TECETIPO
Todo sigue igual, todo está cambiando
En el enfrentamiento que comienza entre izquierda y derecha en esta etapa post pandemia, la izquierda sólo tiene una posibilidad de volver a ganar en 2023: tirarse al monte de unas políticas socialmente justas
Gerardo Tecé 13/05/2021
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Que todo cambie para que todo siga igual. Esta expresión, tan usada en política cuando un desfile de nuevas caras conduce exactamente al mismo sitio del que se partía, nos sirve para entender este momento post 4M. Eso sí, dándole la vuelta a la expresión como un calcetín: todo parece seguir como antes, pero todo está cambiando. A un lado, la misma coalición de izquierdas que gobernaba una doble crisis sanitaria y económica desde La Moncloa. Al otro lado, la misma derecha gobernando España vía periódicos y canales de televisión. En medio, la necesidad de que se precipiten acontecimientos, de que nazca un nuevo mundo post pandemia. Y una certeza: la de que el Gobierno de coalición no ha hecho lo suficiente. Empiezan a aparecer síntomas de desgaste.
Tras la esperada y arrolladora victoria de Ayuso en Madrid, una pequeña y sorprendente victoria en el Congreso de Pablo Casado. Pablo Casado, por poner la cosa en contexto, no suele ganar un intercambio de palabras con nadie, excepto con Santiago Abascal, lo cual no llega a tener demasiado mérito. En la primera sesión de control al Gobierno post Ayusazo, presidente y líder de la oposición salieron al choque con la misma consigna con la que salen al campo los equipos malos: el que suelte la primera patada bien tirada, arranca con ventaja. Se le está poniendo a usted cara de Albert Rivera, lanzó la coz al aire Pedro Sánchez, sin éxito. Si uno está fuera del Gobierno-Tele, ni diciendo la verdad suele ganar. Imaginen llevándole la contraria a la realidad. No, Casado no es Rivera en estos momentos por mucho que a Sánchez el chascarrillo le sonase bien en su cabeza. Pues a usted se le está poniendo cara de Zapatero, respondió Casado dando en la espinilla de Sánchez y haciendo un análisis en código política-tuit –es decir, la política actual– mucho más acertado que el del presidente. Pablo Casado, además de ganar el chascarrillo, acababa de marcar la hoja de ruta de la derecha para los próximos años: la zapaterización de Sánchez. Es decir, el mismo intento de desgaste de siempre, ahora con la activación de un cronómetro hacia atrás. Permanezcan atentos a sus pantallas.
La ventaja de Sánchez sobre Zapatero es que Sánchez conoce la Historia de su antecesor. Como Sánchez hoy, Zapatero se vio entonces frente a la gestión de una crisis mundial de la que el Gobierno-Tele culpó al Gobierno Moncloa con gran éxito, logrando un desgaste que llevó en volandas al multiperdedor Rajoy, por fin, a la presidencia. Pero no solo el Gobierno-Tele tuvo mérito en aquel desgaste. El propio Zapatero, incapaz de articular una alternativa de izquierdas frente a los salvajes recortes que pedía Europa, se encargó de preparar su propia soga. Ya saben, “cueste lo que cueste y me cueste lo que me cueste”. Sánchez conoce la Historia, pero aparecen los primeros síntomas que nos dicen que estaría dispuesto a repetirla. Tras el malestar generado por la propuesta del impuesto al uso de las carreteras –Florentino Pérez y tú pagaréis lo mismo por hacer un viaje en coche de Madrid a Sevilla–, el Gobierno Sánchez responde filtrando un documento de 2018 que demuestra que el PP tenía la misma intención. Buena jugada para que la población saque una conclusión obvia: en el PP critican un impuesto que ellos mismos querían implantar. Pero olvida Sánchez la Historia cuando no cae en la cuenta de que existe una conclusión mayor: al Gobierno de izquierdas le parece buena idea defenderse diciendo “queremos los mismos impuestos que el PP”.
Sánchez conoce la Historia, pero aparecen los primeros síntomas que nos dicen que estaría dispuesto a repetirla
En el enfrentamiento que comienza entre izquierda y derecha en esta etapa post pandemia, la izquierda sólo tiene una posibilidad de volver a ganar en 2023: tirarse al monte de unas políticas socialmente justas, que hagan que en el Gobierno-Tele no sean tiempos de zapaterización, sino de enfado. Implementar políticas de izquierdas, con el PSOE de por medio, es todo un reto. Sánchez conoce la historia de Zapatero, pero también conoce la de su partido. Un partido que se puede permitir la oportunidad histórica de decepcionar una vez más. No sería la primera vez ni la última. De hecho, decepcionar suele ser una apuesta de futuro para el PSOE. Un partido cuyo mayor activo ante el Gobierno-Tele, ese que te abre o te cierra las puertas al Gobierno Moncloa en unos años, son las bajas expectativas que como izquierda genera. Pedro Sánchez deberá elegir entre pelear de verdad o acatar el papel constitucional reservado para su formación: el de recoger la energía y ganas de cambio del votante de izquierdas para transformarla en decepción controlada. A Iglesias nunca se le perdonó que llegase a la política rompiendo ese pacto constitucional firmado por la izquierda y consistente en estar obligada a decepcionar. Con Iglesias lejos del Gobierno y con la coleta embalsamada, Pedro Sánchez tendrá más libertad para elegir entre ir a la guerra –política fiscal, política de vivienda, derogación de la reforma laboral, derogación de la ley mordaza, etc– o limitarse a implementar durante este tiempo mejoras que no afecten a las estructuras de poder. Por decirlo de un modo sencillo, aprobar el matrimonio homosexual siempre que la empresa de Amancio siga pagando menos impuestos que un autónomo.
Lo que le vale históricamente al PSOE no le vale a su socio en el Gobierno, Unidas Podemos. Si Unidas Podemos no es capaz de hacer que el PSOE cumpla el programa de Gobierno, si las muchas expectativas generadas acaban en decepción, serán ellos quienes paguen los platos rotos. Y no importará la culpa. No importará que el PSOE sea el responsable de la decepción al igual que no importó castigar al PSOE de Zapatero por sus recortes para luego colocar en el Gobierno a un PP con una tijera mucho mayor. Si Pedro Sánchez no da la batalla, Unidas Podemos podría ser el castigado de la pareja. Sánchez lo sabe. Espero que Unidas Podemos también lo sepa.
Que todo cambie para que todo siga igual. Esta expresión, tan usada en política cuando un desfile de nuevas caras conduce exactamente al mismo sitio del que se partía, nos sirve para entender este momento post 4M. Eso sí, dándole la vuelta a la expresión como un calcetín: todo parece seguir como antes, pero todo...
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Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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