DOS EN LA CARRETERA (Y VI)
Agag, el novio de Ione Belarra y la momia de Raffaella
Otoño de 2022. Se está preparando una especie de Frente Amplio de derechas encabezado por Aitor Esteban para las elecciones generales. Entre sus fichajes se baraja a Pedro Sánchez
Willy Veleta 21/08/2021
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[En el capítulo anterior: Suárez Illana y Susana Díaz comparten la presidencia del gobierno, dos años cada uno. Mientras tanto Pedro Sánchez se recompone y calienta motores en un baserri gipuzkoano con sus asesoras más cercanas. Las hijas de Zapatero le conminan a refundar el POUM. A bofetadas le quitan la idea de fichar para su gobierno a Robles, Marlaska o Calviño. Nuestra protagonista, Berta Lento, le anuncia a Pedro que si no quiere liderar el POUM de cara a las inminentes elecciones… lo hará Rozalén.]
Otoño 2022, campaña para las elecciones generales.
Cuartel General del POUM, Barcelona.
–Lo siento chicas, no puedo hacerlo… no soy marxista, no soy de izquierdas, Bernie Sanders me parece un pesado, no puedo seguir con esta farsa.
Pedro estaba desatado. Le dije que no la tomara con Bernie.
–Pero Berta, ¿quién coño lleva mitones en pleno mes de septiembre en Barcelona? Este tío no está bien. ¿Y qué me dices de las hijas de Zapatero? Como las maracas de Machín. Que quieren colectivizar el campo, repartir la riqueza… crear vivienda social para jóvenes a precios irrisorios.
–Lo que viene siendo un anarquismo soterrado, esa es la idea. Venderlo como marxismo pero en el fondo es puro Durruti, en vena. ¿Tú realmente te crees que me llamo Berta Lento?
–Pues no… Berta Lenin, puede que sí –respondió Pedro ligeramente alterado.
–Pedro, no pensaba decírtelo hasta que fueras presidente del gobierno con el POUM pero te lo diré ahora… soy la nieta de Durruti.
Yolanda Díaz (pareja de Pedro), que estaba callada en su sillón leyendo algo de Rafael Chirbes dio un salto, se incorporó, agarró a su candidato del brazo y dijo:
–Que pongan a Rozalén, a Zahara, a Yayo Herrero o a la nieta de Negrín pero nosotros nos bajamos de este proyecto, Durruti, ¡lo que faltaba!
Pedro puso cara de pena, luego de póker, y se fue dejando una frase mítica.
–Yo estaba dispuesto a levantar el puño en los mítines, pero poco más, no soy una de las vuestras.
Pedro y Yolanda desaparecieron de la mano por la Diagonal en un Peugeot blanco último modelo.
Pedí de inmediato una reunión con Laura y Alba, las hijas de Sonsoles Espinosa y José Luis Rodríguez Zapatero.
Mientras las esperaba alguien llamó a la puerta.
Era Fernando Simón junto a dos fornidos operarios con un mono azul que más parecían milicianos que otra cosa.
–Berta, ha llegado un paquete importante.
–¿Dónde lo dejamos?
–Debe de ser la momia de Raffaella Carrá, la queremos llevar a los mítines para que nos de suerte. Hay que mantenerla a cuatro grados todo el tiempo –les informé como si yo supiera exactamente cómo conseguir eso en la plaza del pueblo de Palafrugell.
–¡Joder, no sé si ganaremos, pero desde luego efectos especiales tenemos todos! –exclamó Simón ligeramente chispa.
–Sí, no te olvides de repartir las réplicas de las pelucas de Carrillo en los mítines. Hay que reírse de los que nos vendieron a los Borbones, los que le faltaron al respeto a los que murieron por la República –le recordé.
–Sí, todo apuntado: la momia de Raffaella, las pelucas de Carrillo, el mechón rubio de Fernán Gómez, la Vespa de Gloria Fuertes y la patilla de las gafas de Federica Montseny.
Aparecieron Laura y Alba.
–Berta… Rozalén se ha rajado, dice que no es marxista, que su puerta es violeta, no roja –dijo Laura.
–Otra podemita –apostilló Alba.
–No os preocupéis, tengo a alguien en la recámara.
–Pepe Viyuela es errejoner, ya lo habíamos pensado --comentó Laura.
–No, Pepe, no.
–Quiero que sea una mujer… si no pondría a Manu Chao –les dije.
Sonó el teléfono fijo de la oficina.
–Berta tienes una llamada urgente de un tal Iván, Iván Redondo –me comunicó al otro lado del teléfono Ada Colau, jefa de campaña del POUM.
–Hola Berta, soy Iván, sé que me fui corriendo como un gallina, no creo en vuestro proyecto, pero os cogí cariño y me dais pena.
–Dispara –le dije.
–Se está preparando una especie de Frente Amplio de derechas encabezado por Aitor Esteban. Van a fichar a Pedro.
–Suena bien, dan ganas de votarles --solté entre risas.
–Una derecha antifascista como en Alemania, una derecha con dos dedos de frente.
–¿Y te han fichado Iván?
–No, yo me quedo en la coalición RE–CEDA. Ya tenemos candidato.
–Sorpréndeme.
–Alejandro Agag.
–Gil Robles, Calvo Sotelo, Pablo Casado, Abascal, Agag… la saga continúa --le dije.
No quise saber más. Ahora nos quedaba saber quién se presentaría por el otro partido de izquierdas: “De haber podido…”.
Bernie Sanders tenía un topo en ese partido y no tardó en aparecer en la oficina con sus mitones, su peluca de Carrillo y su sonrisa habitual.
–You’d be surprised dear Berta (te sorprendería querida Berta). Es Carolina Bescansa, again.
–No fastidies.
–Just kidding (es broma). No, no… mucho mejor, se presenta el novio de Ione Belarra --anunció en su español chicano.
–Normal, ya era el único que quedaba, todos los demás fueron depurados --señaló Alba sonriente.
En ese momento pensé que entre Aitor Esteban, Agag y el novio de Ione Belarra igual quedábamos cuartos.
Os preguntaréis dónde estaba el PSOE en toda esta algarabía de siglas e ideas. El centenario partido había echado el cierre de por vida dos meses antes. La presencia de Susana Díaz en la Moncloa esos años alternos había terminado por defenestrar al partido. En Ferraz había acampado Ione Belarra exigiendo un hueco. Muchos militantes aparecían los fines de semana gritando “¡Queremos a Pérez Tapias!” y “POUM, POUM ¿quién es?”
Patxi López se había quedado petrificado en la puerta de Génova 13, pidiendo coche oficial. La sede del PP ya no existía, el edificio era ahora un salón de baile. Tras esperar varios días bajo la lluvia como el protagonista de Cinema Paradiso, el antiguo lehendakari decidió fundar su propio partido de centro, reformista, interior, derecha.
Igual podríamos seguir quedando cuartos.
Al fin tuve un hueco para desvelarles a mis compañeras el nombre de nuestro candidato: Joan Tardà i Coma.
Joan tardó en contestarme cuando le hice la oferta. Pero una vez se sumó al barco estaba exultante:
–Anarquismo disfrazado de marxismo, la oportunidad de cambiarlo todo al fin. No sé si este país de países estará preparado, pero merece la pena intentarlo.
La campaña fue feroz. Nos gastamos la mitad del presupuesto electoral en electricidad para mantener con vida a la momia de Raffaella. “Is our Evita (es nuestra Evita)”, no paraba de decir Bernie mientras le mesaba los rubios cabellos.
Si la campaña hubiera durado 10 años y se hubiera celebrado en otro planeta, seguramente hubiéramos ganado. Los resultados fueron los siguientes:
FRENTE CONSERVADOR: 150
RE–CEDA: 100
PATXI LÓPEZ PARTY: 70
PARTIDO DE LOS AUTÓNOMOS: 25
DE HABER PODIDO: 5
POUM: 0
Celebramos la derrota por todo lo alto, manteamos a la momia de Raffaella y quemamos todas las pelucas de Carrillo como en un akelarre.
La gente había captado el mensaje, el POUM podría cambiarlo todo, de arriba a abajo.
Aitor Esteban se iba a convertir en el nuevo presidente, el primer presidente vasco del Estado español. Pedro Sánchez había conseguido su cartera de vicepresidente primero.
En la primera rueda de prensa Aitor soltó un titular inesperado:
–No podré dormir a pierna suelta mientras tenga al enemigo en casa, pero es lo que toca.
Los desplantes de Aitor a Pedro fueron constantes en las primeras semanas. En los consejos de ministros le decía: “Venga Pedro, levanta el puño que todos sabemos que en el fondo eres marxista. Si quieres meto también a Yolanda de ministra, yo con tal de que seas feliz…”.
Y seguía: “Vas de mosquita muerta pero tienes mucho peligro, guapetón. Reconozco a un marxista en cuanto lo veo entrar por la puerta aunque vista de Emidio Tucci”.
Pedro aguantó el tipo. Incluso le ayudó a sacar el colchón de Susana Díaz y colocar uno nuevo.
–Te dejo una litera en el subsótano si te quieres quedar alguna noche, Pedro y así te pones al día con las nuevas medidas económicas, cágate lorito.
Los que le conocían dijeron que nunca vieron a Pedro tan triste, tan descolocado. Al fin estaba en la Moncloa pero se sentía fuera de lugar.
Por las noches llamaba a Adriana Lastra, que se había retirado de la política, para desahogarse.
–Adriana no puedo más, yo creo que soy más de izquierdas de lo que creía, no de izquierdas eso no… pero más de izquierdas que el puto PNV y la banda de centristas que nos han colado.
–Pedro tú no tienes ideología pero ser segundo no es lo tuyo. Y Aitor es como Merkel, te va a llevar por delante, le va a dar la vuelta a todo para dejarlo igual.
Una tarde mientras desmontábamos la oficina del POUM en el Raval, Ada Colau nos pasó una llamada de teléfono, la última llamada de teléfono.
–Berta, te llaman de Nueva Zelanda, creo que es la primera ministra.
Y así fue como Jacinda Ardern nos hizo una gran oferta para formar parte de su gobierno y poner patas arriba su país.
En unas semanas Joan, Laura, Alba, Bernie, Fernando (con su chándal de Maduro), la momia de Raffaella Carrá (bien refrigerada) y yo estaríamos volando a Wellington, un lugar donde el POUM al menos hubiera quedado segundo.
Nuestro programa electoral, nos aseguró Jacinda, era una obra de ingeniería y humanidad, la solución a los problemas del planeta. Y estaba dispuesta a empezar a implementarlo en su país y que cundiera el ejemplo. Eso me dijo antes de colgar y desearnos “buen viaje”.
Una tarde de diciembre, Pedro visitó todos los desguaces de Madrid buscando un Peugeot 407 blanco, el mismo modelo con el que comenzó a recorrer el país que quería conquistar y le dejó con la medalla de plata y la miel en los labios.
Pedro encontró uno en buen estado. Ese mismo día decidió terminar con su relación con Yolanda Díaz (por WhatsApp): “Yoli, Aitor me ha prometido hacerte ministra si me voy y me voy. No seré marxista, pero tampoco soy conservador, no sé lo que soy pero no encuentro mi lugar”.
Yolanda Díaz terminó siendo ministra de Defensa. Sí, una excomunista, pacifista…, pero no era Raffaella Carrá, ni mucho menos.
Pedro aprovechó el amanecer para salir de viaje hacia Las Hurdes, a todo lo que daba el coche. Sonaba Sweet Child o’ mine a todo trapo, en bucle.
Cuando llegó al Hostal La Perdiz le estaban esperando unos paisanos para echar una partida de mus. Enfrente estaba Pablo Iglesias, sonriente. “Corrido y sin señas, compañero” --le retó.
Pedro hizo una de sus típicas muecas de aprobación, le pidió al camarero un sandwich de nata, un vaso de agua con mucho hielo y respondió: “Envido a las dos primeras, sin mirarlas”.
[En el capítulo anterior: Suárez Illana y Susana Díaz comparten la presidencia del gobierno, dos años cada uno. Mientras tanto Pedro Sánchez se recompone y calienta motores en un baserri gipuzkoano con sus asesoras más cercanas. Las hijas de Zapatero le conminan a refundar el POUM. A bofetadas le quitan la idea...
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Willy Veleta
Es nuestro reportero multimedia, en Lou Grant hubiera sido "Animal". Donde hay una manifestación por la Sanidad Pública, por l@s pensionistas o contra los fondos buitres allí estará micrófono en ristre. Ha trabajado en todos los canales de TV privados de este país (e incluso en la CNN en Atlanta). Confiesa que en CTXT se siente como en casa. No sabemos si es por la pizza de los miércoles. Todavía estamos esperando que le den un premio de Periodismo por sus coberturas en CTXT sobre memoria histórica.
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