RAMÓN ANDRÉS / ENSAYISTA Y POETA
“Nuestra sociedad está incapacitada para reconocer al loco”
Esther Peñas 24/04/2022
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Ramón Andrés, ensayista, poeta y autor de aforismos.
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El de los aforismos es uno de los géneros literarios más complejos, por la capacidad de síntesis que exige, el fulgor que despliega, la turbación que siembra, por su belleza. Desde Píndaro o Demócrito a Cioran o Machado, el aforismo, también conocido como sentencia, aerolito, adagio, máxima o proverbio no ha dejado de practicarse. El ensayista Ramón Andrés (Pamplona, 1955), quien lo frecuenta con asiduidad (Los extremos, Puntos de fuga o Malas raíces), acaba de publicar una nueva entrega de agudezas: Caminos de intemperie (Galaxia Gutenberg). Premio Nacional de Ensayo y Premio Internacional Príncipe de Viana de la Cultura, desde el 2017 Andrés es académico de la Real Academia Catalana de Bellas Artes de Sant Jordi.
“Todo es una mala imitación del primer sueño”. ¿Cuánto de onírico, de irracional, tiene el proceso creativo?
En la creación, sin duda, hay una importante parte de irracionalidad, pero una irracionalidad que acepta el orden lógico. Toda obra artística, una partitura, una obra literaria, es una forma de orden, una mediación entre el caos y el cosmos. Eso es lo que hace del arte una expresión distinta. Sin embargo, en este aforismo voy más allá de una cuestión artística y la extiendo a algo que concierne a nuestra existencia y a los deseos a los que nos empuja nuestra voluntad. Vivimos añorando lo que no ha podido ser, y eso que no ha podido ser está en lo que hemos soñado de jóvenes. La Humanidad ha tenido un primer sueño, que es el de la inmortalidad.
“No hay que olvidar que las lenguas antiguas ya nos dijeron lo importante”. ¿Queda algo no ya importante sino distinto por decir o tenemos que conformarnos con fruncir una manera diferente para lo ya dicho?
Es cierto que lo esencial, lo fundamental, ya está dicho. Los “universales” están expresados desde muy antiguo. Nos quedan todavía muchas maneras diferentes de decir, seguramente recurriremos a otras formas de lenguaje, pero lo primordial ya se dijo en los orígenes de las civilizaciones. Sólo podremos avanzar en el lenguaje, y tal vez en “nuevos universales” si nuestra estructura cerebral evoluciona. Hoy somos demasiado parecidos a los que vivieron hace miles y miles de años.
No es cierto que la edad te haga menos vulnerable, la fragilidad emocional es inherente al ser humano
Si “leer restaña y escribir cicatriza”, ¿de qué cura la edad?
La edad no cura, más bien te sitúa mejor en el verdadero sentido de la existencia, en su auténtico significado. No es cierto que la edad te haga menos vulnerable por creer que los años son un seguro de experiencia. La fragilidad emocional es inherente al ser humano. Llora el niño, llora la anciana. Tiembla de miedo el joven, tiembla de miedo la mujer madura y curtida. Lo único que la edad te da es una visión más o menos escéptica del mundo o, en el mejor de los casos, estoica.
“Te endosan la locura, y luego se hacen los cuerdos”. ¿Cómo se reconoce al loco? ¿Qué porción de locura se requiere para crear?
Nuestra sociedad está incapacitada para reconocer al loco, que no solo es exactamente el que grita en un psiquiátrico. Las formas de locura son tan comunes en nuestro mundo que no detectamos a sus protagonistas, los locos. Grandes jefes de Estado, grandes oligarcas, militares que sueñan conquistas por el simple hecho de ocupar, políticos que sueñan con un trono, artistas que se saben eternos, científicos que creen haber superado la naturaleza… muchos de ellos están locos.
“Los mapas no se han trazado para los perdidos, ni siquiera para aquellos que quieren llegar a un lugar. Son para los que ya saben dónde van”. ¿Cuándo conviene saber nuestro cabo, nuestra meta? ¿Hasta qué punto uno decide dónde va?
En este aforismo he subrayado en cursiva de manera irónica al que ya sabe dónde va. Éste es generalmente el convencido de algo, el determinista, el que habla solo con afirmaciones, con aserciones. El que va hacia el poder no duda, el que va solo a por dinero, el que desconoce al prójimo, el que no sabe el significado de la palabra ética, el que vive de la zancadilla. Son legión. “Nuestra meta”… ¿No dijo Kafka que “lo que llamamos camino son vacilaciones”?
El que “nos apuntamos lo mismo a una fiesta que a una dictadura”, ¿se debe a indolencia, acidia, falta de criterio, ignorancia…?
Sí, en parte es debido a todo lo que usted menciona, pero sobre todo se debe a nuestra alarmante falta de responsabilidad y a un mal endémico en nuestros días, como es la inmadurez. Vamos al sol que más calienta sin pensarlo dos veces. Eso nos hace, además de vulgares, indeseables.
Vamos al sol que más calienta sin pensarlo dos veces. Eso nos hace, además de vulgares, indeseables
¿Usted es de los que “han nacido para una sola sed”?
No, son muchas las cosas que me atraen, muchos lenguajes. El conocimiento no tiene una sola senda. Tomás de Aquino decía: “Desconfía del hombre de un solo libro”.
¿Cuándo conviene –si es que conviene– obedecer?
Cuando es para el bien común. Lo contrario es un arrebato de narcisismo.
Caminos de intemperie, ¿es un libro que proviene “de un entusiasmo o de una desolación”?
De una desolación causada por un asunto familiar.
Saber que los poderosos saben que cuentan con la complicidad de casi todos. ¿Ni siquiera la poesía es un arma cargada de futuro, como decía el poeta?
Nunca me ha gustado esta comparación. Lo del “arma” no me convence, y cargarla de futuro todavía menos. Debemos vivir el presente, saber estar en él, hablar mejor de “mañana” que de “futuro”, es más real y cercano. El futuro ya nadie sabe exactamente qué es, aparte de la muerte. No hablan del mismo futuro ni la economía ni la ciencia ni la política. Cada uno lo piensa a su manera y, a causa de ello, nos están dejando sin presente.
¿Cómo se reconoce “lo indescifrable, aquello que dista”, lo que mantiene el asombro?
Lo que se nos escapa, lo que demuestra que estamos hechos de fisuras y de que no lo podemos todo, lo que no está en nuestra mano. Eso, en parte, nos salva. Lo que desconocemos nos hace estar atentos, y eso nos preserva y nos hace mejores.
Habla en alguno de sus aforismos del obrero enfundado en el aburrimiento burgués, pero ¿hay otro tipo de aburrimiento más sofisticado, que se asemeja a esos días que usted ensalza, sin pena ni gloria, o son todos los aburrimientos terribles?
Probablemente sean todos terribles. Pero desear un día sin pena ni gloria no significa que pase por el aburrimiento ni el tedio. Es solo una manera irónica de pedir una tregua. Que no suceda nada. Es honesto pedirlo teniendo en cuenta el vértigo de todo lo que ocurre. Es la necesidad de una bandera blanca.
¿Cómo imagina usted su patria, es decir, sus lectores?
Personas inquietas, que buscan y buscan. Es decir, inconformes.
El de los aforismos es uno de los géneros literarios más complejos, por la capacidad de síntesis que exige, el fulgor que despliega, la turbación que siembra, por su belleza. Desde Píndaro o Demócrito a Cioran o Machado, el aforismo, también conocido como sentencia, aerolito, adagio, máxima o proverbio no ha...
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