Imaginación Radical
Objetivo: matar a Franco
El videojuego ‘Mitad monje, mitad soldado’ despliega un aura de energía magnética. Invita a disparar contra las consignas de adoctrinamiento del fascismo franquista. Despierta un deseo visceral de acabar con esas frases insultantes
Bernardo Gutiérrez 12/04/2022
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“Queriendo a Franco, respetándole, sometiéndonos a su mandato, demostraremos nuestro amor por la patria”. La frase reverbera sobre el negro de la pantalla del videojuego. Un tanque pequeñito dispara balas desde abajo. El desafío del jugador: destruir una cabeza de Franco y todas y cada una de las palabras de esta frase que estaba incluida en la Enciclopedia Activa, de Federico Torres, que se estudiaba en el grado medio en España en los años cuarenta. La pantalla es el nivel 8 del videojuego Mitad monje, mitad soldado, realizado por el artista cubano Rodolfo Peraza. Para llegar a ella, el jugador debe pasar siete niveles previos, liquidando frases de adoctrinamiento de libros de texto para niños y adolescentes de la dictadura franquista. Las frases son elogios desmedidos de la patria y el catolicismo, consignas machistas, racistas, homófobas.
Mitad monje, mitad soldado pertenece a Juega y Aprende, una serie de videojuegos de Rodolfo Peraza que, en sus propias palabras, explora “contenidos ideológicos utilizados para adoctrinar niños y jóvenes”. Las frases a destruir durante el videojuego son impactantes: “Quien no ama a su patria es un descastado. Merece morir fuera de ella”, “la raza blanca es muy civilizada y sobresale por su inteligencia”; “tú, niño español, si alguien se ríe o insulta el nombre de Dios, o de España o de tu madre, ¡no vaciles! con tus puños, con tus dientes y tus pies, arremete contra él”. Suenan inverosímiles, pero fueron inculcadas durante décadas en la mente de millones de españoles.
Cuando el jugador consigue llegar hasta el final del videojuego Mitad monje, mitad soldado, aparecen en mayúsculas dos palabras: “HA PERDIDO!”. Un mensaje que insinúa que no hay manera de ganar la partida al adoctrinamiento. Ha perdido, hemos perdido. Perdemos todos. Se perdió mucho con la educación fascista-franquista: libertad de pensamiento, futuros posibles, derechos, sensibilidad, tolerancia. “El estudio de nuestro pasado documental es un pilar fundamental para no repetir los mismos errores, o al menos, tener una respuesta pública ante ellos, aunque sea a través del arte”, afirma Rodolfo Peraza.
Un inciso para trolls neofacistas y/o franquistas nostálgicos que hayan llegado hasta aquí: no disparen contra Rodolfo Peraza. El primer videojuego de la serie Juega y Aprende, llamado Los árboles impiden ver el bosque, utilizaba contenidos del Manual de educación formal, un libro usado por el Gobierno cubano en las escuelas a principios de la revolución para adoctrinar. En ambas entregas de Juega y Aprende, Peraza explora “la violencia simbólica a la que estamos expuestos en determinados contextos” y trata de “desarmar a través del juego las herramientas simbólicas con las que han intentado controlar nuestro mundo simbólico e imaginario universal”.
Franco no ha muerto
Unos meses antes del 15M estuve involucrado en el colectivo franconohamuerto.com, que surgió para apoyar al juez Baltasar Garzón tras su inhabilitación de la Audiencia Nacional. Intentar investigar los crímenes contra la humanidad del franquismo acabó con su carrera. Franconohamuerto.com, un movimiento colorido e irreverente, apoyó a Garzón para intentar “limpiar las huellas del franquismo de la sociedad española con el apoyo de las nuevas tecnologías”. Pretendía fomentar algo tan básico como la memoria histórica en España y defender la justicia universal. Diseñamos máscaras del juez Garzón (atravesado por flechas falangistas), que llegaron a usarse en manifestaciones. El texto Instrucciones para ser Garzón buscaba nuevos caminos: “La lucha, nunca, bajo ningún concepto, es aburrida. La justicia no es una losa. La memoria es cool”. Como era previsible, las acciones de franconohamuerto.com fueron confirmando el funesto e irónico nombre del colectivo. Franco estaba muy vivo. La campaña de publicidad en autobuses, realizada vía crowdfunding, fue censurada en Madrid y Barcelona. Cada nuevo paso era un tropiezo. Franco, reencarnado en políticos y burócratas, era una especie de sistema operativo de lo que unos años después se denominó Régimen del 78. El pasado, lleno de grisura e impunidad, estaba tapiado. Era un vacío que continuaba trabando el presente. Un objeto premeditadamente olvidado que secuestraba (y continúa haciéndolo) el futuro. Francohohamuerto.com acabó diluyéndose en el magma del 15M, sin conseguir renovar la lucha de la memoria histórica.
El videojuego Mitad monje, mitad soldado despliega un aura de energía magnética. Despierta un deseo visceral de acabar con esas frases absurdas e insultantes. Disparar contra las consignas de adoctrinamiento del fascismo franquista, a través de un mecanismo lúdico, lejos de borrar las huellas de un pasado opresor, nos ayuda a enfrentarnos a su monstruosidad. En griego, verdad se dice alezeia y olvido, leze. Lo que se opone a la verdad es el olvido. Así de simple. La ley del silencio que el nuevo gobierno castellano leonés del Partido Popular (PP) y Vox pretenden imponer sobre la memoria histórica es puro leze, algo antagónico a la verdad. Buscar los cadáveres de los 114.266 asesinatos del franquismo (crímenes forzados en jerga de la ONU) hasta 1952 es un acto de memoria, de verdad, de humanidad. Recordar que Francó creó casi trescientos campos de concentración en los que torturó sistemáticamente a entre 700.000 y un millón de personas, es memoria verdadera (y terrorífica). Cuando José Luis Martínez Almeida, actual alcalde de Madrid, retira las placas conmemorativas del cementerio de la Almudena dedicadas a algunos de los 2.936 republicanos fusilados por el franquismo en la capital entre 1939 y 1944, atenta contra la verdad de la memoria compartida. Y refuerza la impunidad de un régimen fascista que cometió crímenes contra la humanidad, como reconocía el juez Garzón en su célebre auto de 2008. No es de extrañar que el tío abuelo de Almeida, el diplomático Emilio de Navasqües, diese cobijo a criminales nazis huidos de Alemania. Si se aplicara la más mínima memoria o verdad histórica, un político filofascista nunca podría gobernar una capital europea.
Rodolfo Peraza considera que la revisión y recontextualización de documentos históricos de Mitad monje, mitad soldado es un acto de memoria histórica. Lo central, afirma el artista, “es tener los recursos conceptuales necesarios para posicionarnos ante estos procesos con distancia crítica, y poder descubrirlos en momentos actuales”. El “HA PERDIDO!” de la pantalla final del videojuego no es una derrota. Es un guiño irónico. Un gesto que incentiva el ejercicio de memoria. Invita a insistir. A jugar otra vez. Peraza confiesa que en su serie Juega y Aprende sí se puede ganar, aunque “no es fácil, como se dice popularmente en Cuba”. Juguemos. Insistamos.
“Queriendo a Franco, respetándole, sometiéndonos a su mandato, demostraremos nuestro amor por la patria”. La frase reverbera sobre el negro de la pantalla del videojuego. Un tanque pequeñito dispara balas desde abajo. El desafío del jugador: destruir una cabeza de Franco y todas y cada una de las palabras de esta...
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