Tecetipos
El colmillo y la ilusión
La llegada con halo de salvador de Pablo Iglesias y la respuesta de Mónica García resumen a la perfección todo lo que la izquierda no debería hacer si de verdad su objetivo es frenar la llegada de la ultraderecha a Madrid
Gerardo Tecé 21/03/2021
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Fascismo.
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El pasado mes de octubre, Pablo Casado daba el enésimo volantazo tratando de evitar que el partido que había heredado dos años atrás se estrellase contra el muro de la irrelevancia política. Era la moción de censura presentada por Santiago Abascal contra Pedro Sánchez. Casado, víctima real de la encerrona, se revolvía al fin contra el matonismo de la ultraderecha. Lo hacía, por primera vez, con cierta contundencia: “Señor Abascal, no le gustamos. Perfecto. Usted a nosotros tampoco nos gusta. Representan ustedes un problema para España. Nosotros no somos como ustedes, porque no queremos ser como ustedes”, daba un puñetazo sobre la tribuna del Congreso en lo que parecía una liberación del secuestro, una nueva vida sin bullying en la que apostaría por el centroderecha. Cinco meses después, tras el terremoto político de las últimas semanas, el paisaje que queda es el del presidente de Murcia, Fernando López Miras, regalándole a la ultraderecha la consejería de Educación, y Díaz Ayuso encarando unas elecciones en Madrid con la vista puesta en un gobierno de coalición junto a Vox. De los cinco gobiernos autonómicos en manos del PP, han sido precisamente los dos únicos presidentes afines a Pablo Casado quienes han ignorado el rumbo marcado por el jefe unos meses atrás, lanzándose sin disimulo en brazos de la ultraderecha. De nuevo, le toca a Casado tirar a la basura su enésima estrategia, bailar al ritmo que le marquen las circunstancias, su falta de liderazgo y los tuits incendiarios de Díaz Ayuso. Unos tuits de los que el supuesto líder del primer partido de la oposición hace nuevo rumbo político nacional cada vez que refresca Twitter. No le queda otra. La batalla de la derecha consiste en, como sea, acabar el día con vida.
En las manadas de lobos, los liderazgos no se deciden con la razón, ni con la autoridad moral, sino con la fuerza del colmillo. El PP de Murcia sale vencedor moral entre los suyos gracias a la compra de tres tránsfugas de Ciudadanos y otros tantos de Vox. Al recital de cacicadas, compra de voluntades y primera entrada del fascismo a un Gobierno desde el franquismo Teodoro García Egea lo ha llamado “ilusionante reunificación del centroderecha”. A la sequía murciana se le une ahora el mear y no echar gota. Mientras la presidenta madrileña presume en televisión de estar del lado bueno de la historia cuando la llaman fascista, en plena preparación de un nuevo gobierno junto a los ídem, Ignacio Aguado, fiel escudero de las mil ocurrencias de Ayuso, es presentado, sin pruebas, como traidor ante la manada. Su condena es el destierro vía encuestas publicadas en medios afines al PP. Lo siento, sólo son negocios, que dirían los Corleone. Si tras esta sangría cae definitivamente Ciudadanos, la siguiente víctima será Casado. Madrid no es España, por mucho que Ayuso repita el lema. En España, ni hoy ni en 2023, salen las cuentas ni los apoyos parlamentarios para hacer presidente a alguien que va de la mano de la ultraderecha. Si Casado no existiera, Pedro Sánchez le encargaría a Iván Redondo que lo fabricase.
Si el votante de derechas se moviliza por el sencillo estímulo del colmillo más fuerte, en la espléndida izquierda la cosa requiere de un complicadísimo encaje de bolillos llamado ilusión para lograr que el respetable vaya a votar. O infantilismo, como lo llama con acierto José Mujica. La campaña de Madrid para frenar la llegada del fascismo al Gobierno autonómico ha empezado como era de esperar: mal. No por el fracaso de la lista conjunta entre Podemos y Más Madrid, cosa previsible cuando alguien aterriza repartiendo tareas, aún subido al paracaídas –Gabilondo, tú el voto de centro, Mónica, tú de número dos después de unas primarias en las que votará mi gente– sino por la puesta en escena del desencuentro. “Madrid no es Netflix”. Si Mónica García quería lograr portadas y minutos de tertulia en esos espacios que compran cualquier ataque contra Iglesias, eligió el lema ideal. La llegada con halo de salvador de Pablo Iglesias y la respuesta de Mónica García resumen a la perfección todo lo que la izquierda no debería hacer si de verdad su objetivo es frenar la llegada de la ultraderecha a Madrid. Quizá ellos tengan medios materiales para sobrevivir unos años con un Gobierno del que forme parte Vox. Muchos de sus votantes no se lo pueden permitir.
El pasado mes de octubre, Pablo Casado daba el enésimo volantazo tratando de evitar que el partido que había heredado dos años atrás se estrellase contra el muro de la irrelevancia política. Era la moción de censura presentada por Santiago Abascal contra Pedro Sánchez. Casado, víctima real de la...
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Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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