OBITUARIO
Despedirse así
Crítica comparada de los duelos por los autores de cómic Neal Adams y George Pérez
Gonzalo Torné 14/05/2022
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En un plazo de tiempo muy breve los aficionados al cómic se han despedido de dos grandes de la historieta estadounidense: Neal Adams y George Pérez. Aunque ambos son artistas excelentes lo cierto es que no tienen la misma magnitud. El trabajo de Pérez era sobrecogedor al estilo de un retablo barroco, impresiona la cantidad y la perfección del trabajo, es sobrehumano pensar en el esfuerzo pero comprendemos (muy humanamente) cómo se ha llegado al admirable resultado final. En Neal Adams el esfuerzo está casi ausente y a menudo es complicado imaginar cómo un ser humano ha podido alcanzar resultados tan insólitos, acertados, impactantes e innovadores que además afectan a todas las áreas de la historieta: el trazo, la narrativa, la composición, la caracterización… Ser contemporáneo de Neal Adams era como ser contemporáneo de Miguel Ángel, voy a echar de menos la sensación, estaba bien ser contemporáneo de Miguel Ángel.
También las dos muertes han sido distintas. No me refiero a las circunstancias personales (que en buena medida desconozco) ni tampoco al afecto, que ha sido parejo. Pese a la diferencia de edad, ambos tuvieron una carrera larga (y se mantenían intermitentemente en activo) y eran muy queridos y admirados por su comportamiento personal. Son célebres las luchas de Adams por mejorar las condiciones de trabajo y los derechos de sus compañeros y de los muchos roces de Pérez con aficionados y compañeros solo saltan chispas de afecto y de reconocimiento.
La diferencia a la que me refiero estriba (menudo verbo) en la manera en que su muerte ha resonado en las redes sociales. La de Neal Adams ha sido más convencional, aunque desde luego inimaginable antes de Twitter, cuando la muerte de un “famoso” se saldaba con un obituario (con mucha probabilidad escrito por Juan Cruz), algún comentario en la radio, y un breve del telediario, si su resonancia era mayúscula. Con suerte cada quien lo podía hablar un rato con tres o cuatro amigos que “sintiesen” algo parecido.
Tras la muerte de Neal Adams se ha producido uno de esos impresionantes pasajes de duelo común en los que miles de usuarios, que lógicamente no se conocen entre ellos, pero movidos por un interés y un afecto común, emiten agradecimientos y elogios al trabajo de un muerto reciente. Una impresionante cadena de duelo que constituye uno de los fenómenos colectivos más emocionantes de nuestro tiempo. Y en la medida que nos afecta la muerte de personas a las que conocíamos solo por su obra tanto o más que a los conocidos superficiales parece ser algo beneficioso: el duelo se pasa hablando, expresándose y con gestos; y estas muestras de aprecio público no son incompatibles con repliegues íntimos, o con un juicio más detallado de la obra, ya cerrada, pero que seguirá aquí, emitiendo, pese a la ausencia de su autor.
La muerte de George Pérez escapa incluso a estas coordenadas novedosas. Pérez advirtió con tiempo de su estado terminal y pudo participar todavía vivo y con la mente clara de la cadena de duelo. No digo que sea la primera vez que ocurre, pero es la primera que le ocurre a alguien que me afecta. Cuando muere alguien es casi inevitable lamentarse de que no pueda enterarse (al menos con los oídos y los ojos de vivo) de todo lo bueno que dicen de él y de su obra, y es todavía más triste si pensamos que muchos artistas pasan sus últimos años lejos “de los focos”, de la consideración pública. Perderse el breve y sentido revival de su obra añade un halo de crueldad a la despedida. Y ha sido muy reconfortante ver a Pérez despedirse envuelto de afecto, sonriente, y en la difusa y cercana compañía de miles de cuentas. No todas las muertes permiten algo así (las repentinas, por ejemplo) ni todos los temperamentos las aceptarían, pero es una buena posibilidad poder acogerse a este servicio espontáneo, otro más, que nos ofrecen las Redes.
En un plazo de tiempo muy breve los aficionados al cómic se han despedido de dos grandes de la historieta estadounidense: Neal Adams y George Pérez. Aunque ambos son artistas excelentes lo cierto es que no tienen la misma magnitud. El trabajo de Pérez era sobrecogedor al estilo de un retablo barroco, impresiona...
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Gonzalo Torné
Es escritor. Ha publicado las novelas "Hilos de sangre" (2010); "Divorcio en el aire" (2013); "Años felices" (2017) y "El corazón de la fiesta" (2020).
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