La invasión rusa perpetrada por Putin contra Ucrania es una barbaridad desde cualquier punto de vista. Es indignante que las masturbaciones de un oligarca ultranacionalista hagan que a millones de personas se les joda la vida de un día para otro. Las peores cosas de la vida son la muerte y el miedo y ambas las ha llevado Putin al país vecino. Putin representa hoy, de nuevo en Europa, lo peor de la condición humana: la fiebre nacionalista pisoteando derechos humanos. Tras el bombardeo de obviedades sobre lo que está perpetrando un tipo sobre el que la sociedad civil europea no tiene influencia, una pregunta dirigida a quienes sí deberíamos poder influir: ¿y si aprovechamos un horror como esta guerra para comportarnos como adultos a este lado de la Europa de valores democráticos?

Si las televisiones que informan sobre el conflicto no consiguen imágenes lo suficientemente espectaculares para ilustrar lo que está sucediendo, cosa que dudo, no pasa nada. Cuéntenlo de otro modo. No deberían, en ningún caso, intentar hacer pasar por reales explosiones sacadas de videojuegos. Ni vendan como represión rusa contra la población ucraniana imágenes de un día cualquiera en la oficina del ejército israelí disparando contra población palestina. Si queremos contar el horror de la invasión rusa, ¿por qué manipular de este modo? No es necesario, hay material real de sobra. Hablando de manipular. Si Europa ha decidido prohibir las emisiones de las cadenas rusas de televisión, no busquen excusas morales y trátennos como a adultos. Dígannos que en una guerra hay que atacar al enemigo por cualquier vía, pero no pongan sobre la mesa argumentos como que las teles rusas manipulan información porque de manipulación sabemos un rato por aquí sin necesidad de mirar a Rusia. Claro que Rusia hace eso y más en guerra. Y EE.UU. ¿Alguien se imagina que Europa hubiera bloqueado cadenas norteamericanas por contar a su modo y antojo la invasión de Irak o Afganistán? Háblennos de bandos si quieren, no de moral ni de defensa de la verdad.

Es lógico que las instituciones europeas intenten asfixiar económicamente a Rusia. No hay muchas más armas a mano para ir a esta guerra

Señores políticos, no usen el dolor de una guerra para hacer política local basurilla. No alimenten eso. Pídanle a sus Tonis Cantós de turno que renuncien al puñado de retuits, que guarden un poco de respeto porque lo que está pasando es un drama. Que no lo aprovechen para irse a la Plaza de Colón a llamar comunista a Putin de la mano de quienes hasta hace un par de meses admiraban al déspota ruso por ser un ultranacionalista conservador de tintes xenófobos y homófobos con el que se sentían identificados. A propósito, entre grito y grito llamándolo comunista, aprovechen para exigirle que libere a presos políticos en su país, entre ellos dirigentes del débil Partido Comunista de Rusia. Señor Pedro Sánchez, sabemos que en la política actual las responsabilidades como presidente hay que compatibilizarlas con vivir eternamente en campaña electoral. Y sabemos también que Feijóo, próximo líder del PP, tiene esa cara de presidente necesaria para acabar siéndolo. Y que usted, en respuesta anticipada, tiene que empezar desde ya a acentuar su perfil presidencial. Pero no nos cuente que ha llamado a José María Aznar para pedirle consejo sobre cómo afrontar la invasión ilegal y sanguinaria contra un país y su población. Busque otros modos de lograr ese efecto presidencial en estos momentos. Haga el favor.

Es lógico que las instituciones europeas intenten asfixiar económicamente a Rusia. No hay muchas más armas a mano para ir a esta guerra. Pero explíquennos que el efecto buscado con estas medidas es uno muy determinado. Trátennos como adultos, de nuevo es necesario pedirlo. Porque, si no, imaginen la cara de sorpresa al saber que los productos de lujo rusos quedarán exentos del bloqueo. Dígannos que el objetivo, cruel pero necesario según su criterio en esta tesitura de urgencia, no son las élites rusas, ni Putin, ni la madre que parió a Putin, sino la población de a pie. Que hay que intentar que el ciudadano ruso se vea tan asfixiado económicamente que se levante contra el oligarca matón que ha provocado esta situación generándole así un conflicto interno que lo debilite en la guerra externa que ha empezado. La geopolítica es dura, cruel y se juega de este modo, dígannos algo así.

Cuéntennos las historias humanas de quienes sufren el horror de este ataque ruso, porque eso es periodismo, pero háganlo con dignidad. No le pongan un micrófono por delante a cualquiera para que acabe declarando que ha visto niños tirados en la frontera, pero que no son niños como los que imaginamos, sino blanquitos de ojos azules, lo cual lo cambia todo. No nos hagan pasar estos bochornos. Eviten también convertir el drama en carnaza y sensiblería fácil. Eviten lanzarse con pasión al uso de expresiones como familias destrozadas o drama humanitario –que las hay y lo es, sin duda–, especialmente esos medios que hasta hace un cuarto de hora al drama humanitario de otras guerras lo llamaban problema migratorio.