CRÓNICAS PARTISANAS
AOC
Es una jugada maestra que en una gala para gente rica solo se hable de un vestido que pone TAX THE RICH. Aunque a la izquierda jesuítica le gustaría más que la congresista de EE.UU. contribuyera sin estridencias a que los ricos paguen impuestos
Xandru Fernández 19/09/2021
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AOC son las siglas de Alexandria Ocasio-Cortez, congresista de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos por el distrito de Nueva York, pero eso ustedes ya lo saben. Quizá les pase lo que a mí y no se sepan el nombre de ningún otro miembro del Congreso estadounidense con la excepción, no sé por qué, de Nancy Pelosi. Quizá, por el contrario, los conozcan a todos, pero aun así estoy seguro de que esta semana AOC ha llamado su atención mucho más que los 434 restantes. AOC ha acudido a una gala de esas donde te clavan 35.000 dólares por preguntar dónde están los lavabos y lo ha hecho con un vestido blanco en cuyo dorso podía leerse, en letras rojas, TAX THE RICH. Seguro que les suena.
Que los ricos tengan que pagar impuestos, y que cuanto más ricos sean más impuestos tengan que pagar, no es una idea que incomode a nadie salvo, precisamente, a los ricos. Por eso es un debate que los ricos evitan plantear. Solo lo plantean cuando lo disfrazan de un problema de todos, no solo de los ricos. Llevan tiempo haciéndolo con el impuesto de sucesiones: hacen que creamos que todos tenemos que pagar una millonada cuando se nos muere un padre o una madre y esa creencia encuentra un apoyo circunstancial en el hecho de que, cuando eso ocurre, siempre hay gastos que afrontar, por más que no sean los que ellos anuncian en sus jeremiadas. En realidad la supresión del impuesto de sucesiones solo les beneficia a ellos, pero han conseguido que en la conversación pública se diga que nos beneficia a todos. Lo tienen más difícil para maquillar su constante invitación al fraude fiscal, sus paraísos fiscales, sus donaciones con truco. Lo más que pueden hacer es evitar que se hable de ello. Y lo hacen muy bien.
Por eso es una jugada maestra que en una gala para gente rica solo se hable de un vestido que pone, en letras grandes, que parecen escritas con sangre, TAX THE RICH. Que paguen los ricos. Que paguen sus tasas, sus impuestos, lo que les corresponde como miembros de una sociedad ávida de comentar cómo visten los ricos en sus galas para gente rica. AOC les ha colocado un grafiti donde debería haber un centro floral o una escultura de hielo. Les ha puesto una flor de hielo en el cóctel. Ha previsto, cómo no, la mirada libidinal, el vistazo furtivo al culo, el pecado tolerable de la cosificación por la espalda. Si me miras el culo, tendrás que tragarte la publi: TAX THE RICH. Paga lo que debes.
También debió de prever que por el flanco izquierdo del vestido treparían las objeciones habituales: que el mensaje es el vestido, no el grafiti; que el precio del vestido y de la gala convierten la performance en un ritual consumista; que el mensaje queda integrado en el contexto de la gala como un adorno más que solo espectaculariza a su portadora; que la marca es AOC, no TAX THE RICH. A la izquierda jesuítica le gustaría más que AOC contribuyera sin estridencias a que los ricos paguen impuestos. Sin estridencias quiere decir de manera aburrida, discreta, sin generar debate, ganando la batalla ella sola con sus poderes mentales y poco más, quizá imprimiendo algunas octavillas en un viejo ciclostil de cuando la guerra de Vietnam y arrojándolas, ceñuda, al paso de los ricos. En otras palabras, que ganara la batalla perdiéndola.
Es increíble que el capitalismo nos sirva de excusa para todo, hasta para no combatir el capitalismo. La matraca anticapitalista orientada a la desmovilización permanente, al desaliento colectivo pero sobradamente informado, ha conducido a que seamos capaces de ponerle pegas a una genialidad como esta y creer que estamos contribuyendo al bien común. De hecho, ya somos cenizos por defecto, sin necesidad de esforzarnos. Nos sale solo. Por todas partes vemos agentes infiltrados, oscuras maniobras del capital global manejando hasta la más modesta asociación de vecinos, justo cuando el capital global menos necesita esconderse ni infiltrarse en parte alguna pues ya está por todas partes. Que AOC no desentone en esa gala salvo por el TAX THE RICH escrito en letras rojas, es más, el hecho de que no desentone en absoluto, pues no ha roto ninguna regla del gusto, tan solo las de lo que se puede decir y lo que no, es un ataque frontal a los estereotipos que la izquierda acostumbra a fabricar sobre sí misma. AOC no es la izquierda ceñuda. AOC ríe. AOC posa. AOC no es una marca sin más, es un dispositivo político exitoso. AOC parece que puede ganar y no sabemos si podremos soportarlo.
AOC son las siglas de Alexandria Ocasio-Cortez, congresista de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos por el distrito de Nueva York, pero eso ustedes ya lo saben. Quizá les pase lo que a mí y no se sepan el nombre de ningún otro miembro del Congreso estadounidense con la excepción, no sé por qué, de...
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Xandru Fernández
Es profesor y escritor.
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