DIVERSIÓN CON BANDERAS
Debate no tan eufórico
Este debate, que vete a saber para lo que sirve, igual sirve para excitar el voto de las izquierdas
Guillem Martínez Barcelona , 22/04/2021
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1- Un debate electoral se parece a una boda en que todo sale bien, siempre que nadie se aleje mucho de la respuesta esperada por el oficiante. Los debates, como las bodas, son géneros sin imprevistos o pasan a ser otro espectáculo, por lo general, de gran amenidad. Bueno. TeleMadrid. Debate. El día que las madres de los asesores políticos esperan con más ansia. De hecho, estamos hoy y aquí por un par de asesores. Uno formuló la ecuación de la moción de censura murciana y otro inventó la ecuación de estas elecciones anticipadas mad. Sabes que una democracia está seriamente enferma cuando la teorizan científicos como un asesor político o un organizador de bodas. Si en su día les hizo gracia la brutalidad del socialismo científico Pol Pot, se mondarán con la democracia científica y su prima, la comunicación científica. Bueno, al turrón, que la cosa empieza.
DRAMATIS PERSONAE 1. Ya que estamos, mientras los candidatos comunican científicamente, como posesos, se los presento. Ayuso. Va vestida del Atlético de Madrid, con los colores de la bandera mad. No debería compartirlo, que en ello me va el pan, pero les paso un par de claves de la descripción de personajes en modo periodismo a destajo. Ahí van: a) todo el mundo viste de su mejor época. Y b) todo el mundo tiene la mirada de su peor época. Sobre a) Ayuso, aún hoy una incógnita vital, carece de mejor época. Salvo el día de su primer Consejo de Gobierno, que fue vestida de grecorromana yendo a una fuente, carece de momento álgido, a tenor de su vestuario. Lo que, tal vez, es una metáfora de los nuevos profesionales electos en las nuevas derechas esp/cat. Personas imprevistas, sin especial trayectoria, que se colaron en un momento de crisis y selección negativa. Por otra parte, en la política neoliberal –la deslocalización de la política en la empresa– no es necesaria trayectoria o formación alguna, sino, como en el colectivo butronero, afición y decisión. Sobre b) la mirada de Ayuso es un caso aparte. Siendo incomprensible, es su esencia. Esa mirada es fascinante. He hablado con compis y compas sobre esa mirada y, finalmente, hemos decidido que es la mirada de el/la ex. La última mirada que ves en alguien cuando te piras corriendo en la dirección contraria. Lo que es muy inquietante. A saber: cuando ves esa mirada majara, de psicokiller, de la Invasión de los ultracuerpos, de “no tienes ningún pelo en la americana, ¿quién es esa calva con la que vas?”, la primera impresión es, paradójicamente, decir: “Dios, que vuelva”. De lo que se deduce que esa mirada son votos. Y que el mundo de la comunicación científica es tan inabarcable que es lógico que sea gestionado, otra vez, por profesionales con gran afición y decisión.
LA EUFORIA. Cuando toman la palabra Vox, PP y C’s mienten de manera sistemática. C’s, el que menos, si bien sus mentiras provocarían ya el cierre de una agencia de peritaje. Lo que nos lleva al tema central de este debate y de la política. ¿Qué sentido tiene hablar cuando la persona con la que hablas miente? ¿Qué sentido tiene comunicarse cuando la comunicación no es válida ni probable? ¿Qué sentido tiene hablar en una derecha que miente all-day-long y en una izquierda que tiende a no formularse por sus políticas? Supongo que el sentido del monólogo, el culmen de la comunicación científica.
DRAMATIS PERSONAE 2. Gabilondo viste de representante de Hermanos Abulia, una firma imaginaria de queso de Burgos sin sal. Gasta su habitual mirada de abuela en un súper. En general, parece un político del que no se sabe si empieza su carrera o la finaliza. Lo que es una metáfora del PSOE mad. Algo pasó en el PSOE mad en 1995. Es algo que persiste. Es decir, es algo más importante que la voluntad del PSOE. En el debate, no obstante, Gabilondo se muestra cabal. Como un Ortega sin la chulería de Ortega –chulería de Ortega: en una de sus conferencias más famosas durante el franquismo, se arrancó con un “si de algo sé es de toros y de mujeres”, frase que podría resumir un gran pack de la política y el periodismo, la comunicación científica, emitida en Mad desde aquel periodo–. Como Illa, ofrece el efecto Illa. Un tono. Un tono diferenciado del de la euforia de la extrema-derecha. Y por lo mismo, la sensación de que la comunicación científica cree que el tono, antes que las políticas públicas, son suficientes para frenar a la extrema derecha, ese neoliberalismo con otro tono más eléctrico. En esta ocasión, parece, no obstante, que ofrece algo de chicha. Cables a las otras dos izquierdas, a una más que a otra. Las emplaza, a una más que a otra, a un gobierno conjunto. Zanja con que “ahora no es el momento de hablar de subida de impuestos”. ¿‘Ahora’ es el debate o es esta etapa geológica? Sólo la comunicación científica lo sabe.
LOS SENTIMIENTOS. Respecto de la mentira de toda la vida –“mi perro se ha comido los deberes”– el fake es otra disciplina –consiste en que hasta tú creas que tienes perro–. Con el fake, la mentira deja de ser un hecho puntual, un adorno, una emergencia, para pasar a ser el todo. Ese todo se une con sentimentalidad. El fake no justifica tanto ideas, como sentimientos, el material con el que fabrica confusión. Es decir, bloques. Irreconciliables. Es difícil la discusión con el fake, en tanto el fake siempre es mejor que tú. Para periodos en los que el discurso racional queda neutralizado por esos discursos sentimentales, el lingüista Lakoff propone el uso astuto de los sentimientos. El lobby pro-matrimonios gays se puso en contacto con él, por ejemplo, para una campaña a favor del matrimonio etc. Hasta entonces, las campañas, que habían sido un fracaso, giraban en torno a lo racional: el matrimonio gay como derecho y acceso a la igualdad. Lakoff les hizo pasar de todo eso. Propuso una opción sentimental que, finalmente, consiguió normalizar esa opción de matrimonio. El amor. Es decir, lo contrario al matrimonio, esa cosa que es puro Código Romano, y que finaliza con la mirada Ayuso. Para periodos en los que el discurso racional está en la pomada, Biden parece proponer otra cosa: aplicación de políticas y enviar a tomar por saco la comunicación cientietc.
DRAMATIS PERSONAE 3. Mónica García viene con el traje oficial de presidenta de Mad –la bandera, el Atleti–. No sé hasta qué punto es edificante vestir de bandera. Pero doctores tiene la Iglesia –de la comunicación–. Durante la pandemia unplugged, García tuvo un papel espectacular. Por sí sola destapó información y hábitos de gestión sanitaria que en Suiza hubieran supuesto la refundación de Suiza. Sobre el carácter meritorio y valiente de ello: en Cat, gobierno y sociedad parecidos, nadie lo hizo. Nadie se expuso a que la comunicación científica le corriera a boinazos. Mad, en ese sentido, es más beligerante que CAT. La beligerancia es una constante en las izquierdas MAD. Más aún, y más intensa, con ellas mismas. En cualquier caso, en aquellos momentos García se autodeclaró de utilidad pública. Hoy se comporta, con cierta naturalidad, por cierto, como presi de una C.A. Por lo que sea, además, Más Madrid posee una gran proyección en Mad. Por-lo-que-sea, hipótesis: el PSOE es el gran elemento perturbador, en su ausencia, de Mad. Desde 1995, lo dicho, es una estructura paralizada y paralizante y cerrada. Quizás Más Madrid es el rol del PSOE sin esos lastres. Un intento, bastante exitoso y rejuvenecido, de evitar al PSOE para acceder al punto que debería ocupar el PSOE sin su 1995. Ningún partido en Esp ha canalizado ni ha llevado el 15M a la política. Dos partidos han supuesto la incorporación a la política de una generación que, para hacerlo, tendría que haber sacrificado 10 ó 20 años de sus vidas en los partidos ya existentesZzzz. Más Madrid es el objeto mejor conseguido en ese sentido, diría. El peaje ha sido, tal vez, superponer el análisis de comunicación científica sobre la realidad, que supuso la victoria, hasta cierto punto imprevista, de la extrema-derecha en Mad en las últimas elecciones.
DRAMATIS PERSONAE 4. Conocerán a Pablo Iglesias de anteriores películas, como Pablo Iglesias. Viste con una americana parecida a la que me puse yo en mi primera entrevista de trabajo, con la diferencia de que aquel día llovía, y parecía una estatua con la técnica de paños mojados. Iglesias ha hecho un improbable en la política esp. Un cameo. Pasar de un gran papel para meterse de secundario en un corto. Un corto determinante, en el que peligra el uso de una mayoría parlamentaria, alejada de C’s, que él mismo se curró cuando era vicepresi. No es gran cosa. Pero es algo hercúleo, la única gran cosa en este momento. El último intento antes de la Gran Coalición, que algún día vendrá. O, peor, que no será necesaria. Por teoría de la comunicación científica, Iglesias es el villano, el radical en el corpus político mad, absolutamente radical, por otra parte. Uno de los puntos del planeta tan entregado al neoliberalismo que su gobierno no es necesario, salvo para que no lo ocupe una opción más regularizadora. Como en Cat, que no hay Govern desde antes de Love Island, y no solo no pasa nada, sino que la cesión de dinero público a empresas amigas progresa adecuadamente. La participación de Iglesias en la fiesta puede ser determinante para un gobierno mad menos salvaje. La opción de un cambio profundo, que implicara la participación de una bolsa abstencionista de hasta 11 millones de votantes, en Esp se empezó a perder en 2014. Tal vez de la mano de la comunicación científica, de la normalización política. Iglesias, por cierto, deja pasmada a Ayuso en varios momentos. Lo que da igual. La comunicación científica de Ayuso se realiza en otros sitios y medios. A través de la confusión. Esa mirada.
LA CULTURA. A lo largo del debate, las izquierdas caen en trampas, que explican trampas mayores. Una es aceptar el palabro ‘subvención’ para aludir a la acción del Bienestar sobre las personas. En el mundo se subvenciona el ballet contemporáneo, el lino, o una empresa de Florentino que hace fracking. También discuten sobre un cartel electoral, racista, que enseña Vox, en el que no hay ningún dato cierto. Es decir, permiten hablar de datos falsos. Esos lapsus explican una realidad. La cultura neoliberal es una hegemonía. Hay gobierno de ultraderecha por una hegemonía cultural anterior. Iniciada en 1995. Rayos, debo hacer un artículo de 1995 ya.
DRAMATIS PERSONAE 5-6. Rocío Monasterio viste de púrpura, el color del patriciado. Lo que indica que esta extrema derecha es cutre y antigua, con la pasta que costó montarla. Conserva algún rasgo fundacional de esa extrema derecha nueva pretendida. La cosa antisistema, que en ocasiones se retrotrae a la cosa falangista vieja. Edmundo Bal se parece al modelo con perilla de los carteles de Loewe, pero después de una pandemia. Presenta un claro cuadro del ya codificado Síndrome de Mirada Ayuso: le dejó tirado, pero quiere volver con ella, ser la sombra de su mano, la sombra de su perro. Repite en varias ocasiones: “Llevo 20 años de abogado del Estado y de entrega a España”, que me impresiona: en mi cole, si un niño hubiera dicho eso, no hubiera durado 20 minutos.
LO IMPOSIBLE. Sorpresivamente, se produce lo inesperado. Aparece en el debate la gestión de la pandemia. Es meritorio. E importante. E ilustrador. Demuestra fuerzas subterráneas. En la campaña cat –Cat, el otro punto de Europa en el que, con Mad, apareció, un memorándum gubernamental de gestión de la pandemia en modo años 30– ese tema no apareció ni de rasqui. Un indicio de que en Mad suceden cosas saludables. La centralidad de los temas está más discutida, el sistema informativo-propagandístico posee más fisuras, hay mayor beligerancia social y, mi favorito, ninguna de las tres izquierdas cree que cuestionar el Gobierno de Mad suponga cuestionar la identidad Mad, un punto terráqueo, por cierto, con gran identidad. Hay partido. Este debate, que vete a saber para lo que sirve, igual sirve para excitar el voto de las izquierdas. Parar a las extremas derechas, desmesuradas, ubicadas en varias fronteras de lo legal y democrático, tiene su qué sexi. Igual es el único orden en la confusión de la mirada de la derecha mad.
1- Un debate electoral se parece a una boda en que todo sale bien, siempre que nadie se aleje mucho de la respuesta esperada por el oficiante. Los debates, como las bodas, son géneros sin imprevistos o pasan a ser otro espectáculo, por lo general, de gran amenidad. Bueno. TeleMadrid. Debate. El...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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