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Hacen falta más polític@s en España. Much@s más: infinidad de ell@s. Y se deben dedicar más recursos al desarrollo de nuestra precaria democracia: reforzar las subvenciones a las organizaciones políticas para que las puedan destinar a objetivos dignos que redunden en el bienestar común.
El siempre difícil ejercicio de la política local, especialmente ingrato en los pequeños municipios en los que, a menudo, la política se ejerce por puro altruismo, es fiel reflejo del escaso desarrollo democrático de nuestro Estado. En particular, cuando el poder local se ejerce de forma caciquil con una absoluta impunidad, al margen de la ley y con la complicidad de otros cargos e instituciones, la labor de las personas responsables de fiscalizar esa labor de gobierno se torna en una tarea titánica, que implica a menudo consecuencias que van mucho más allá del ámbito político local. Y ese es nuestro caso, en el pequeño municipio madrileño de Pezuela de las Torres.
En mayo de 2019, tras más de doce años de intensa labor política, la candidatura de Izquierda Unida ganó las elecciones municipales, con casi el 40% de los votos, en un municipio en el que los votos a las derechas suelen suponer mayoría en convocatorias autonómicas y estatales. A pesar de ello, la aritmética electoral (3 concejales de IU de un total de 7) más el capricho del alcalde (de derechas, como todo buen apolítico o independiente que se precie) determinaron que finalmente volviéramos a asumir el papel de oposición frente a la labor de gobierno de su grupo y del PP.
La madrugada del pasado 30 de noviembre incendiaron mis dos vehículos familiares y la pérgola que los protegía del frío dentro de la finca de mi vivienda
De entonces a esta parte, los abusos de la alcaldía han sido constantes, amparados por la complicidad de su equipo de gobierno y de la actual secretaria, que pertenece, nada más y nada menos, que a la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Secretarios, Interventores y Tesoreros de Administración Local de la Comunidad de Madrid, y está al cargo también de las Secretarías de otros municipios madrileños.
En efecto, tal y como pusimos en su día en conocimiento de la Fiscalía Anticorrupción, el alcalde incumple la obligación de abstenerse en la toma de decisiones que implican un beneficio directo para su empresa familiar; se atribuye competencias del Pleno; incumple las decisiones plenarias acerca de las fechas de celebración de las sesiones ordinarias; convoca de forma irregular comisiones informativas; falsifica documentos de otras administraciones para recopilar datos personales del vecindario; omite en las carpetas de plenos documentación relativa a los puntos del orden del día a tratar; impide que ejerzamos nuestro derecho a hacer uso de la palabra a la hora de defender nuestras propuestas o, incluso, de exponerlas; llega a impedir, Policía Local mediante, el acceso de dos de nuestros concejales a una sesión plenaria;… Pues bien, nuestras más de 60 páginas de denuncia, ampliamente documentadas, que la Fiscalía Anticorrupción derivó a la Fiscalía de zona de Alcalá de Henares, no merecieron más respuesta por parte de esta última que una vaga comunicación, apenas motivada en solo algunos puntos, del archivo de las diligencias.
Si ya pudiera parecer descorazonadora la situación, este es nuestro contexto particular: los tres concejales de nuestro grupo municipal llevamos años recibiendo amenazas, cuando no agresiones, en forma de cobardes insultos anónimos, la abolladura del vehículo de uno de mis compañeros en una jornada electoral, gritos filo-franquistas ante mi domicilio, la habitual decoración del entorno de nuestras viviendas en fechas señaladas con rojigualdas a cargo de quienes utilizan la bandera como arma arrojadiza e, incluso, llamadas telefónicas anónimas amenazantes. Algunas de estas situaciones ya fueron puestas en conocimiento de la Oficina Nacional de Lucha Contra los Delitos de Odio el pasado mes de julio. Como guinda a la tarta, la madrugada del pasado 30 de noviembre incendiaron mis dos vehículos familiares y la pérgola que los protegía del frío dentro de la finca de mi vivienda. La noticia, que ha tenido una considerable repercusión mediática, no ha merecido más comentario del alcalde que una breve mención donde da a entender que, en vez de un ataque a la familia de un representante del vecindario, se trata de “un incendio” por el que “se han quemado dos vehículos propiedad de un vecino del pueblo”, aunque luego trate de disimular la bajeza de su mensaje condenando una cierta “violencia” indeterminada. No es de extrañar tal actitud de quien solo ejerce su labor de gobierno guiado por sus propios intereses y el resentimiento; de quien ya ha demostrado sobradamente el desprecio que le merece la misma democracia que le ha permitido acceder al cargo; y de quien se recrea en rechazar sistemáticamente, una vez tras otra, nuestras iniciativas, a pesar de perjudicar con ello, a sabiendas, al vecindario.
A lo que iba, que me voy por las ramas: aprovecho este espacio para incidir en la lucha contra las engañosas ideas de que en España sobran polític@s y que se destinan demasiados recursos a la política. Más bien al contrario: si hubiera más polític@s, se aseguraría un relevo generacional imprescindible, cuya actual insuficiencia nos obliga a los activos a mantener nuestra dedicación altruista bastante más allá de lo que nos podríamos permitir, bastante más allá de lo que nuestras familias merecen y bastante más allá de lo que podría juzgarse como una razonable capacidad de aguante. Y si hubiera más recursos que dedicar a la política local, las organizaciones podrían apoyar de forma más eficiente a los incontables concejales anónimos que, a lo largo y ancho del Estado, como única recompensa a nuestra dedicación, tenemos que tragar con la impunidad de los que abusan del poder al amparo de un sistema que se resiste a depurarse.
Si hubiera más recursos que dedicar a la política local, las organizaciones podrían apoyar de forma más eficiente a los incontables concejales anónimos
Sin embargo, y por no cerrar en negativo el escrito, hay visos de esperanza, pues de todo, incluso de las peores experiencias, se puede sacar algo bueno: ese vecino, de derechas de toda la vida, que se acerca incrédulo a tu casa con lágrimas en los ojos transmitiéndote que a él le resulta tan incomprensible como a tí lo que ha pasado, descubrir tus coches ardiendo en mitad de la noche; esa innumerable flota de coches que nuestras fabulosas amistades han puesto a nuestra disposición para lo que hiciera falta; ese apoyo de la organización de IU Madrid; esa diligencia profesional y empática por parte de la Guardia Civil en las investigaciones; esa empatía demostrada por Delegación de Gobierno; esos cientos de apoyos expresados por redes sociales de organizaciones y personas que no conozco pero por las que siento, sentimos, tanto agradecimiento; esa emoción que siento el escribir esto… Todo eso pasa a formar parte del haber (¡menos mal!) de una dedicación de por sí emocionalmente deficitaria: la política local en pequeños municipios.
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Juan Antonio Balado Jorge es portavoz del grupo municipal de Izquierda Unida en Pezuela de las Torres
Hacen falta más polític@s en España. Much@s más: infinidad de ell@s. Y se deben dedicar más recursos al desarrollo de nuestra precaria democracia: reforzar las subvenciones a las organizaciones políticas para que las puedan destinar a objetivos dignos que redunden en el bienestar común.
Autor >
Juan Antonio Balado Jorge
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