ROQUE LARRAQUY / ESCRITOR
“Me interesaba indagar en la voz del villano que se percibe del lado del bien”
Esther Peñas 5/05/2022
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La telepatía nacional (Fulgencio Pimentel) es, más que una novela, un artefacto insólito, difícil de definir, arrastrado por un espinoso discurso científico, informes, cartas, una revisión histórica que ajusta cuentas con maneras del absurdo, narración fragmentaria que, en cualquier caso, exige una lectura de novicio. Entregada y dispuesta. 1933: un grupo de oligarcas dirigidos por un porteño importa una remesa de indios que serán exhibidos en un parque etnográfico. Su autor, Roque Larraquy (Buenos Aires, 1975), consigue en su tercera novela un humor fiero, incómodo, sorprendente. Pocas novelas actuales desconciertan tanto. Pocas hacen disfrutar de este modo.
¿Cómo surge esta historia tan de Scorza, tan de Breton y su humor negro, tan disparatada e insólita, acaso tan anacrónica, en el mejor sentido del adjetivo, tan próxima a los gabinetes de maravillas?
Me interesaba plantear una narración de impulso satírico que asumiera en primera persona la voz del villano que se percibe del lado del bien, la voz reconocible de las hegemonías que pregonan como sentido común el desprecio al pobre y al distinto, el racismo, la misoginia. Quería desplegar esas voces para dejar traslucir la traza de pensamiento mágico que las define, su oscuridad, su daño. Con esos ingredientes es difícil o imposible no pasar de la tragedia al humor.
Somos en el secreto. Ni el amor ni el respeto por los otros podrían darse sin secreto
¿En qué casos sería deseable la telepatía?
¡En ninguno! Imagine los contenidos de su cabeza expuestos al escrutinio de otro. Todo: sus deseos, sus males cometidos, su ingenuidad, su estupidez. Esa verdad a pleno día quebraría a cualquiera. Somos en el secreto. Ni el amor ni el respeto por los otros podrían darse sin secreto.
¿Queda algo, a día de hoy, primitivo en el ser humano?
La relación depredatoria y suicida de los humanos con los desfavorecidos de su propia especie, los recursos naturales y la vida en general.
¿Es más perverso lo civilizado que desconcertante lo salvaje?
No sé qué es lo salvaje exactamente, pero lo imagino como un tipo de experiencia estanca, un modo único de ver la vida, sin variación ni novedad, de cuya existencia solo sabemos por los civilizados que le pusieron ese nombre a su desconcierto.
¿“No hay moral sin auxilio de la lengua”? ¿Siempre “las palabras anteceden al mundo y lo hacen”?
Estas frases aparecen en boca de personajes de La telepatía nacional que ensayan tempranamente y con mucha ignorancia las primeras ideas de una teoría lingüística. Al igual que ellos, no tengo herramientas como escritor para fundamentarlas o rebatirlas, pero sí creo, o encuentro hermoso creer, que la lengua deja su huella en nuestra mirada del mundo, y a veces, como en la literatura, produce mundos donde no los había.
¿El “bien es siempre del orden de lo práctico”?
La novela presenta una situación en la que un hombre occidental blanco y heterosexual de principios del siglo XX entra en contacto telepático con una india que fue arrebatada de su tierra para ser expuesta en un zoológico. Durante el evento este hombre es la india y viceversa. Luego, el hombre le cuenta a otro hombre sobre su experiencia, intentando describir el mundo que habita y piensa ella, pero lo hace con sus palabras de hombre y de blanco, que vienen atadas a sus valores y prejuicios. Esta idea pragmática del bien que él le atribuye a ella es un ejemplo de eso.
¿Qué es lo que más le fascina de este insólito personaje, Amado Dam?
Soy una persona de clase media de Buenos Aires. Me interesa la pregunta sobre el rol de la clase media en la historia de un país desigual como Argentina. Su imaginario, sus fobias, sus complicidades torpes o asesinas con el poder tradicional. Como parte de ese poder tradicional, Amado Dam ofrece un punto de vista donde las clases inferiores aparecen como puro fracaso o caricatura. De hecho, cree que “la clase media se hereda en sangre como una pobreza de espíritu”. En última instancia, me interesó tomar prestada la voz de Dam porque sus ideas del mundo rozan el delirio y quería escribir una novela que por momentos perdiera la cordura.
¿Cuál sería el “reflujo del trauma” en la escritura?
¡No tengo la menor idea!
El pensamiento mágico es una herramienta para narrarse el mundo tan válida y vívida como cualquier otra
¿Qué tiene que tener, hoy en día, un discurso científico para ser creído –o creíble–?
Si la ciencia funciona como tal, en el marco de sus protocolos y sin afirmar nunca lo indemostrable, entonces no necesita ser creíble y creída. Sus respuestas parciales y sus preguntas están al alcance de quien las aborde con compromiso. Sin la mediación del estudio el saber científico es inaccesible o queda en las orillas de la divulgación. Yo no sería capaz de describir el funcionamiento siquiera de una aguja hipodérmica, menos aún el de un analgésico o una vacuna. Cabe preguntarse por qué le exigimos a la ciencia que sea comunicable, que se explique a sí misma y opere como un relato bíblico, es decir, que mantenga su misterio original pero que en última instancia sea comprensible. Quizás le pedimos un relato convincente a la medida de nuestro desinterés.
¿Por qué tiene tan buena recepción el pensamiento mágico incluso allí donde aparentemente no podría sobrevivir?
Porque en la intimidad del sujeto el pensamiento mágico es una herramienta para narrarse el mundo tan válida y vívida como cualquier otra.
¿Se quedan cortos los delirios liberales expuestos en esta narración?
Se quedan cortísimos y como de papel.
La telepatía nacional (Fulgencio Pimentel) es, más que una novela, un artefacto insólito, difícil de definir, arrastrado por un espinoso discurso científico, informes, cartas, una revisión histórica que ajusta cuentas con maneras del absurdo, narración fragmentaria que, en cualquier caso, exige una...
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