Michel Franco / Director de Nuevo Orden
“Me pregunto cómo las cosas no revientan, cómo seguimos andando en este orden tan injusto”
Jesús Cuéllar Menezo 18/03/2021
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En Nuevo orden, el cineasta mexicano Michel Franco imagina (o quizá vaticina) un sangriento levantamiento popular de resultados impredecibles en su país. La película ganó el Gran Premio del Jurado del pasado festival de Venecia y viene precedida por la agria polémica que, desde antes de su estreno, desató en México. En su país de origen, unos han calificado la película de “ingenua”, algunos afirman que adolece de una “visión muy poco comprometida con la problemática nacional, y otros piensan que se ha creado “desde el miedo” y que lanza un “mensaje conservador”. El propio autor atizó aún más la polémica al replicar a quienes le acusaban de racista: “Por ahí decían whitexican, alguien que acusa de racismo y está creando esos términos está siendo profundamente racista”.
Antes de aventurarse a concebir la virulenta distopía de Nuevo orden, con descarnadas imágenes de torturas que podrían ser de anteriores dictaduras latinoamericanas y un retrato inclemente de la obscena riqueza en la que viven las clases altas de México, el cine de Michel Franco había transitado por terrenos distintos, aunque no menos arriesgados. En sus películas con más repercusión internacional –Después de Lucía (2012), El último paciente (2015) y Las hijas de Abril (2017)–, abordaba temas delicados y socialmente relevantes como el acoso escolar, los cuidados a enfermos terminales o los retos de la maternidad en todas las edades, a través de personajes mayormente blancos, de clase media-alta, que en determinadas circunstancias podían mostrar rasgos profundamente violentos y turbadores, que recuerdan a los personajes del austriaco Michael Haneke, con el que frecuentemente se le ha comparado. El cine de Franco lleva al espectador al límite de lo emocional y socialmente permisible, suscitándole deseos a veces censurables, para después mostrarle las consecuencias que tienen esos excesos.
Conversamos con Michel Franco por teléfono, no por el preceptivo zoom de estos tiempos, tres semanas después de que su última película se estrenara en España y cuando el director se halla inmerso en la edición de su siguiente filme.
Después de ver Nuevo orden, que me ha impactado mucho, y de ver películas anteriores suyas, como Después de Lucía y Las hijas Abril, que eran tan intimistas, me ha sorprendido que se lanzara de lleno a una obra como esta, que habla de conflictos colectivos y de clase. ¿Qué motivó ese cambio tan radical?
Quería hacer una película que hablara de todo esto, pero en esa escala, y entonces más que la ambición de hacer una película grande, iba de la mano con la intención de explorar cómo sería ese día en que un país explota en caos y violencia. Pues no había vuelta de hoja, para hacerlo tenía que enfrentarme a hacer una película así con 3.000 extras y efectos visuales, y con muchas cosas que no fue fácil resolver, porque no teníamos un presupuesto como el que parece que la película tiene.
¿Pero hubo algún detonante o fue algo que vivió en México o en el mundo lo que de repente le lanzó a este tipo de cine?
Bueno, creo que es algo que me preocupa desde niño. Casi que siempre me he preguntado cómo es que las cosas no revientan, cómo es que seguimos andando en este orden tan injusto. Siempre he pensado que el statu quo es insostenible, y entonces me hubiera gustado hacer esta película antes, pero estoy convencido de que no lo habría logrado, sin la experiencia al menos de las cinco que dirigí antes y de las otras que produje.
Una cosa que también me sorprendió es el enfoque. Me ha parecido que Nuevo orden es pura provocación, más incluso que otras películas suyas anteriores, y con unos personajes quizá un poco más esquemáticos, que le interesa más la acción que los personajes. Tuve la sensación de que pretendía impactar mucho al espectador, remitiéndole a la época nazi desde el propio título de la película o a dictaduras latinoamericanas o de otros sitios. ¿Tenía esa intención?
No exactamente. Entiendo por qué lo dices, pero no exactamente. Hay algo de cierto en que mi interés no estaba en el desarrollo de personajes del mismo modo que en mis películas anteriores. Me interesa... diría que el personaje es el país, que es el conflicto a gran escala. Y había que tener muchos puntos de vista principales, dándole voz a la mayor cantidad de sectores que te permite una película de menos de hora y media. Me interesaba más el conflicto a gran escala que la exploración personal. Porque creo que cuando estamos equivocándonos a nivel colectivo hay que explorar las posibles consecuencias a nivel grande.
Nuevo orden en concreto, pero también otras películas suyas anteriores, transmiten mucho pesimismo. Como se dice por aquí, no deja títere con cabeza, no salen bien parados ni los ricos ni los pobres, ni nadie, y la gente actúa con una especie de sentido de la justicia muy retorcido, que es venganza realmente. ¿Es algo deliberado, inevitable?
La película juega con la distopía, y entonces lleva todo a las últimas y peores consecuencias
No, tiene que ver con que la película es una especie... es una manera de observar el límite, el extremo al que no debemos llegar, y en ese sentido hay que mostrar el peor lado de todos estos sectores, que tampoco es difícil de encontrar, se ve en la cotidianidad. Por eso Marian se comporta de otra manera, y Christian, y Marta, pero la película juega con la distopía, y entonces lleva todo a las últimas y peores consecuencias.
Es verdad que hay mucho de distopía en Nuevo orden, pero por otra parte uno se imagina que hay mucha gente, en México y otros países, que vive en una especie de distopía permanente, y a mí me ha parecido que usted de alguna forma trasmitía que a los pobres tampoco les sirve de nada la violencia y que no van a salir nunca de su situación aunque se rebelen violentamente...
Esa podría ser la conclusión de alguien que quiera buscar un mensaje en mi película. Pero esa nunca es mi intención. La película tiene bastantes contrapuntos y no hay una tesis tan fácil de digerir. Yo creo que la violencia siempre va a traer más violencia. Pero también entiendo que las revoluciones así son. Simplemente creo que sería exigirle mucho a una película, exigirle todas esas respuestas.
Todo el mundo relaciona su cine con Haneke. Pero ahora me gustaría preguntarle por la relación de Nuevo orden con el cine de género, sobre todo con el cine de terror, porque a veces la película me ha recordado más a La noche de los muertos vivientes, a películas de zombis, aunque tiene una lectura mucho más explícitamente política que esas películas. ¿Cree que tiene alguna influencia de ese tipo de cine?
No realmente, o no de manera directa. Tal vez haya algún guiño. Pero no es algo que buscaba especialmente... Sabía que iba a jugar con los géneros, que es algo interesante, pero nunca quise tomarlo demasiado en serio.
Al ver la película me sorprendieron algunos elementos “pandémicos”, no sólo el toque de queda, que es una medida muy antigua en muchas situaciones, sino ese momento en el que se desinfecta a los empleados domésticos cuando van en el autobús a trabajar. ¿Cree que la pandemia puede favorecer situaciones tan extremas como las que describe la película?
Creo que la polarización está cada vez más acentuada, y me parece que los que estaban mal van a estar peor. No es pesimismo, es hablar de las cosas por su nombre. Las consecuencias de esta pandemia van a ser terribles. En lo económico y en lo social.
Hace unos días el FMI publicaba dos artículos en los que se preveía el aumento de las protestas en el mundo en los próximos años. Quería preguntarle, si, ciñéndonos al contexto mexicano, y al cine mexicano de los últimos tiempos, ve alguna relación, en cuanto al interés en las cuestiones sociales y los conflictos que se dan en su país, con películas como La Camarista (2018, de Lila Avilés), El ombligo de Guie’dani (2018, de Xavi Sala) o incluso Roma (2018) de Alfonso Cuarón. ¿Ve alguna relación con estas obras o su película parte de presupuestos completamente distintos?
Creo que un país con 60 millones de pobres y con una clase media que cada vez es menor, y con tantos problemas, merece una cinematografía que atienda estos temas, y entonces todos los que estamos preocupados por el día a día vamos a hacer películas que desde diferentes puntos de vista e historia abordan esta realidad que es insostenible.
Pero, ¿no cree que haya un componente, podríamos decir, de forma laxa, generacional, que lleve a una mayor voluntad de tratar problemas como la desigualdad, la corrupción y la situación general de México...?
No, porque ya lo hacía Ripstein, y Buñuel lo hacía antes. Esa es la realidad de mi país, desgraciadamente.
Para terminar, quería preguntarle por sus próximos proyectos, qué cosas está pensando hacer ahora y si le está afectando la pandemia en la forma de pensar esos proyectos y en cómo llevarlos a cabo.
No, por suerte rodé una película antes de la pandemia, otra película, de la que no me gustaría hablar mucho, es muy pronto, pero la terminé de rodar en marzo del año pasado. Entonces he estado ocupado con la edición. Por suerte la pandemia no me afectó en términos creativos.
¿Y cuándo se estrenará esta película?
Es muy incierto todavía.
¿Habrá un cambio, un giro de tuerca en esta película? ¿Es más parecida a las anteriores, o más parecida a Nuevo orden?
No sé, ya me dirás cuando la veas (risas).
Muchas gracias. Le deseo mucha suerte y que no haya tantas polémicas como las que ha habido en México con Nuevo orden, que entiendo que han debido de ser un poco incómodas para usted en algún momento.
La polémica es bienvenida. Me parece muy interesante y comprueba lo relevante que es la película. Entonces, me atrevería casi a decir que la disfruto.
En Nuevo orden, el cineasta mexicano Michel Franco imagina (o quizá vaticina) un sangriento levantamiento popular de resultados impredecibles en su país. La película ganó el Gran Premio del Jurado del pasado festival de Venecia y viene precedida por la agria polémica que, desde antes de su estreno,...
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