En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Felipe Augusto era el cuarto central al inicio de temporada. El cuarto de cuatro. Y ya lo fue la temporada pasada, coincidiendo con el resurgir de Hermoso y la consolidación de Savic. Pero nada de eso impidió que llorara a moco tendido el día que el equipo se coronó campeón de Liga hace unos meses. Con el corazón todavía caliente, a pie de campo y mirando a la cámara, el brasileño improvisó una frase que sonó sincera y que debería quedar marcada en la iconografía colchonera. Así, juntos, como una familia, dijo. Felipe Augusto fue expulsado en Anfield después de una primera media hora terrible, que ayudó a que su equipo perdiese el partido. El resto de sus actuaciones tampoco habían sido particularmente brillantes a lo largo de la temporada. Pero Felipe Augusto ha seguido saltando al campo con el mismo talante y la misma actitud que cuando todo le sonreía. Seguía insistiendo porque eso es lo que hacen los luchadores y porque, en realidad, no queda otra. Al verlo hoy salir al cruce y despejando balones con la cabeza me ha recordado a Nurija Pecikoza, aquel tipo que durante el asedio de Sarajevo salía a correr todos los días junto a su perro mientras sorteaba la puntería de los francotiradores serbobosnios. Curiosamente, Felipe Augusto es el que ha dado hoy tres puntos al Atlético de Madrid. Tres puntos que pueden valer más que tres puntos. Lo ha hecho atacando el balón con más fe que nadie e insistiendo justo cuando todo invitaba a dejar de insistir. La vida tiene a veces estas benditas contradicciones y yo me alegro de ello.
BACK FREEDAY. Olvídate de mercachifles. Dona lo que puedas y formarás parte de la comunidad de CTXT un año. Desde 10 euros.
El equipo de Simeone ha conseguido una importante victoria frente a Osasuna, pero no ha hecho un buen partido. Los condicionantes alrededor no ayudaban mucho, es cierto, y quizá por eso lo más sensato sea no sacar demasiadas conclusiones categóricas de lo que hemos visto. Para empezar era un partido que se jugaba inmediatamente después de un parón de selecciones y eso es algo que suele resultar letal. No recuerdo haber visto un buen partido después de un parón de selecciones. Los jugadores vuelven aturdidos y los entrenadores apenas tienen recursos para preparar un plan. El equipo venía además de una dinámica muy negativa, que seguía pegada en el ánimo y que se notaba en cada pase y en cada desmarque. Sobraba desconfianza y faltaba valentía. Si a eso le sumas un buen puñado de futbolistas lejos de su mejor estado de forma, el resultado es lo suficientemente inédito como para no ser considerado como referente.
Mientras el Osasuna se quedaba con el fútbol, el equipo rojiblanco defendía por acumulación, llegaba siempre un segundo más tarde y mostraba falta de confianza
Para ser justos, una de las principales causas del partido tan espeso del Atleti ha sido el buen hacer de su rival: un Osasuna en línea ascendente, muy bien trabajado, que se siente subido a la ola buena. Los primeros veinte minutos fueron suyos. Y no sólo porque se jugara a lo que ellos querían, sino porque además monopolizaron la posesión del balón. Mientras los de Jagoba Arrasate se quedaban con el fútbol, el equipo rojiblanco defendía por acumulación, llegaba siempre un segundo más tarde y mostraba falta de confianza. Ni Lemar, ni Koke, ni Llorente eran capaces de hacerse con las riendas del partido y solamente Carrasco o Griezmann parecían tener la posibilidad de hacer daño. Mientras los navarros se tropezaban con sus problemas para la definición, los rojiblancos se limitaban a colgar balones laterales; una idea que no parecía muy buena teniendo dos delanteros como Griezmann y Correa.
El segundo tiempo tuvo un color diferente. Los rojiblancos fueron capaces de quedarse con el balón y jugar por fin en campo contrario. El problema es que lo hacía a una velocidad tan cansina como inofensiva. Cualquier desborde se encontraba con la falta de opciones y los minutos se perdían entre pases laterales y balones colgados. Simeone apostó por colocar en el césped a De Paul y Luis Suárez. Parecía buena idea. No lo fue. Resultó irrelevante, de hecho. El argentino estaba justo de gasolina. El uruguayo no consiguió otra cosa que pelearse con los centrales. Tirando de todo lo que había en el banquillo, salieron al campo Kondogbia, Cunha y hasta un canterano llamado Carlos Martín que debutaba así en primera división. Tampoco cambió mucho el panorama. El Atleti embotellaba a su rival por puro empeño de hacerlo, pero las ocasiones no llegaban. Dicho lo cual, creo que hay que destacar el debut del canterano. En una situación nada propicia, todo lo que ha hecho lo ha hecho bien y además ha tenido tiempo suficiente para mostrar unas trazas de personalidad que le van a venir muy bien en su carrera como futbolista.
Y entonces ha llegado el vuelo de Felipe a la salida de un córner que ha terminado por definir el partido. Un gol que ha contado con la ayuda de la salida en falso de Sergio Herrera y que ha servido para que el Metropolitano se volviera loco. Todo parecía sentenciado en ese momento, pero todavía hemos tenido tiempo para ver un parada salvadora de Oblak y un remate de Carrasco a puerta vacía desde el centro del campo, que ha terminado en el poste.
Insisto: tres puntos. Ya está. No le den más vueltas.
Felipe Augusto era el cuarto central al inicio de temporada. El cuarto de cuatro. Y ya lo fue la temporada pasada, coincidiendo con el resurgir de Hermoso y la consolidación de Savic. Pero nada de eso impidió que llorara a moco tendido el día que el equipo se coronó campeón de Liga hace unos meses. Con...
Autor >
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí