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La historia se explica en Éxodo 19 y en Deuteronomio 6. En el Éxodo es el presente, ocurre por primera vez, y en el Deuteronomio, tal vez la versión más antigua, es un recuerdo, una reformulación del propio Moisés. En ambos puntos, en todo caso, se explica el primer contacto o aparición de Dios ante su pueblo. Lo hace al tercer mes de la salida de Egipto, frente al monte Sinaí. La forma elegida son truenos y relámpagos, fuego, humo, una nube densa y negra y el sonido, que no cesa de aumentar, de un cuerno. Sobre todo ello Dios superpone su voz, que explica los primeros 10 artículos de su ley. Solo los entiende Moisés. El resto asiste aterrado. “Habla tú con nosotros, y nosotros te escucharemos, pero que no nos hable Dios, no sea que muramos”, le dicen a Moisés. Y, en efecto, Moisés va hacia la nube, el cuerno, el humo y el fuego y prosigue escuchando. Escucha el resto de la ley. Primero, una prohibición de hacer ídolos de plata o de oro, luego instrucciones para construir un altar, después instrucciones para comprar un esclavo hebreo. Así hasta más de 600 artículos. Un código. El primer código legal.
Los comentaristas, en todo este fragmento, no se centran tanto en lo que dice Dios –un ordenamiento jurídico, algo diáfano incluso en su espesura, rigor y arbitrariedad–, o en lo que escucha Moisés –lo que escucha, lo escucha con calma y comprensión, sin pánico alguno–, sino en lo que escucha el resto de personas que observan la escena, miles y miles de personas copadas por el terror. ¿Cómo se explica ese terror, que es la parte más llamativa de la escena? La conclusión más aceptada es que el miedo corresponde a escuchar la voz de Dios. Pero es la misma voz que escucha Moisés sin miedo. El miedo absoluto debe de ser, así, no tanto la voz sino lo que modula. De lo que se deduce que no escuchan lo mismo que Moisés. Se ha llegado a la conclusión de que deben de escuchar, como Moisés el decálogo, las primeras diez leyes, pero de forma distinta. Sincrónica. Todas las leyes a la vez. Todas a la vez no son palabras. Son sonidos. Voces, cuernos, humo, fuego, nube. Un grito. Un grito opaco. Lo incomprensible. El terror.
La primera explicación y descripción de la ley, de una ley, de las leyes, de todas las leyes, es la primera descripción del terror ante lo incomprensible. Del terror –literalmente, el terror supremo, el terror a la muerte: “No sea que muramos”– a morir aplastados por una nube pesada, y su humo y su ruido. La primera descripción del orden es la primera descripción de su absurdidad. Ese fragmento describe el momento de recibir una carta oficial, el momento de abrirla y de leerla. El momento de ver la fecha, inapelable, que señala para la nube, el cuerno, el rayo, el trueno. La siguiente descripción de una nube salvaje envuelta en humo y en sonido ensordecedor, avanzando por una ladera, sin posibilidad alguna de contención, es de mucho tiempo después. De Plinio el Viejo, describiendo el Vesubio.
La historia se explica en Éxodo 19 y en Deuteronomio 6. En el Éxodo es el presente, ocurre por primera vez, y en el Deuteronomio, tal vez la versión más antigua, es un recuerdo, una reformulación del propio Moisés. En ambos puntos, en todo caso, se explica el primer contacto o aparición de Dios ante su pueblo. Lo...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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