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“House of the people! Now listed on @airbnb. Book, be many!”. El post en Instagram del artista visual Firas Hallak del 27 de octubre de 2019 contenía una fotografía disruptiva: el Ring Bridge de Beirut, una especie de autopista, decorado con alfombra, frigorífico, sofás y colchones. La segunda imagen era un pantallazo: alguien había subido esa nueva casa a la plataforma AirBNB con el nombre House of the People (Casa de la Gente). Capacidad: más de 50 personas. Precio: 0. Las calles de Beirut estaban tomadas por multitudes indignadas contra la clase política y la carestía de la vida. El grito-hashtag era #thawra, que significa revolución.
Nueve años después de las revueltas árabes, el gesto insurgente era muy diferente al de las plazas rebeldes de 2011: una acción simbólica contra una empresa del capitalismo de plataforma. Fascinado por esa imagen, contacté con conocidos de Beirut, donde había estado hacía unos meses. No tardé en dar con Natham Abboud, quien me explicó cómo transformaron aquella autovía en su hogar-dulce-hogar: “Tuve una idea, ¿qué tal si sacamos nuestros propios muebles y hacemos como si esto fuera nuestra casa?”. Durante unos días, en la Casa de la Gente se cocinó, bebió, cantó, durmió. Se jugaba a las cartas, al fútbol. “Nuestra cotidianidad diaria la hacíamos allí, mientras nos conocíamos mejor”, me matizó Natham.
Firas Hallak me contó entonces que trasladar una sala de estar a las calles era “reivindicar un espacio público al que no se tiene acceso”. Y también que colocarla en AirBNB gratis podría ser considerado “un acto de rebelión contra el neoliberalismo”. ¿Qué carajo ha pasado en esta década? Antes de 2011 nos entregábamos al coach surfing, una plataforma para ceder el sofá a viajeros desconocidos. Ahora, la mercantilización que arrasó durante décadas el espacio público coloniza nuestras vidas privadas. Las respuestas de Firas y Natham me hicieron mirar a mi alrededor con extrañeza: patinetes eléctricos por doquier, un alud de entregadores de Glovo o Deliveroo, muchísimos coches de Uber, hilos invisibles conectando apartamentos vacíos a una plataforma, gente-zombis caminando asomados a la pantalla de un móvil. ¿Qué mierda ha pasado estos años?
El capitalismo del me gusta
Parece que los dichos mutan (¡es el capitalismo de plataforma, estúpido!) y que el “neoliberalismo es el capitalismo del me gusta”, como apunta en Psicopolítica Byun-Chul Han, el filósofo que tanto irrita a la intelectualidad española. Puede que convenga no citarle para todos los asuntos, pero el coreano retrata muy bien las subjetividades neoliberales: “El poder inteligente es más afirmativo que negador, más seductor que represor. Se esfuerza en generar emociones positivas y no explotarlas. Seduce en lugar de prohibir. No se enfrenta al sujeto, le da facilidades”. Píllate un Uber, te lo mereces. Monetiza tu vida privada en stories. Sé un emprendedor de ti mismo. Alquila tu sofá en Airbnb. Qué le jodan a las asambleas y a cualquier cansino entramado colectivo. Ve a tu rollo. Sácale pasta al aire. “El neoliberalismo, y no la revolución comunista, elimina la clase trabajadora sometida a la explotación ajena”, sentencia Byun-Chul Han. Entiendo que le odien: esa frase escuece.
Una década después de la insurrección global de las plazas un fantasma recorre el mundo: el capitalismo de plataforma. Consumimos y nos comunicamos gracias a las suaves y opacas interfaces de las plataformas de ese neocapitalismo. Y no queremos ver el reguero tóxico de sus algoritmos, sus datos en la nube y su inteligencia artificial. La cartografía Anatomy of an AI System –creada por Kate Crawford y Vladan Joler, exhibida en el Victoria & Albert Museum de Londres– desvela el lado oscuro de Alexa, la gran estrella de la inteligencia artificial de Amazon y del capitalismo de plataforma. Alexa funciona a través del pequeño altavoz Echo. Hablas y el altavoz inteligente encuentra tu música en Spotify o nos informa del tiempo. Anatomy of an AI System revela que existen niños africanos esclavizados detrás del litio del altavoz, explotación en las cadenas de montaje de China, naturaleza esquilmada y trabajo no remunerado realizado por los propios usuarios (¡nuestros datos!). En la vida prepandémica, Tiziana Terranova reveló el lado oscuro de Alexa en un encuentro organizado por el Grupo de Estudios Críticos de Madrid. Tiziana denunció que cualquier persona que tenga móvil, navegue por Internet, tenga perfiles en redes sociales o use plataformas de consumo digital se transforma simultáneamente en trabajador no remunerado, recurso y producto al servicio de las grandes corporaciones. Trebor Scholz, que acompañó a Tiziana en aquella sesión, defendió el cooperativismo de plataforma. Su proyecto platform.coop recopila muchos ejemplos regidos por principios de “gobernanza democrática, co-diseño, código abierto y propiedad colectiva”.
El neoliberalismo engullirá nuestras vidas si seguimos alimentando sus plataformas. Las tiendas del barrio desaparecerán si continuamos comprando en webs que contratan a rapidísimos y kamikazes conductores para sus entregas. Si buscamos alojamiento turístico, que respeten la vida barrial, como promueve FairBNB. Si contratamos un servicio de limpieza, que se parezcan a Up & Go, cooperativas de mujeres migrantes en Nueva York. Démosle la espalda a Amazon y compremos en librerías locales gracias a todostuslibros.com. Y si tenemos que mandar un paquete, que sea con un servicio como el de los Entregadores Antifascistas de São Paulo.
Recuperemos el espíritu del coach surfing, carajo. Cedamos nuestro sofá para que alguien nos ceda el suyo un día. Desmercantilicemos nuestra intimidad. Surfeemos sobre subjetividades plataformeras, sí, pero que sean cooperativas. Traslademos nuestra sala de estar a la calle. Y si tienes que alquilar a turistas el sofá para llegar a fin de mes, hazlo. Tienes un lema que te permite ser incoherente: “menos de tres contradicciones es dogmatismo”. Haz un póster con él y pégalo en la pared. Para compensar, afíliate al Sindicato de Inquilinas de tu ciudad, cómprate una bici y desinstala Uber de tu móvil.
“House of the people! Now listed on @airbnb. Book, be many!”. El post en Instagram del artista visual Firas Hallak...
Autor >
Bernardo Gutiérrez
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