¡SEÑORÍAS, PAR FAVAR!
Pablo, trae los Manolitos
Antes de la fiesta de despedida, el líder de UP quiere dejar cerrada la ley de vivienda de cara al 4 de mayo. Pero no parece que Ábalos esté dispuesto a ponérselo fácil
Marina Lobo 17/03/2021
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Hace frío y viento en Madrid. ¿Y a nosotros qué nos importa?, se estarán preguntando desde su casa en Sevilla, León o en Caravaca de la Cruz (Murcia). Pues bienvenid@s, porque, aunque no ha nevado, todo vuelve a ser Madrid.
En el Partido Popular están nerviosos. En varias ocasiones hemos hablado aquí del comportamiento de l@s diputad@s en general y de los populares en particular; siempre soltando comentarios inoportunos, abucheos, risas o haciendo gestos desde sus escaños mientras habla alguno de sus adversarios políticos, que cada vez son más numerosos. Pero ahora el ruido se ha vuelto constante, como cuando llevas mucho tiempo con el aire acondicionado encendido y llega un momento en el que ni siquiera te das cuenta de que suena, hasta que lo apagas y recuerdas lo apacible que es el silencio.
Ni el líder de UP ni Íñigo Errejón han intercambiado palabras con los periodistas directamente (al menos hoy), pero aún es pronto para decir si es una tregua
El summum ha llegado tras la intervención de Íñigo Errejón que, aun pudiendo hacerlo, no se ha puesto en modo campaña electoral, sino que ha hablado de un tema que ya ha llevado en otras ocasiones a la Cámara y que es la trágica seña de identidad de las últimas generaciones: la salud mental y la dificultad para acceder a ella a través de la sanidad pública. Probablemente, ya lo habrán visto/oído: al terminar de hablar de las enfermedades mentales, de reivindicar ayuda y de recordar que en nuestro país se suicidan diez personas al día, un diputado ha gritado: “¡Vete al médico!”. Desde la tribuna de prensa se sabe perfectamente que el grito ha venido de la bancada del PP –el hemiciclo tiene una acústica que ni el Palacio Vistalegre– , pero nadie se aventuraba a señalar a alguien (menos aún con la impunidad que dan las mascarillas), hasta que él mismo ha confesado y pedido perdón. Era Carmelo Romero, parlamentario del PP por Huelva, un diputado que ha protagonizado varias polémicas y que suele ser de esos que se dedican a entorpecer las intervenciones de otros.
Antes de ese momento lamentable, la campaña electoral ya se había infiltrado entre los sillones rojos del Congreso y el “tema Iglesias” lo ha empañado todo. “Ay, qué poco nos ha durado”, comenzaba Teodoro García Egea a dirigirse a Iglesias, arropado por las risas de sus compañeros de partido. El actual líder de Unidas Podemos ha mostrado su faceta más ruda y le ha acusado del transfuguismo en Murcia. “¿Cómo ha conseguido la pasta, la ha puesto usted o se la han dejado los constructores?”, le ha preguntado al portavoz del PP mientras otro diputado popular gritaba “¡De Venezuela no!”. Se intuye que el as de este país latinoamericano va a ser el argumento estrella (otra vez) de la campaña madrileña del PP. Sentada a la derecha de Iglesias, Carmen Calvo se ha reído muchísimo con la pregunta de su todavía compañero de Gobierno, incluso se han mirado entre ellos asintiendo. Ahora se llevan bien, ella misma lo ha dicho delante de varios periodistas cuando le han preguntado. “¿Más tranquila ahora que se va Iglesias del Gobierno?”. “Yo siempre he estado tranquila”, nos ha respondido como si acabáramos de llegar al Congreso y no hubiéramos estado ahí cuando se lanzaban puyas y batallaban en sus guerras internas.
Normalmente, cuando sabes que alguien va a salir de tu día a día, te embarga una especie de nostalgia repentina. En cuanto pones distancia, te vas quedando solo con los momentos positivos, incluso tiendes a idealizar algunos aspectos del pasado que, en su momento, no te parecían buenos. Hay una explicación científica, lo llaman “memoria de pantalla”, y no es una recreación del pasado objetiva, sino una combinación de recuerdos en los que, al unirlos, se han filtrado todas las emociones negativas. Es decir, que cuando un compañero de trabajo al que no soportas porque te llama “jefa” cada vez que se dirige a ti se va y lleva una caja de Manolitos –unos croissants mini que deben llevar como 100.000 kg de mantequilla cada uno y que están de moda porque los hay de varios sabores y los meten en una caja monísima– el último día de trabajo, al poco tiempo solo te acordarás de los Manolitos. Puede que haya ayudado que Iglesias no pusiera obstáculos cuando se decidió que Yolanda Díaz se quedaría con la vicepresidencia tercera y no con la segunda. “No ha habido resistencia”, nos ha dicho Calvo antes de irse. Por ninguna de las dos partes. La vicepresidenta ha tildado el movimiento de Iglesias y todo lo que le ha rodeado como “razonable y normal”.
Tanto Aizpurua como Aitor Esteban han insistido al Gobierno para que se desclasifique todo lo que rodea a la muerte de Mikel Zabalza en 1985
Antes de la fiesta de despedida –que no sabemos si tendrá lugar– el líder de UP quiere dejar cerrado el tema de la ley de vivienda de cara al 4 de mayo, según han confirmado fuentes cercanas a Iglesias. Sin embargo, no parece que Ábalos esté dispuesto a ponérselo fácil y, de momento, ha rechazado el control de precios en los alquileres, según ha adelantado la Cadena Ser. Ni el líder de UP ni Íñigo Errejón han intercambiado palabras con los periodistas directamente (al menos hoy), pero aún es pronto para decir si es una tregua o si están esperando a que se perfile un poco más el nuevo tablero político madrileño.
Ha habido otros temas importantes que se han tratado en la Cámara, pero que han pasado inadvertidos en los medios de comunicación. Los parlamentarios son conscientes de que es un momento complicado para que se hable de otra cosa que no sea Madrid. “No hace falta ser Chomsky para ver que con unas elecciones en Madrid no van a hacer nada”, nos ha dicho Gabriel Rufián a la salida del Congreso sobre retomar las negociaciones entre el Gobierno central y Cataluña. También lo saben en Bildu. Mertxe Aizpurua no critica el movimiento de Iglesias pero sí reconoce que “ha movido un poco el foco”. Durante la sesión, tanto Aizpurua como Aitor Esteban (PNV) han insistido al Gobierno para que se desclasifique todo lo que rodea a la muerte de Mikel Zabalza en 1985. La diputada de Bildu ha trasladado el “absoluto respeto” de su partido por el dolor de todas las víctimas, “también las derivadas de las consecuencias de ETA”, ante un Marlaska que sigue respondiendo impasible “dejémoslo a los poderes a los que les corresponde valorar”.
Mientras esperábamos en el patio del Congreso, por si aparecía la estrella del momento, una compañera periodista ha dicho “estos nuevos políticos son mucho peores, prefería los de antes”. El comentario primero me ha hecho reír, después me ha hecho sentir joven y, al final, triste por serlo y por haberme perdido intervenciones en el Congreso de Aznar y de Felipe González (mi madre siempre dice que tenía su carpeta forrada con fotos de González cuando era joven, yo en imágenes no le veo tan guapo) o a Esperanza Aguirre cuando era ministra de Educación y Cultura, que seguro que era todo un espectáculo. La nostalgia está presente en todas las etapas de nuestra vida, pero ahora más que nunca. Añoramos las comidas familiares cuando antes poníamos excusas para no coincidir con el primo pesado, cumpleaños de amigas a las que ves una vez al año, incluso rechazábamos fiestas porque ese fin de semana preferíamos quedarnos en casa haciendo plan de “peli y mantita” en lugar de perrear en un pub diminuto por diez euros la entrada. Por añorar, a veces hasta añoramos las peleas con la gente del trabajo –y, sobre todo, los Manolitos de reconciliación–.
Hace frío y viento en Madrid. ¿Y a nosotros qué nos importa?, se estarán preguntando desde su casa en Sevilla, León o en Caravaca de la Cruz (Murcia). Pues bienvenid@s, porque, aunque no ha nevado, todo vuelve a ser Madrid.
En el Partido Popular están nerviosos. En varias ocasiones
Autora >
Marina Lobo
Periodista, aunque en mi casa siempre me han dicho que soy un poco payasina. Soy de León, escucho trap y dicen que soy guapa para no ser votante de Ciudadanos.
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