido social y en los medios progresistas, también contribuyó a ello.
Una de las características del club era su vocación popular. Intentó poner el deporte y la cultura al alcance de las mujeres de clase media y baja, y para ello se estableció en un inicio que no hubiera que pagar ningún derecho de entrada y que la cuota mensual fuera de una peseta, a pesar de las carencias económicas que eso suponía. De esa manera llegó a alcanzar en 1933 las casi 3.000 afiliadas. Aunque su filosofía se basaba en políticas progresistas, evitó tener una única ideología política, y facilitó así que acudieran mujeres de pensamientos diferentes. La asociación ofrecía la posibilidad de practicar numerosas disciplinas, como natación, gimnasia, atletismo, esgrima, tenis, baloncesto, patinaje, excursionismo o hockey. Representando al club destacaron deportistas como María Aumacellas, Mercè Bassols, Ivonne Lepage, Raimunda Laurent y Aurora Trigo en natación; Rosa Castelltort en atletismo, tenis y baloncesto; Montserrat Guasch en atletismo, María Morros en atletismo y baloncesto, y Carmen Vinyals en motociclismo. El club organizó el primer Campeonato de Cataluña de atletismo femenino, en septiembre de 1931, que se celebró en el estadio de Montjuich y que sirvió de selección para el primer Campeonato de España, que se disputó un mes más tarde en Madrid, y en el cual, las hermanas Castelltort, Rosa y Dolores, fueron fundamentales para que Cataluña ganara a Madrid.
La labor de esta entidad, junto a la de otras instituciones de carácter popular, ayudaron a que el analfabetismo en Barcelona pasara del 75% en 1900 al 30% en 1930
Aunque el deporte tenía mucha importancia en su actividad, no constituía el único fin de la entidad. Su lema fue “Feminidad, Deporte, Cultura”, por lo que buscó desde el principio hermanar el cultivo del cuerpo con el del espíritu. Por eso, poco más de un año después de su fundación, en enero de 1930, se decidió añadir la “i” en su denominación, pasando a ser su nombre el de Club Femeni i d´Esports de Barcelona, buscando resaltar su faceta educativa y de formación. A ello favoreció también la llegada en 1931 a su junta directiva de las escritoras Anna Muriá i Romaní y María Teresa Vernet. A partir de entonces se impulsaron iniciativas como cursos, ciclos de conferencias, un servicio de biblioteca, un concurso literario, charlas de orientación en las lecturas y la aparición de temas sociales y culturales en una revista, Portant Veu, que se empezó a publicar en 1930 y cuya dirección corrió a cargo de Muriá y Romaní, que también sucedería a Séculi como secretaria de la entidad. El club se organizó en cinco comisiones: Cultura y educación; Deportes; Turismo y excursionismo; Actuación social, propaganda y fiestas; y Educación física, sanidad e higiene. Asimismo, se creó una sección infantil llamada “Los gamos”. El escudo elegido para representar al club fue la Victoria de Samotracia, símbolo de la victoria en la mitología griega.
Tras su primera sede se trasladaron a otra en la calle Paso de la Enseñanza y, finalmente, el 25 de octubre de 1932, coincidiendo con el cuarto aniversario de la entidad y con la presencia del alcalde de Barcelona, Jaume Aiguader, y del que apenas dos meses después se convirtió en presidente de la Generalitat, Francesc Maciá, inauguraron unas instalaciones más grandes con piscina en la Plaza de España, donde arranca la calle Creu Coberta, ubicadas en uno de los hoteles que se construyeron para la Exposición Internacional de 1929 y que les cedió el consistorio. Hay quien piensa que algún resto del recinto puede quedar todavía bajo el subsuelo de la zona.
Iniciativas como la del Femení encontraron el rechazo de personas que se oponían a la emancipación femenina. Un ejemplo fue el del periodista Pere Mialet, que escribió un artículo contra las mujeres deportistas. Una de las componentes ilustres del club, la poetisa, activista y periodista Ana María Martínez Sagi, le respondió con una carta abierta el 9 de noviembre de 1931 en el semanario La Rambla en la que afirmó: “¿Le parece que nos exhibimos demasiado? ¿Qué nos prodigamos de modo alarmante en fotografías? ¿Le estremece vernos con unos pantaloncitos cortos y las piernas desnudas? ¿Cree que es el récord y el retrato lo que nos interesa únicamente del deporte y ninguna otra cosa más…?”. Sagi le pedía que se pasará por la sede del club para que comprobase que “las chicas no hacemos deporte por afán exhibicionista ni por la ilusión de llevar unos pantaloncitos cortos…; además de hacer atletismo, jugamos al tenis, y al baloncesto, y nadamos…, y practicamos nuestra buena gimnasia, y ensayamos danzas clásicas, y leemos a Tolstoi, y pronunciamos y asistimos a conferencias, y nos interesa enormemente toda cuestión política y social”. En el escrito también señalaba que “sabrá entonces que estas deportistas que merecen su desprecio, porque pierden miserablemente el tiempo, se levantan a las cinco de la mañana para poder hacer ejercicio y disfrutar de unas horas de expansión al aire libre y, al mismo tiempo, para no llegar tarde al despacho, la oficina o el taller…”. La conclusión que hacía Sagi era que “es lógico que, para ciertos espíritus retrógrados y mezquinos, esta igualdad resulte francamente peligrosa”.
La misma protagonista impartió pocos días antes una conferencia en el Lyceum Club de Madrid, como señala Jorge García en su libro El origen del deporte femenino en España, donde hizo una significativa semblanza de lo que era el Club Femení i d’Esport: “No es uno de esos clubs femeninos donde las señoras se reúnen a hablar mal de las amigas y a analizar la licenciosa vida de los maridos, de las amigas o de la conducta insufrible de las criadas, ni es uno de esos clubs deportivos donde van las muchachas a jugar al tenis con Pablito y con Pedrito, o a meterse en una canoa con un precioso traje de marinero de la escuadra inglesa, y a flirtear, y a bailar y a beber cocktails. A nosotras nos preocupan la muchacha de la clase media y la chica obrera: encerrada la primera ocho o diez horas en la oficina: la segunda obligada a un trabajo duro y agotador en la fábrica o en el taller, en una atmósfera malsana. Nos preocupan estas muchachas que trabajan, que producen y que arriesgan sin posibilidad de restaurar sus energías, de divertirse con algo que efectivamente las distraiga y al mismo tiempo les reporte un beneficio eficaz”.
La labor de esta entidad, junto a la de otras instituciones de carácter popular, ayudaron, según María Neus Real Mercadal, autora del libro El Club Femení i d’Esports. Plataforma d’ Acció Cultural, a que la tasa de analfabetismo de Barcelona pasara del 75% en 1900 al 30% en 1930. Su colaboración en la organización de las Olimpiadas Populares de Barcelona, organizada como protesta por la celebración de los Juegos Olímpicos de Berlín, durante el mandato de Hitler, fue la última iniciativa del club. Un día antes de cuando estaba previsto que empezara el evento en la capital catalana, el 19 de julio de 1936, se produjo el levantamiento militar que dio origen a la guerra civil española. Hasta ahí llegó la historia del club. Enriqueta Séculi, que también participó en 1931 de la fundación de otra entidad emblemática barcelonesa, como fue el Lyceum Club, emigró a Colombia en 1937, donde siguió desarrollando su tarea educativa. Su ciudad natal le dedicó, después de su muerte, en 1976, unos jardines en el distrito del Eixample que llevan su nombre. Las hermanas Torrens siguieron viviendo en Barcelona hasta su fallecimiento. La llegada de la dictadura en 1939 truncó la importante obra que realizaron. Pero durante unos años sirvió para hacer ver a muchas mujeres que otra vida era posible.
En las primeras décadas del siglo XX, el papel que debía tener la mujer en España para un amplio sector de la sociedad era el de casarse, ser una buena esposa y cuidar de los hijos. Su horizonte laboral era limitado. Frente a ese pensamiento se rebelaron las que querían formarse, ser independientes y labrarse un...
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Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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