1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.347 Conseguido 91% Faltan 15.800€

Pacifismo

Hoy como ayer, ¡guerra a la guerra!

Es urgente alzar la voz ante el conflicto al que nos conducen las derivas geopolíticas de un capitalismo terminal que se revuelve como una fiera enjaulada

Gorka Martija 28/03/2022

<p>¡¡Tengo hambre!!</p>

¡¡Tengo hambre!!

Malagón

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

El mundo se encuentra en una encrucijada. La posibilidad de un conflicto entre grandes potencias, derivado de la escalada generada por la invasión rusa de Ucrania, supone una amenaza a la paz de magnitudes desconocidas en décadas. La gravísima decisión del Gobierno español de enviar armamento ofensivo a Ucrania se enmarca en una peligrosa pendiente de remilitarización general del espacio europeo y occidental, que corre en paralelo al Rubicón militarista que ha cruzado Rusia con su injustificada iniciativa de agresión. Y aunque parece cercano un acuerdo entre Rusia y Ucrania, la inercia generada sin duda definirá los próximos tiempos.

La solidaridad internacional se encuentra en knock out, sin saber muy bien cómo situarse y sometida a una abrumadora ofensiva mediática. Cualquier posición que abogue por la diplomacia o la negociación está siendo criminalizada. Ha habido incluso pronunciamientos contra la inclusión de la consigna “No a la OTAN” en las movilizaciones antibélicas que tímidamente asoman, contribuyendo a un estado de ánimo colectivo de enardecimiento eurochovinista y caza de brujas.

Un contexto crítico que exige posicionar posturas intransigentemente internacionalistas. Es urgente alzar la voz ante la guerra a la que nos conducen las derivas geopolíticas de un capitalismo terminal que se revuelve como una fiera enjaulada.

Punto de partida: Ucrania, territorio en disputa en tiempos de imperialismos rivales

Rusia ha tomado una determinación cuyo alcance ha cogido con el pie cambiado a la práctica totalidad de analistas, poniendo en marcha un operativo que trasciende el ámbito territorial del Donbass (en guerra desde 2014 y con una población de adscripción mayoritariamente rusa, sometida al asedio del ejército ucraniano) y desencadenando una ofensiva general sobre todo el territorio ucraniano, en una agresión de corte imperialista que se apoya en un imaginario abiertamente neozarista y expansivo. Hemos de partir, por tanto, de la inequívoca responsabilidad de las élites gobernantes en la Federación Rusa.

No podemos obviar que la injustificada acción rusa se enmarca en una disputa geopolítica de mayor alcance

Siendo esto así, no podemos obviar que la injustificada acción rusa se enmarca en una disputa geopolítica de mayor alcance, que se remonta al menos hasta la primera década del siglo XXI, y en la que EE.UU. y la UE juegan un papel de primer orden. La expansión de la OTAN hacia el Este, la conflictiva dependencia centroeuropea respecto del gas ruso, la injerencia directa por parte de estas potencias en contextos como el EuroMaidan en 2014, o la propia proactividad y agresividad de la respuesta a la invasión rusa por parte de la diplomacia comunitaria –normalmente dubitativa, inoperante y más cercana a parámetros de soft power y estadounidense son elementos que dejan patente que la cuestión ucraniana no es ajena a sus intereses. No estamos, pues, ante un fenómeno que acaba de emerger y que resulte ajeno a la acción de polos de acumulación capitalista como la UE. Ucrania es desde hace décadas un territorio en disputa por parte de potencias globales (o que aspiran a recuperar tal estatus, como Rusia), y es desde ahí que debemos analizar la actual coyuntura.

Guerra de relatos

En este contexto, lo primero es impugnar los relatos que intentan posicionar los diferentes contendientes de esta pugna entre potencias. Relatos como el de la desnazificación de Ucrania, que Rusia despliega aprovechando la evidencia de que la extrema derecha ocupa un lugar estratégico en las estructuras de Estado, militares y de seguridad de este país. Siendo cierto el peso específico que este nacionalismo reaccionario de raigambre banderista tiene en la vida política de Ucrania, parece poco realista pensar que esto constituye una motivación real para las élites rusas a la hora de desencadenar un ataque de la gravedad del que está teniendo lugar. Más aún cuando las pulsiones reaccionarias e imperiales del putinismo son cada vez más explícitas, tal y como quedaron acreditadas en el discurso del 21 de febrero, de marcado tenor antibolchevique. Y que se suman a toda una trayectoria de apoyo a tendencias tradicionalistas de corte abiertamente antifeminista y homófobo, tanto en Rusia como en el conjunto de Europa. La épica antinazi juega un papel en esta guerra de propaganda, pero la realidad nos lleva a constatar que tanto del lado ruso como del ucraniano dominan tendencias que entroncan con derechas de corte más o menos radical, lejos de cualquier imaginario emancipatorio.

Tampoco los relatos que dominan la esfera mediática occidental parecen ajustarse a lo que realmente está ocurriendo. Aquí, Occidente sería ajeno al conflicto y actuaría de forma estrictamente reactiva ante un Putin desquiciado. El objetivo: evitar a toda costa la visualización de un conflicto larvado entre grandes potencias, que utilizan a una pequeña nación como escenario sacrificable para dirimir sus disputas. Abundan los paralelismos históricos que pretenden manipular la fibra del gran público europeo y estadounidense: la Conferencia de Múnich, Churchill y la II Guerra Mundial, o incluso guerras de liberación nacional apoyadas por la izquierda durante la segunda mitad del siglo XX. En el Estado español se está produciendo una importante segmentación de los relatos, siempre en un marco de apoyo irrestricto a la escalada militarista. Así, el público de izquierda está tratando de ser seducido a golpe de épica antifascista, rememorando la política de no intervención occidental en apoyo a la II República, o sacando a colación el golpe pinochetista. Mientras, el público derechista está siendo bombardeado con el espantajo de un Putin “comunista” que no resiste la más mínima “prueba del algodón” histórica.

El “espíritu de 1914” en el capitalismo terminal: la pugna entre bloques geopolíticos por el reparto de la tarta

A nuestro entender el paralelismo histórico más riguroso nos remite a 1914 y la IGM, la guerra interimperialista por excelencia. Un choque entre bloques enfrentados en lo que se denominó fase imperialista del capitalismo, determinada por la internacionalización de capitales y corporaciones nucleadas en torno a determinados polos de proyección política, económica y militar –Francia, Inglaterra, la emergente Alemania, EE.UU. o, de forma subalterna, el imperio ruso–. Un conflicto entre élites político-empresariales en el que las clases populares no tenían nada que ganar, en el que fueron utilizadas como carne de cañón en los campos de batalla, y en el que, en consecuencia, no debían tomar partido por sus propias naciones sino unirse contra sus propios gobiernos capitalistas y contra la guerra en un esfuerzo coordinado, tal y como defendió la Conferencia de Zimmerwald.

Las actuales tensiones entre bloques geopolíticos que representan a diferentes fracciones del capital son nítidas desde hace años. Parece evidente que Rusia trata de ganar zonas de influencia en su entorno geográfico inmediato, en disputa directa con la UE y EE.UU. por el Este europeo. Tras la decadencia de la era Yeltsin, el proyecto Putin buscaría recuperar para Rusia parte del estatus de gran potencia perdido, sin por ello renunciar a una economía capitalista dominada por élites empresariales enriquecidas con el saqueo post-soviético de la propiedad estatal. Se trata de ocupar un papel en el concierto de las grandes potencias dominado por unos EE.UU. en decadencia y una China emergente, jugando a la alianza con el gigante asiático pero sin dejarse subsumir plenamente por su influencia. En esta pugna, sus principales bazas son la energética y la militar. Y su prioridad estratégica, el Este europeo, como demuestran iniciativas como la Unión Euroasiática –aunque en los últimos años haya intervenido también en territorios como Siria–.

Por su parte, ni la UE, ni EE.UU. ni la OTAN son actores ajenos a esta disputa, sino que están plenamente inmersos en la misma, buscando preservar un mundo unipolar que ya no existe, dominado por EE.UU. y una Europa subalterna. La constante expansión hacia el Este europeo de UE y OTAN busca afianzar espacios de influencia para potencias como Alemania y EE.UU. respectivamente y de manera complementaria. Y en ambos casos, la existencia de una estrategia de cerco político, económico y militar respecto a Rusia es evidente y explícita, entre otros motivos por su capacidad desestabilizadora en materia gasística y petrolera. Y con la mira puesta también a medio plazo en la más amplia y estratégica operación de cerco geopolítico a China, verdadero contendiente global de las potencias occidentales.

En este sentido, Ucrania es una “pieza de caza mayor” para ambos bloques, en la medida en que es un territorio ampliamente fronterizo –con implicaciones militares que a nadie se le escapan–, con peso en materia económica –tanto por el tejido industrial que predomina en el Este como por su condición de “granero” global–, y por ser zona de paso del gas ruso hacia Europa –el 55% del gas ruso con destino a la UE pasa por este territorio a través de los gasoductos Soyuz, Yamal y Brotherhood–. De ahí que el Acuerdo de Asociación con la UE o la adhesión a la OTAN de este país estén en el centro de la pugna entre ambos bloques. Estamos ante un conflicto en el que el bienestar de la población ucraniana no juega un papel determinante para ninguna de las partes contendientes.

Hoy las tensiones geopolíticas se producen en el marco de una crisis terminal del capitalismo

Ningún fenómeno histórico se repite de manera mimética. Si en 1914 las tensiones entre potencias se desataron en un ciclo todavía expansivo del capitalismo –la principal limitación era geográfica, y había que “llegar antes” a la conquista de territorios aún no incorporados a las cadenas de valor capitalistas–, hoy vivimos un contexto civilizatorio mucho más agónico. Hoy las tensiones geopolíticas se producen en el marco de una crisis terminal del capitalismo, acosado por su incapacidad para generar ciclos de crecimiento económico-productivo de largo alcance; por un cambio climático en proceso de aceleración; y por haberse alcanzado los límites biofísicos del planeta –los picos petrolero, gasístico, etc. ya alcanzados o inminentes, ponen coto natural a un despliegue capitalista que exige crecimiento y expansión, generando espirales inflacionistas como la actual–. El nexo entre este último factor, la condición rusa de suministrador estratégico de petróleo y gas a Europa y el incremento de las tensiones geopolíticas que han desembocado en el actual conflicto es evidente.

Un contexto en el que la “tarta” de la economía global, de la energía y los materiales necesarios para mantener su lógica de crecimiento permanente no da más de sí. Esto supone una agudización de la disputa entre bloques geopolíticos que representan a distintos capitales por acaparar esta “tarta” en detrimento del resto de contendientes, posicionándose de forma ventajosa –o menos desventajosa– en el inminente contexto de decrecimiento y desglobalización forzadas. Es precisamente esta situación agónica en que se encuentra el capitalismo global en tanto que proyecto civilizatorio la que convierte el actual conflicto en Ucrania en una bomba de relojería. Si hasta ahora habían prevalecido lógicas de guerra fría como la guerra comercial, ahora entramos en una fase explícitamente militarizada de la disputa directa entre potencias capitalistas.

Tareas urgentes de la solidaridad internacional

Es urgente que la solidaridad internacional responda a esta coyuntura crítica, marcando una posición consecuente e intransigentemente internacionalista. No hay intereses populares representados en esta geopolítica capitalista. El grado de devastación de la vida que una conflagración entre potencias imperialistas acarrearía –incluyendo en la ecuación la variable nuclear– no hace sino agudizar este imperativo. Urge una agenda internacionalista emancipatoria, firme en no transar con las inercias de dominación de unos y otros gobiernos-capitales.

Para ello es preciso actualizar imaginarios, dejar atrás lógicas de mundos que ya no existen, y recuperar aprendizajes históricos. Dado el paralelismo relativo que trazábamos entre el actual conflicto y la IGM, el internacionalismo socialista de la Conferencia de Zimmerwald, con su insobornable oposición a la guerra inter-imperialista, puede ser un buen punto de partida para repensar las urgencias del presente tirando del hilo histórico emancipatorio. Una tradición que ha quedado un tanto orillada en la medida en que desde entonces se ha venido situando el foco principal de las tareas internacionalistas en la defensa de procesos de liberación específicos. Más aún en el contexto de la Guerra Fría, donde el factor nuclear disuadía eventuales confrontaciones militares directas entre EE.UU. y URSS, que dirimían su disputa en terceros escenarios en los que el alineamiento progresista era claro: Vietnam, Cuba, Nicaragua, etc.

Tras la caída del campo socialista se han producido conflictos y agresiones de corte imperialista –Yugoslavia, Irak–, pero no se había vivido hasta ahora el peligro de una confrontación militar inter-imperialista directa. El conflicto en Ucrania constituye un escenario de este tipo, lo que supone un salto cualitativo que nos exige retomar y adaptar esas claves que entroncan con las mejores tradiciones del antibelicismo socialista e internacionalista. Claves que un siglo después vuelven a estar de plena vigencia, pero que caminan a contracorriente del enardecimiento militarista que aqueja incluso a sectores de la izquierda que se tiene a sí misma por rupturista.

En una disputa entre élites, los sectores populares no deben tomar partido a partir de criterios de corte chovinista

Nuestra apuesta debe pivotar sobre cuatro ejes. En primer lugar, un rechazo intransigente de la guerra, sus dinámicas asociadas y las lógicas capitalistas de gran potencia que la alimentan. En una disputa entre élites, los sectores populares no deben tomar partido a partir de criterios de corte chovinista y deben mantener su independencia frente a la oleada belicista. Esto supone, por supuesto, un rechazo y condena sin ambages de la ofensiva militar imperialista rusa, así como la exigencia de su cese y la retirada del terreno. Y exige también una toma de posición inequívoca respecto de la otra parte de esa pugna geopolítica, el bloque conformado por la UE y EE.UU., así como su política de disputa agresiva de espacios de influencia en el entorno fronterizo de Rusia, incluida por supuesto la militarización creciente del Este de Europa. La consigna “no a la OTAN” es absolutamente pertinente en el actual contexto. Y por supuesto, debemos situar en el centro la exigencia de reimpulsar compromisos de no proliferación nuclear y de desmantelamiento de esta tecnología militar por parte de estas grandes potencias, al ser el máximo exponente del antagonismo entre las lógicas belicistas de gran potencia y la vida en el planeta en todas sus expresiones.

En segundo lugar, cada pueblo debe rebelarse contra sus propios imperialistas. Esto supone que la prioridad política de la solidaridad internacional y la izquierda en el Estado español se debe enfocar fundamentalmente a combatir cualquier iniciativa que desde el Gobierno español –y, de forma más amplia desde instancias de la UE– no se enmarque en la lógica del primer eje. Combatir en nuestro territorio y frente a nuestras instituciones y gobiernos toda disposición de corte belicista, que alimente la dinámica de guerra y que entronque con los intereses hoy dominantes en el bloque geopolítico al que pertenecemos. Por tanto, se impone la oposición a cualquier participación directa o indirecta de tropas españolas en el conflicto, ya sea a través de la OTAN o de cualquier otra estructura, así como el rechazo radical al envío de armas por parte del Estado español y del conjunto de la UE al Gobierno ucraniano.

En tercer lugar, y como consecuencia lógica del anterior, posicionar el criterio de solidaridad activa con las clases populares y los sectores progresistas que a ambos lados del conflicto se oponen a la deriva militarista. Defender, como hemos hecho en el caso de otros conflictos (y a diferencia de la hipocresía comunitaria y su doble vara de medir), la acogida de las personas refugiadas ucranianas generadas por la ofensiva militar rusa. Y desplegar una solidaridad activa con la izquierda rusa que está saliendo a la calle a oponerse a la política imperialista de su propio gobierno.

En cuarto lugar, debe posicionarse con fuerza la necesidad imperiosa de que prevalezcan parámetros de resolución dialogada del conflicto, a través de la negociación por la vía diplomática. Detener la escalada bélica es una prioridad. En este sentido, es preciso apoyar de forma táctica cualquier intento de mediación que pudiera emerger, así como los acuerdos de Minsk como punto de partida sobre el que comenzar una negociación que ponga fin a las hostilidades lo más rápidamente posible. Teniendo la certeza, en cualquier caso, de que ni la vía diplomática ni los mencionados acuerdos son espacios que enmienden la totalidad de la lógica expansiva de las grandes potencias involucradas, pero pueden resultar útiles en un momento en el que se impone la necesidad inmediata de una desescalada.

Hoy como ayer, ¡guerra a la guerra!

--------------------

Gorka Martija (@TMcMartiman) es investigador del Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL) – Paz con Dignidad.

El mundo se encuentra en una encrucijada. La posibilidad de un conflicto entre grandes potencias, derivado de la escalada generada por la invasión rusa de Ucrania, supone una amenaza a la paz de magnitudes desconocidas en décadas. La gravísima decisión del Gobierno español de enviar armamento ofensivo a Ucrania...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Gorka Martija

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí