NOTAS DE LECTURA (XXI)
Contra el oficio y contra el idioma
Ya lo advirtió el crítico Cyril Connolly: averiguar cómo ganarse la vida es uno de los primeros problemas literarios a los que debe enfrentarse un joven escritor
Gonzalo Torné 9/04/2022
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
¿Cómo representar internet? Contra el naturalismo tecnológico. Más o menos todos sabemos cómo funciona internet. Y no digamos ya nuestras redes sociales favoritas. Podríamos elaborar sin pensarlo demasiado, y sin que nos tiemble el pulso, una lista de fenómenos particulares del mundo digital: las famas fugaces, la propagación del interés, los afectos indirectos, la exposición, la bulimia comunicativa, las horas muertas a la espera que pase “lo del día”, la obsesión (incluso benigna) por otro usuario… Pese a conocer perfectamente cómo funciona la vida “bajo la Red” la mayoría de novelas que deciden abordarla (bueno, las que he leído) fracasan por un prurito de naturalismo, una obediencia mimética que la literatura no puede satisfacer. ¿Se acuerdan cuando para demostrar que el personaje estaba escribiendo un correo electrónico se describía el encabezamiento, el destinatario, el tema y unas cuantas arrobas? Se trata de un disparate (como consignar el remitente y dibujar el sello en una novela epistolar). En la ficción la comida, el sexo, las fiestas o salir a dar un paseo no reproducen las sensaciones que estas mismas actividades provocan en la vida real; ofrecen una condensación artística de esa experiencia, una comprensión de sus efectos. Una novela sobre internet que “funcionase” debería sumergirnos en la telaraña del consumo diario de información, de la que no se puede escapar, como no se puede escapar de la revolución industrial o de la era del plástico, es ya nuestro mundo. Convendría también que el escritor tuviese presente que narrar un asesinato no le convierte en asesino, de manera que la inteligencia que expone en una ficción la vida de un cerebro sumergido (incluso triturado) por el consumo de información digital, no debe estarlo del todo, debe ser capaz de salirse del proceso, verlo desde fuera e hilvanarlo en una forma inesperada, pero “convincente”, de manera parecida a cómo Joyce y Woolf abordaron por primera vez la corriente de conciencia y la indeterminación de las emociones. Evitar, en definitiva, la descripción ingenua y elaborar mucho (muchísimo) la construcción artística.
Literatura e idioma. El vínculo en una misma asignatura de los estudios de lengua y literatura (como si la literatura fuese la máxima expresión de un idioma) viene de lejos, y tiene su sentido en la medida que los libros se escriben con palabras. Pero conviene no llevar demasiado lejos la identificación entre “el dominio de la lengua” y la escritura de novelas y poemas. ¿Le pedimos al carpintero que conozca la física o la estructura molecular de la madera? Interpongamos, al menos, una doble prevención: en primer lugar porque el “dominio de la lengua” suele resolverse en prosas de catálogo, puro papel pintado. Y en segundo lugar, porque lo grave no es que un escritor vacile con el régimen preposicional o tuerza la sintaxis, sino que carezca de imaginación y no entienda el mundo que le rodea.
Oficio y dinero. La escritura no es un oficio. Aunque existen escuelas (y otras prótesis teórico-prácticas) sus títulos y refrendos no son imprescindibles para ejercer, luego no son tan decisivas ni necesarias como las escuelas de ebanistería o de repostería, ni como los estudios de ingeniería ni de química, para los futuros profesionales de estas ramas. El escritor no está sindicado, y no existe una escaleta de precios fijos para su trabajo ni se puede establecer una previsión de las ventas ni del dinero que ganará. Sus objetivos son con frecuencia distintos a los del mercado, ni siquiera puede defenderse que coincidan siempre y por completo con los de la editorial donde publica. Las relaciones entre la literatura y las vías editoriales es compleja: la literatura requiere de estos conductos, pero por ellos viajan títulos que no siempre son literatura (y lo mismo ocurre, en fin, en los sacralizados “puntos de venta”). El cuidado de la obra y el cuidado de la carrera no siempre coinciden, y en ocasiones entran en conflicto: quien busca lectores no siempre encuentra público. La cantidad de escritores que viven exclusivamente de sus libros siempre ha sido irrisoria. Ya lo advirtió el crítico Cyril Connolly: averiguar cómo ganarse la vida es uno de los primeros problemas literarios a los que debe enfrentarse un joven escritor.
¿Cómo representar internet? Contra el naturalismo tecnológico. Más o menos todos sabemos cómo funciona internet. Y no digamos ya nuestras redes sociales favoritas. Podríamos elaborar sin pensarlo demasiado, y sin que nos tiemble el pulso, una lista de fenómenos particulares del mundo digital: las famas fugaces,...
Autor >
Gonzalo Torné
Es escritor. Ha publicado las novelas "Hilos de sangre" (2010); "Divorcio en el aire" (2013); "Años felices" (2017) y "El corazón de la fiesta" (2020).
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí