Verano, óleo sobre lienzo (I)
Diómedes, qué hermosa eres
Conozco sus casas, sus pocas calles, su censo de habitantes y militares establecidos y la historia de esas dos islas mejor que mi barrio. Y, sin embargo, es uno de esos muchos sitios en los que nunca estaré
Gerardo Tecé 15/07/2021
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Hay muchos sitios en los que nunca estaré. Últimamente acudo a ellos de manera obsesiva. En un hipotético ranking de destinos que sé bien que mis pies nunca pisarán, en el número uno de mis favoritos estarían las Islas Diómedes, pertenecientes a Rusia. Dos peñascos –Diómedes Mayor y Diómedes Menor– situados en el estrechísimo estrecho de Bering, a mitad de camino entre la Siberia rusa y la Alaska norteamericana. Cuando el ser humano pasaba por aquel mar de hielo, varios siglos antes incluso del supuesto descubrimiento de América, allá por el año de nacimiento de Jordi Hurtado, las Islas Diómedes estaban como la M-40. Durante la Guerra Fría entre Estados Unidos y la URSS, las islas Diómedes, a escasos kilómetros de las dos potencias mundiales que se apuntaban con sus misiles, se convirtieron en la zona más caliente del Universo. Un lugar tan abandonado y periférico hoy, tan central y apasionante a nivel histórico y geoestratégico, que es capaz de provocarle a uno, desde el ordenador de casa, las cosquillas que nacen en el estómago al pisar tierra nueva y oler por primera vez. Entro en la Wikipedia con un olor a foca impregnado en mi habitación, reviso artículos, traduzco del inglés y busco en youtube información sobre las islas Diómedes. Conozco sus casas, sus pocas calles, su censo de habitantes y militares establecidos y de paso, sus vistas al mar y la historia de esas dos islas mejor que mi barrio. Un paisaje de peli de Wes Anderson ideal para cuando el director caiga en una depresión profunda y le dé por admirar la estética de la belleza decadente.
Encuentro un nuevo artículo que habla de la imposibilidad de llegar allí –la mayor parte del año sólo es posible en helicóptero desde una plataforma perdida de Siberia que, a su vez, está a dos mil kilómetros de cualquier carretera–. El texto habla también de los osos polares de la zona y de la línea internacional de cambio de horario que justo pasa entre las dos islas partiendo Diómedes en dos fechas distintas en el calendario. Entre una isla y otra, separadas por cuatro kilómetros, hay 21 horas de diferencia. Cuando en Diómedes Mayor amanece, uno puede coger los prismáticos y ver el amanecer del día anterior en Diómedes Menor. Al acabar de leer el artículo me ratifico en cuánto me ponen los lugares fronterizos y también en mi predicción: nunca iré allí. ¿Qué sentido tendría? No hemos podido calcular las indicaciones de “Casa” a ”Islas Diómedes”, me dice Google Maps, que de esto sabe un rato, cuando lo intento por enésima vez. No hay airbnb ni booking en Diómedes. No conozco Rusia ni Estados Unidos y en ambos países habría mil lugares que visitar, mil lugares accesibles en los que dejarme los ahorros antes que plantarme, no sé cómo, en estas dos rocas habitadas por ciento y pico personas. Casi todas con problemas de alcoholemia porque, ya me dirás tú, qué haces un lunes por la tarde en Diómenes Mayor. O, lo que es lo mismo, un domingo por la tarde en Diómedes Menor.
Si un día apareciese por allí con mi mochila y cara de que la vida me importa un carajo –que es la cara que tiene uno si alguna vez le da por pisar aquello– imagino que me estaría esperando la autoridad competente para lanzar confeti helado y hacerme hijo predilecto ipso facto. Sería lo justo. No tienen mejor embajador que yo: es un destino de ordenador que, desde hace años, le recomiendo a todo el mundo. Llaman al telefonillo y es el repartidor de Amazon. Me dice que baje. Desde la covid, por mi salud, el tipo pasa de subir hasta un segundo sin ascensor. Me sabe mal. No tener que bajar a por el paquete, sino, una vez más, no haberme pateado las tiendas del barrio antes que comprarle al puto Jeff Bezos estos auriculares. Como para no tener descartado el viaje a Diómedes.
Hay muchos sitios en los que nunca estaré. Últimamente acudo a ellos de manera obsesiva. En un hipotético ranking de destinos que sé bien que mis pies nunca pisarán, en el número uno de mis favoritos estarían las Islas Diómedes, pertenecientes a Rusia. Dos peñascos –Diómedes Mayor y Diómedes Menor– situados en el...
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Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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