LA VITA NUOVA
La afterderecha. El caso Mad
El trumpismo esp es un objeto al que se accede cogiendo un objeto previo, la aznaridad, y aportándole una nueva pieza. El conflicto con el Estado. Precisamente por la fiscalidad
Guillem Martínez Barcelona , 15/04/2021
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PONGAMOS QUE HABLO DE MAD. Hace escasos días que se produjo, zas, el quinto aniversario del Manifest Koiné. Básicamente, el manifiesto canónico en defensa de la lengua cat que se hace periódicamente. Solían no ser tan majaras como los manifiestos en defensa de la lengua cast, disciplina renovada por Vargas LlosaZzzz. Hasta ese preciso momento. La salvedad de la cosa Koiné, su carácter singular, histórico, y la razón para no ser firmado y ser denunciado a la Federación Interestelar, era un breve fragmento, en el que se aseguraba que la inmigración acaecida durante el franquismo –principalmente andaluza– fue enviada a Cat, en modo colono, para solventar una mayoría lingüística cast. Wala. El manifiesto, vamos, sitúa el problema del cat en las Quimbambas. Es decir, en una inmigración. Que ya no existe, por otra parte. Su cita en el manifiesto viene a ser, así, una alusión, poco edificante, de las nuevas inmigraciones. El manifiesto, firmado por usuarios de los tres Tercios de Representación del Procés –JxC, ERC, CUP–, supuso un intento de ERE en la sociedad cat. Quedaban fuera de ella, o en suspensión y en sospecha, inmigrantes de ayer y de hoy. Se dibujaba lo cat como un grupo humano puro y previo a los 60 y 70. Se enviaba al garete un pacto social –ojo, realizado en los 60-70, sin instituciones ni escuelas, a pelo, en la calle y en la fábrica, que entonces, niños y niñas, las había; los sindicatos y el PSUC, ilegales, fueron determinantes–, que establecía la unidad social cat, sin comunidades segregadas por su origen. La idea de que la lengua no era de nadie, sino de todos. Se apostó entonces por la lengua del patrono, en tanto era la del compañero, en lo que fue una opción democrática y cívica única en el mundo. El manifiesto, que no observa eso, salvo como conflicto no solucionado, aportó, no obstante, grandes logros, insospechados en los 60 y 70, como grupos de señoras y señoros yendo a hacer bullying a camareros y dependientas de panadería, recién llegados a este país que se rebelaba, 60 años tarde, contra el franquismo, a través de la exigencia del despido laboral de inmigrantes. Con motivo del quinto aniversario de ese texto y actitud, ha aparecido hace unos días un artículo del grupo Koiné en la prensa. Se reafirman en el hecho de que Franco envió andaluces a Cat para acabar con el cat. Se argumenta, en ese sentido, que algo así hizo el PCUS en la URSS. Lo que por fin une intelectualmente a Franco con Gagarin. Yupi. Lo cierto es que el fascismo esp no quiso inmigración en Cat, Euskadi, Valencia, o Mad. En el caso de Cat, la Betemérica llegó a utilizar la violencia y el retorno obligado de los inmigrantes a su pueblo y al hambre. Razón por la que algunos padres de mis amigotes del cole, en su segundo intento, se tiraron del tren en marcha, antes de llegar a BCN. El franquismo, en fin, no quería lucha de clases, después de la pasta –en munición– que se había gastado para evitarla. El resto del artículo conmemorativo se va en defender que el manifiesto Koiné no era supremacista. Como el artículo es corto, y el supremacismo largo, se remiten a un libro de próxima aparición, en el que lo bordarán y demostrarán el carácter no supremacista del supremacismo.
VALE, ¿PERO QUÉ PINTA MAD EN ESTO, POLLO? He empezado con lo de Koiné para demostrar, a lo bestia, que todo lo que ocurre en Cat se puede relacionar con todo lo que ocurre en Mad. Mad y Cat dibujan una misma cultura democrática, una misma lectura de la época, una nueva extrema-derecha. La cosa Koiné, un jalón propagandístico en la percepción de una cultura, ayuda a explicar el trumpismo cat como una tensión pre-existente en Cat, a la que se le ha quitado una pieza, con lo que se ha desparramado. Les explico esa pieza en el punto 1.251. El trumpismo Mad es lo contrario: algo pre-existente a lo que, sencillamente, se le ha provisto de una pieza nueva e incalculable. Lo que lo ha desparramado. No se pierdan el aludido punto 1.251. Rayos, estoy creando muchas expectativas en el punto 1.251. Con el toque de queda, a falta de cenorrios con velas, creo que sublimo mis citas con citas con mis puntos. En todo caso, espero que el punto 1.251 acuda puntual a su cita. Y que se haya puesto lo que le compré. Y ahora, alehop, vamos a Mad.
EL AYUSISMO NO NACIÓ AYER. Ayuso nació ayer. Literalmente. Es una desconocida que lleva un año y pico en la pomada. Poco. Por lo que carece de obra legislativa. De lo que se deduce que su obra es interpretativa. ¿Qué ha interpretado? Por falta de tiempo, algo necesariamente anterior, sobre lo que ha añadido, lo dicho, una pieza incalculable. Cabe deducir que, si la piedra sobre la que Ayuso ha edificado su Iglesia ya existía, no podía ser otra que la aznaridad, ese gran periodo de reformulación ideológica y sturm und drang propagandístico en la derecha esp. Un terremoto vertebrado en 4 puntos, hoy identificables en el presente, y modificados por el presente. Trumpista. Ahí van. Los pondré con números romanos, que queda más imperial.
El punto de reunión no es Vox, juguete prescindible, sino el PP Mad, el que más y mejor ha experimentado con el lenguaje. Es decir, con la mentira
I- O LA UNIDAD DE LA DERECHA. Aznar unió a las derechas esp. Incluso a las que, en otras culturas, se hubieran alejado a leches. Si ahora se pretende volver a unirlas, es necesario saber cuándo y por qué se separaron. Se separaron en 2004, tras el atentado de Atocha, cuando las diversas sensibilidades que conformaban la derecha esp aceptaron, toleraron o rechazaron una mentira de Estado. Es importante tener en cuenta que la separación –en el electorado– no fue por divergencias ante el concepto Estado, sino ante el concepto mentira. Uno de los conceptos más dinámicos de los últimos tiempos, por otra parte. La función de Vox –un laboratorio fundado en 2013– era experimentar con ese concepto, en su día renovado, fugazmente, por Steve Bannon. La idea, modulada por FAES –Aznar, ese otro hombre de Waterloo que hace llamadas telefónicas–, era dejar que Vox fuera creando un nuevo campo semántico y, posteriormente, reunificar esas derechas en ese campo. Y playa. Bajo el nombre de PP, u otro –dependiendo de la intensidad de su corrupción revelada; como CDC en Cat–, pero en otro sitio. No tanto con nuevo ideario, sino con nuevas herramientas. Las que hubiera creado Vox. Por lo que sea, no ha sido así. El punto de reunión no es Vox, juguete prescindible, sino el PP Mad, el que más y mejor ha experimentado con el lenguaje. Es decir, con la mentira. Vox, que no ha crecido, que se ha quedado en algo que huele a cuartel y calzoncillos, ha pasado a ser una extrema-derecha trivial y al uso, vieja. El PP Mad es hoy el punto, el epicentro de la extrema derecha y su nueva verdad. Y su nueva mentira.
II- O EL CONSTITUCIONALISMO. Aznar consiguió unir a las derechas esp, sí, pero no en el estadio de Nuremberg, lo que habría resultado incluso razonable, sino en la CE78. Y de manera íntima. Lo que no es anecdótico. De hecho, hoy, las diversas derechas esp son el colectivo humano que posee más contacto y apego épico con ese texto, observado casi como religioso. Lo que implica un gran cambio interpretativo en ese texto, la intensificación de unos puntos, el olvido de algunos e, incluso, la penalización o suspensión de otros. El constitucionalismo no es así lo constitucional. Lo que es peligroso. No existe –PP, Vox, C’s– ninguna derecha esp alejada u opuesta al constitucionalismo. Es decir, liberal. Lo que podría ser dramático si no fuera porque lo es aún más: el Deep-State, el Estado cuando se pone introspectivo –altos tramos de la Justicia, altos cuerpos del Estado, regiones de las FF.AA., regiones de las FF.SS., regiones de la alta y baja política, Jefatura del Estado– es una parte del constitucionalismo antes que de lo constitucional. Lo que lleva –esto es de Pedro Vallín, brrrrr– a un fenómeno único en Europa: la política, el punto en el que se deciden cambios y permanencias, interpretaciones, en el constitucionalismo es deslocalizado fuera y lejos de la política. En el Deep-State. Por ejemplo, en la Justicia.
III- EL LENGUAJE. El ordenamiento del lenguaje en la aznaridad era un conjunto de piezas imbatibles, férreas, que se ordenaban en léxico de radicalidad democrática, liberal e, incluso, libertario. Eso pasó. Rajoy, un político que utilizó el Deep-State para acometer la política –por ejemplo, en Cat– no utilizó, ni gota, ese lenguaje. Dejó de experimentar con un lenguaje con el que se siguió experimentado en el ámbito municipal y autonómico Mad. En Mad, lo dicho, el PP ha hecho lo que no ha sabido hacer Vox –o lo que no le han dejado; su comunicación viene modulada por Bardají, un crack, el hombre que realizó la revolución léxica del PP de entre siglos–. El PP Mad, en ese sentido, ha sabido adoptar –o bien ha sido el receptáculo de ello– el nuevo lenguaje ultraderechista que viene de los USA. El trumpismo. Una apuesta por la declaración programática y polémica non-stop. Una apuesta por la confusión, la polarización y la contradicción más absoluta. Sólo el procesismo cat puede rivalizar con ese dominio del ruido y la nada. Y ya por los pelos. Esas cosas duran lo que duran.
IV- LA FISCALIDAD. La joya del corpus azanarista es, no obstante, la cosa Mad. Su originalidad. O, si observamos sus originalidades, el colmo de su originalidad. Mad como capital cultural y financiera de Hispano-América. Lo que implica ser el centro desmesurado del territorio esp. Tanto centro en tan poco espacio ocasiona un vacío a su alrededor llamativo, provocando territorios succionados, abandonados a su suerte. Todo ello, toda esta desregulación resultante, esa ausencia de políticas en la política, abandono de la planificación, y dejación del Bienestar, hoy no comprendido como una de las funciones de las instituciones, se consigue mediante la fiscalidad y las herramientas del dumping, un imán de atracción hacia Mad de grandes empresas y grandes fortunas. Esa atracción pasa a ser, básicamente, la función de la política. Con todo ello se vampirizan impuestos de otros territorios, que para paliar esa fuga, tienden a recurrir también al dumping a la desesperada. Lo que nos lleva, rápidamente, al punto 1.251.
PUNTO 1.251. El trumpismo en Cat es un objeto al que se accede cogiendo un objeto previo, el pujolismo, y arrancándole una pieza. La incorporación de la inmigración. Pujol fue determinante en la creación de esa pieza. Pagó de su bolsillo a Paco Candel para que escribiera Els altres catalans (1964), obra mítica, que supuso la incorporación de la inmigración de aquella época al corpus cívico de la catalanidad. La derecha cat no estaba por esas ocurrencias. Fue una apuesta personal y determinante de Pujol. Sabía que era la pieza clave, que lo aguantaba todo en una sociedad. Al punto que a principios de los 80, con el caso Banca Catalana, amenazó con apartarla del catálogo. Ganó el pulso. El procesismo parece que la ha arrancado definitivamente en su nuevo pulso. Con ello polariza la sociedad, con criterios trumpistas, y pierde cualquier opción de victoria, salvo la electoral. El trumpismo esp es, a su vez, un objeto al que se accede cogiéndole un objeto previo, la aznaridad, y aportándole una nueva pieza. El conflicto con el Estado. Precisamente por la fiscalidad. La exhibición de esa nueva pieza tuvo un prólogo. El enfrentamiento de Aguirre contra Rajoy y Montoro por un cambio fiscal en Mad. Por su secesión fiscal, por la creación de una zona del Estado consagrada a la economía financiera y al caos social y sanitario, por ejemplo. No se remató la jugada en aquel momento. Se quiere rematar ahora. Se quiere agarrar los puntos I, II y III de la aznaridad, y hacerlos efectivos a través del punto IV. El plato principal, lo gordo, la libertá en esta campaña electoral, ya es, desde ayer, la petición, en forma de enfrentamiento con el Estado, de una reforma fiscal opuesta a la que esta semana ha presentado Biden.
MIS IZQUIERDAS VIVEN EN ALASKA. La derecha esp, bajo la forma de una extrema-derecha trumpista, que unifica a las otras dos derechas mediante una OPA hostil, va a por todas. Frente a ella, está el voto de izquierdas, y una bolsa de abstención llamativa, votante de izquierdas en potencia, que no suele votar desde 2014. Al frente de las izquierdas, como opción más votada, el PSOE, que no pretende ninguna modificación en la fiscalidad Mad. Y que, desde Moncloa, no ha hecho nada para reconducirla a la legalidad y a la ética. ¿Qué puede salir mal?
PONGAMOS QUE HABLO DE MAD. Hace escasos días que se produjo, zas, el quinto aniversario del Manifest Koiné. Básicamente, el manifiesto canónico en defensa de la lengua cat que se hace periódicamente. Solían no ser tan majaras como los manifiestos en defensa de la lengua cast, disciplina renovada...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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