DIVERSIÓN CON BANDERAS
La libertá y otras euforias
Mad representa el récord europeo de fallecimientos por ausencia de políticas públicas en pandemia. El candidato del PSOE no propone ningún cambio fiscal. Todo está lejos de la política
Guillem Martínez Barcelona , 21/04/2021
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1- En términos generales, no existiría el voto universal si no existiera la posibilidad de que el universo, zas, vote en contra de sus propios intereses.
2- El método más obvio para votar en contra de tus propios intereses es el miedo. Pero el más extendido, estable, contemporáneo, divertido y humano –ese ser poco obvio aun en su obviedad– es su contrario: la euforia. Al miedo se accede con violencia. A la euforia, por propaganda. De lo que se deduce que la euforia puede ser una forma del miedo, en tanto la propaganda, la mentira, es una suerte de violencia. Impide, de hecho, votar a favor de los intereses del grueso de la sociedad.
3- Una sociedad, por otra parte, solo va a la guerra, o al suicidio, con euforia. Se dice rápido.
4- Desde la crisis de 1973, el primer colapso de los Estados del Bienestar y el surgimiento de algo nuevo a través de Thatcher y Reagan, el mundo avanza, con euforia, en la dirección del neoliberalismo, a través de derechas revolucionarias. Las derechas revolucionarias son lo único que, snif, nos queda del pack Revolución. El neoliberalismo ha supuesto una revolución política –ha acabado, o reducido, el pacto del 45– determinante en un ciclo iniciado en los 70 y que ahora, parece, llega a su punto de máxima expresión –o no; no se pierdan el punto 6; agárrense, en la medida que puedan, a él como un náufrago a un madero; o, mejor, a un yate–. El neoliberalismo es una política, pero también una economía, un corpus legislativo, una cosmovisión, una cultura. Eufóricas. Al punto que las socialdemocracias participan de esa euforia, que las hace desaparecer. La crisis de 2008 –un desastre humano; creo que las palabras justas son esas– fue la primera gran crisis planetaria king-size gestionada por, únicamente, esos criterios neoliberales. La crisis de 2020 –aun a pesar de cierto descongelamiento de Keynes– supone su continuación. Y otra crisis humanitaria. Sin precedentes desde 1945. Y con novedades escenográficas. Las residencias han sido en 2020 lo que los psiquiátricos en los años 30 y 40. Un punto de exterminio –no encuentro otra palabra; sí, hay otras; pero son eufóricas–, no a través de criterios raciales, sino económicos –los únicos criterios del neoliberalismo, esa SuperLiga que no admite clubes modestos–. Personalmente, no me cabe la menor duda de que el neoliberalismo será, en el futuro, una ideología proscrita y perseguida, sujeta a condena penal. Como ha sucedido con otras del siglo XX que suponían un ataque a los DD. HH. Pero tampoco tengo muchas dudas de que ese día no es hoy.
5- ¿O sí?
6- De los USA llegan señales extrañas. Biden –un señor mayor, que ha invertido el grueso de su trayectoria política en la lógica neoliberal, y del que no se esperaba mucho, salvo no mearse encima y cierto cambio de tono y de formas respecto a la euforia Trump– puede pasar a la historia como el Juan XXIII de la socialdemocracia. Ha emitido ya dos planes de inversión y gasto. En el primero –cerca de 2 billones; con B de Barbate–, se invertía en bienestar, en pequeña y mediana empresa. Se establecía un cheque a la ciudadanía de 1.400 dólares. Y –en un país sin grandes estructuras sanitarias públicas– se garantizaba la vacunación –400.000 millones de dólares–, que se está desarrollando a tutiplén y con efectividad. El segundo paquete, orientado a un plazo más largo –y con el que se llega a los 5 billones; 1/4 del PIB; con eso Roosevelt hubiera entrado en Tokio dos años antes y, además hubiera comprado Tijuana–, es estructural, un combate contra la desigualdad y la pobreza. Se invierte, novedosamente, en educación. De alguna manera, se garantiza la gratuidad universitaria –la matrícula en universidades públicas puede costar 30.000 dólares el curso– de los Community Colleges. Esto es, para un grado parcial de dos años. Lo que supone un cambio absoluto en la dinámica de endeudamiento de la clase media que quiere acceder a la universidad. También se establecen gastos para la cosa clima, la salud, infraestructuras, contra los monopolios. Se sube el salario mínimo. Se plantea utilizar una ley de cuando la guerra de Corea, para movilizar el sector industrial en algún sector. E, importante, se expone una subida del impuesto de sociedades efectiva y alta. Por lo que tendrá que ser global. Es decir, se establece un itinerario internacional para algo que ya no es solo la socialdemocracia y la ex-socialdemocracia. Para lo anti-neoliberal. Lo anti-neoliberal es la no desregulación, los impuestos progresivos y la libertad absoluta. Es decir, la igualdad.
7- Lo de Biden es política. Y la política en el neoliberalismo es humo y euforia, gas de la risa. Pero Claudi Pérez, en El País –un periodista solvente y sexy en los temas económicos–, sin dársela toda, le da cierta fiabilidad inicial. Lo que es mucho. En un reciente artículo suyo, un plantel de economistas planetarios all-stars dibujaban lo de Biden como un antes y un después. Galbraith Jr. –James, un economista que fue permeable a la cosa Occupy Wall Street, y el hijo de J.K. Galbraith, economistas en todos los gobiernos Demócratas desde el New Deal hasta Clinton, y autor de El Profesor de Harvard, gran novela en la que trata del valor de los valores sin valor, el 40% de la economía según el FMI, o el 60% según economistas más cabreados, como Galbraith jr. y senior–, alude a los paquetes Biden como un “acabar con el neoliberalismo”, y al paquete de Biden –a Biden, vamos–, con esta frase: “Los viejos con prisa son algo bueno”. Veremos.
8- Respecto a USA, la UE es, en todo caso, una corte en la que, aparentemente, todo el mundo está casado con su hermano/a. La Comisión, esa construcción levemente democrática –o levemente ademocrática–, carece de capacidad de actuación rápida. Los fondos –esos 750.000 millones de euros, sin precedente en Europa, aun a pesar de no ser gran cosa–, acordados el año pasado, igual llegan el año que viene. No existe la posibilidad de improvisación. No existe el genio. No existe la idea de urgencia. Tal vez porque no existe un contacto fluido y directo con la realidad en esa Ciudad Prohibida. Los problemas con la efectividad de la vacunación hablan de esa falta de imaginación y ese puritanismo latente. La diferencia de la UE con EE.UU. es obvia. Son dos objetos distintos, con sistema de elección distinta y funciones distintas. Lo que hace a esos dos objetos incomparables. Pero ahí van cosas que han pasado en el lado americano, y que parece que no es imposible que pasen en la UE e, incluso, en sus Estados. Ha pasado A) un sistema de elecciones primarias. El candidato demócrata tuvo que B) pactar con otros políticas que le eran ajenas. Por otra parte, –importante– C) los movimientos sociales han penetrado en el Partido Demócrata. Nunca ganarán un cargo chachi. Pero modulan puntos de vista. Además –y esto es importante, diría que mucho o todo–, E) ha imperado una lógica de la observación inexistente en Europa, esa autora de dos guerras mundiales: Roosevelt planteó el New Deal para combatir el PC-USA, supongo, mientras que Biden, parece ser, plantea lo que plantea para F) combatir algo que en Europa parece observarse hoy como paisaje, y no como peligro radical: los fascismos. Concretamente, los posfascismos. Trump. Biden combate a Trump no con euforias, sino con políticas. Intenta salvar a la clase media de sí misma.
9- Y nosotros no tenemos de eso.
10- Hola. Este artículo, por si lo dudaban, va sobre la campaña electoral de Mad. Esa guerra de euforias sin políticas públicas, al punto que Mad representa el récord europeo de fallecimientos por ausencia de políticas públicas en pandemia. El candidato PSOE propone, a su vez, ningún cambio fiscal. Todo está en manos de la euforia. Todo está lejos de la política. Hasta la próxima. Ya iremos hablando. Será un no parar.
1- En términos generales, no existiría el voto universal si no existiera la posibilidad de que el universo, zas, vote en contra de sus propios intereses.
2- El método más obvio para votar en contra de tus propios intereses es el miedo. Pero el más...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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