Querido Gurb: 

Te escribo desde Madrid. Aprovechando un descanso en la misión –a propósito, ¿dónde te metes?– he querido comprobar de primera mano eso de lo que tanto habla la televisión: tomarse una cerveza a la madrileña. Desde una terraza de la capital del Reino puedo afirmar que la cerveza a la madrileña merece la pena, Gurb. Deberías probarlo algún día. Consiste en elegir un bar, pedirle al camarero que te traiga una cerveza y luego bebértela. Ya llevo dos. Es muy recomendable. Y también muy parecido a tomarse una cerveza en Vigo, Huelva o Talavera de la Reina. ¿Te cuento una curiosidad, Gurb? Antiguamente, Talavera de la Reina se llamaba Talavera a secas, pero un rey de Castilla, al casarse con su prima hermana y no saber qué regalarle porque la mujer ya tenía de todo, le regaló Talavera. De ahí el “de la Reina”. En aquellos tiempos sí que había generosidad, Gurb. Esta anécdota sobre Talavera y la generosidad se la he contado al camarero al ver que la cerveza a la madrileña cuesta tres euros, pero ni se ha inmutado. Voy a pedirme unas bravas para que se me pase el disgusto.

En Madrid, además de terrazas, hay elecciones en unos días. Y el ambiente, querido Gurb, es más bien tenso. Siguiendo rigurosamente el protocolo intergaláctico para agentes expuestos a contacto con humanos en zonas de riesgo, he tomado precauciones adoptando la apariencia de Isabel Preysler, una vendedora de dulces ajena al mundo de la política. Espero que esto me evite problemas porque, la verdad, entre trago y trago de cerveza a la madrileña, recuerdo lo que ha pasado estos días y me entra miedo, Gurb. Varios políticos han recibido amenazas de muerte y se ha montado un lío que no veas. Sobre todo, porque nadie se pone de acuerdo. Unos opinan que recibir cuchillos y balas está muy mal, otros que no es ni bueno ni malo y los más convencidos aseguran que la culpa de las amenazas es del que las recibe. Yo soy una vendedora de dulces, así que no pienso opinar.

Que en España se discuta no es ninguna novedad, querido Gurb. Pero llevo aquí desde el año terrestre 1992 y una cosa te digo: últimamente se discute por cosas de las que antes no se discutía. Cuando aterricé con mi nave hace 29 años, si una persona se ahogaba en mitad del mar, todo el mundo opinaba que había que rescatarla. Todo el mundo coincidía en que a los niños había que protegerlos y que amenazar a una persona era feísimo. Ahora, querido Gurb, muchos están convencidos de que habría que meter en la cárcel al que rescata a otro en el agua, que los niños son peligrosos y que, si te amenazan, pues vete a otro país y no molestes. La novedad de discutir sobre cosas de las que antes no se discutía tiene dos nombres, querido Gurb. Unos lo llaman fascismo y la mayoría lo llama libertad. Según la tele, que es quien se encarga del diccionario, la forma correcta es libertad, así que libertad lo llamaremos, querido Gurb. 

Como siempre repite la jefa de Madrid, la libertad es muy importante porque sirve para poder hacer lo que te dé la gana. En Madrid puedes ir a comprar el pan con libertad, bajar al perro con libertad o aparcar el coche encima de la acera, también con libertad. Muy parecido a lo que puedes hacer en Badajoz cuando subes el coche en la acera, compras el pan o bajas el perro. Pero a la madrileña. Espero que no te pierdas, porque es complicado. Hablando de perros. Un día te contaré cómo llegó a ser jefa de Madrid la jefa de Madrid. ¡Camarero! Otra cerveza a la madrileña, por favor.

Las elecciones serán el próximo martes, querido Gurb y están muy reñidas para ser a la madrileña. Si Talavera es de la Reina, Madrid siempre ha sido de la Derecha, pero esta vez podría haber sorpresas. ¿Y cómo sabes tú que están reñidas unas elecciones, siendo una simple vendedora de dulces?, te preguntarás. Pues porque uno se fija en detalles, querido Gurb. Y después de llevar en España el tiempo y las elecciones suficientes, he aprendido que si se habla de ETA es que la cosa está ajustada. Nunca falla. Es algo seguro, como poner La 2 y que aparezca el señor de gafas que hace preguntas. A propósito, Gurb. ¿Sabes quiénes son los que hablan de ETA? Los mismos que dicen que no pasa nada por las balas, los cuchillos y las amenazas. ¿No te parece un giro brillante? Me gusta España porque es imprevisible. No es como nuestro planeta, querido Gurb, reconozcámoslo, un lugar aburrido. Voy a ver qué son las gallinejas. ¡Camarero! ¡Gallinejas para la mesa de la Preysler!