1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

LUIS FERNANDO GARCÍA / ACTIVISTA DE DERECHOS DIGITALES

“Ninguna democracia se puede permitir tener herramientas tan poderosas como Pegasus”

Sebastiaan Faber 19/05/2022

<p>Luis Fernando García en una imagen reciente. </p>

Luis Fernando García en una imagen reciente. 

R3D

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Pegasus acaba de remover las aguas políticas españolas, pero la verdad es que lleva años cabalgando. En 2017, por ejemplo, la mexicana Red en Defensa de los Derechos Digitales (R3D) publicó un informe que demostraba cómo dos gobiernos mexicanos habían usado el notorio software del grupo NSO para espiar a periodistas, activistas, políticos y defensores de derechos humanos al menos desde 2015. Solo en México, donde los primeros contratos de agencias gubernamentales con NSO datan de 2011, se han llegado a identificar hasta 15.000 teléfonos infectados.

Fundada en 2014, R3D defiende el derecho a la privacidad en la comunicación digital, el acceso universal al internet de banda ancha, la libertad de expresión digital y el conocimiento libre. Luis Fernando García, director ejecutivo de la Red desde sus inicios, es licenciado en Derecho y máster en Derechos Humanos. 

Ustedes llevan mucho tiempo advirtiendo contra los peligros de programas como Pegasus. ¿Cuánto hay de nuevo en el informe de Citizen Lab y el reportaje del New Yorker sobre la vigilancia a independentistas catalanes y vascos que tanto revuelo ha causado en España?

Desafortunadamente la historia es muy similar a las que conocemos no solo de México sino de otras partes del mundo, desde países decididamente autoritarios como Arabia Saudí y democracias débiles como México a democracias con un prestigio mayor, como la española.

¿Esa ubicuidad, qué indica?

Nos habla de que tal vez el problema no sea el tipo de Estado o su organización democrática, sino el tipo de herramientas que se está usando.

¿Ve diferencias entre lo que ha venido ocurriendo en España y lo que pasó en México? 

Hay paralelismos y divergencias. En México, donde llevamos unos cinco años desde las primeras denuncias sobre el uso de Pegasus, prácticamente no ha pasado nada. No ha habido apenas un proceso de esclarecimiento. Nadie ha asumido responsabilidades. El gobierno se enrocó en la negación. En España, en cambio, el Gobierno optó por reconocer el espionaje y defenderlo. Eso, la verdad, me sorprendió. ¿Cómo se puede defender políticamente el espionaje a diputados, que encima son aliados de tu gobierno? Además, el hecho de que el Gobierno español defendiera que las escuchas se hicieron con autorización judicial lleva a pensar que hay un problema con el Poder Judicial, que al parecer está dispuesto a autorizar ese tipo de intervenciones. Eso sí, a diferencia de lo ocurrido en México, en España sí que ha habido al menos un cese, aunque parece que no fue por el espionaje interno, sino por el fallo a la hora de defender al Gobierno del Estado de ataques de otros gobiernos. 

Algunos han alegado que los Estados siempre espían. Si antes se escondían micros, pinchaban teléfonos y abrían sobres, hoy los servicios secretos hurgan en los móviles. En otras palabras, han cambiado los métodos, pero el principio es el mismo.

Que no sea nuevo no lo justifica de ninguna manera. Pero además es importante entender la diferencia entre lo que se hacía antes y lo que ocurre hoy, dada la potencia de las herramientas que se están usando y la cantidad de información que generamos como personas en contacto con distintos dispositivos digitales. No es lo mismo una intervención de comunicaciones de los años 80 que un programa como Pegasus, que da acceso no solo a llamadas, sino a mensajes, fotografías, contactos, archivos, todo lo que teclees, la cámara, el micrófono, la geolocalización, en un dispositivo que nos acompaña a todos lados y que abarca nuestra vida entera. Es una vigilancia mucho más intensa que la de antes.

No es lo mismo una intervención de comunicaciones de los años 80 que un programa como Pegasus

¿Qué significa esto en términos de derechos humanos?

Significa que, si ya antes la vigilancia estatal era cuestionable, hoy lo debería ser mucho más. Significa que nos toca repensar y replantear la legitimidad de las actividades del Estado en una democracia. Hace falta modificar radicalmente lo que consideramos aceptable. ¿Dónde están los límites de la vigilancia? ¿Qué mecanismos y funciones son necesarios para controlar ese poder? El tipo de vigilancia que pueden ejercer los Estados hoy no tiene nada que ver con el de antes, ni las consecuencias son las mismas.

¿Las consecuencias?

Los efectos concretos de estas prácticas a lo mejor se pueden trivializar en un país como España. Pero en otras partes son muy, muy graves. En México –donde son asesinados más periodistas que en muchos países en guerra–, el espionaje ha tenido como objetivo a periodistas, a defensores de derechos humanos, a los familiares de los 43 desaparecidos en Ayotzinapa, así como a sus abogados y el grupo de expertos independientes que fue invitado al país a ayudar con la investigación. 

Nos toca repensar y replantear la legitimidad de las actividades del Estado en una democracia

Ayotzinapa ha vuelto a poner el foco en la connivencia entre el Estado mexicano, sus fuerzas de seguridad y el crimen organizado.

Es verdad que en México no siempre hay una línea bien definida entre Estado y delincuencia. Pero lo mismo sucede en todas partes, España incluida: no hay Estado sin elementos corruptos. Ahora bien, ya hemos visto cómo se ha abusado de herramientas como Pegasus en países autoritarios como Arabia Saudí. Pero sería un grave error aceptar o normalizar su uso en países con una tradición democrática más consolidada. Por más sólidas que sean las instituciones democráticas de un país, este puede acabar avasallado por el poder del dinero, del crimen o del fascismo. Recordemos lo ocurrido en Polonia o Hungría. Ninguna democracia se puede permitir tener una caja negra tan poderosa que opera con tan pocos controles y que resulta tan fácil de abusar de maneras terribles. 

Otra diferencia con la vigilancia estatal de antes es el papel central que juegan hoy las empresas privadas, incluidas empresas con fuertes vínculos estatales como lo es el Grupo NSO.

Hay numerosos Estados que tienen una capacidad tecnológica suficiente para desarrollar sus propias herramientas de vigilancia o que han generado y apoyado poderosas industrias. Israel no es el único, ni mucho menos. También hay herramientas italianas, estadounidenses, británicas, alemanas y chinas que están empezando a aparecer. Además, se trata de programas cada vez más avanzados. En los casos que inicialmente detectamos en México, por ejemplo, era necesario darle clic a un enlace para activar el programa. Hoy ya no es necesario que el usuario haga nada para que se infecte su dispositivo. Es difícil exagerar la gravedad del asunto. No olvidemos que este tipo de tecnología depende de la explotación de vulnerabilidades en software y hardware que utilizamos miles de millones de personas en el mundo. 

Por sólidas que sean las instituciones democráticas, pueden caer ante el poder del dinero, del crimen o del fascismo

Vulnerabilidades que las empresas tecnológicas y los Estados dicen querer subsanar.

Bueno, hasta cierto punto. Por un lado, hay todo un discurso global sobre la ciberseguridad y sobre el hecho de que nuestra sociedad y economía dependen cada vez más de la resiliencia de los dispositivos electrónicos en los que están basados nuestros trabajos, nuestras vidas personales, nuestras industrias, etcétera. Pero al mismo tiempo, esos mismos Estados, incluidas muchas democracias, están incentivando lo que esencialmente es una industria de criminales informáticos enfocados en identificar vulnerabilidades, no para reportarlas y que sean parcheadas, sino para explotarlas con fines de ganancia personal. 

No deja de ser una actitud hipócrita de parte de los Estados. 

Pero además es irresponsable porque amenaza la seguridad de miles de personas. Hay un montón de ejemplos de herramientas de vigilancia desarrolladas por gobiernos que terminan siendo utilizadas para fines criminales. Eso pasó en Estados Unidos, donde se robaron herramientas de la NSA que después fueron usadas por hackers norcoreanos y chinos –delincuentes informáticos– en contra de las propias industrias estadounidenses. 

Desde R3D, ustedes abogan por un cambio fundamental de actitud.

El mundo tiene que tomar decisiones que no ha querido tomar. Tenemos que elegir qué queremos. ¿Queremos que nuestra estructura tecnológica, cada vez más importante para la vida moderna y para la economía y para la sociedad, sea resiliente y segura? ¿O queremos que no sea resiliente y segura para así poder seguir espiando a las personas? Es un dilema de seguridad que no se ha querido afrontar. En cambio, se ha querido generar ambigüedad para que algunos Estados exploten esas vulnerabilidades informáticas. 

Son muchas las herramientas de vigilancia desarrolladas por gobiernos que terminan siendo utilizadas para fines criminales

Argumentan ustedes que la industria del espionaje también explota las vulnerabilidades de los propios Estados. Si un programa como Pegasus se cuela por la puerta trasera de una aplicación, empresas como NSO acaban por colarse en las instituciones, corrompiéndolas.

La industria de la vigilancia genera problemas no solo de seguridad sino políticos, morales y jurídicos. En México hemos visto claramente que las compras de herramientas de espionaje son fuentes importantísimas de corrupción. Como se trata de contratos secretos por razones de seguridad nacional, les rodea una opacidad y una discrecionalidad muy propicias para inflar precios, elegir proveedores, encajar mordidas indebidas… ¡Todo del gasto público! Sabemos, además, que países como Israel utilizan esas ventas también como una herramienta diplomática. Lo que no sabemos es si, después, de alguna manera tienen acceso a la inteligencia que genere el uso del software de vigilancia por los clientes.. La opacidad es total.

Ustedes, en cambio, piden transparencia.

Si los Estados nos piden que aceptemos la vigilancia como un mal necesario, tienen que aceptar que sepamos mucho más sobre qué poder tienen y cómo lo utilizan. ¿Van a ser menos efectivas sus herramientas con más transparencia? Puede ser. Pero en el caso contrario, el riesgo es demasiado grande, como ya hemos visto. 

Si nos piden que aceptemos la vigilancia como un mal necesario, tenemos que saber mucho más sobre qué poder tienen

¿Cuáles son los agentes o agencias mejor situados para asegurar esa transparencia? ¿Quién debería ejercer el control que hoy falta? ¿La judicatura? 

El control judicial es importante, pero no es suficiente. El mismo caso de España ejemplifica que el control judicial no necesariamente garantiza que estas herramientas vayan a ser utilizadas de manera adecuada. Más importante que el control judicial es la regulación de este tipo de herramientas: qué puede adquirirse y usarse. Tenemos que asumir que no toda herramienta es legítima. Algunas simplemente conllevan demasiado riesgo. Hay que comprender que una democracia simplemente no resiste que alguien dentro del Estado tenga acceso a una herramienta tan poderosa, por más útil que pueda parecer. No todo lo que es útil es necesariamente compatible con una democracia. Este es el debate que tenemos pendiente.

¿Y después del debate?

Es importante generar mecanismos institucionales capaces de prevenir o evitar los abusos. Esto significa, en primer lugar, que debe ser posible detectar esos abusos. Uno de los problemas principales de este tipo de violaciones de derechos humanos es la dificultad de su detección. Las víctimas muchas veces no son conscientes de serlo. Ni mucho menos se dan cuenta de las formas en que el espionaje está afectando su vida. Las consecuencias pueden ser muchas y muy graves, como hemos visto en México. Van desde la extorsión, el chantaje y los ataques reputacionales hasta los ataques físicos y legales o incluso la muerte. Ha habido casos de periodistas espiados que acabaron asesinados. La dificultad de la detección hace que los que te espían puedan joderte la vida sin que te des cuenta. 

Y aunque te acabes dando cuenta no lo puedes demostrar.

Exacto. Mira, no estoy diciendo que el espionaje digital sea una violación de derechos humanos más grave o importante que otras violaciones, como la tortura o el asesinato. Pero al menos, cuando te torturan, sabes que estás siendo torturado. Se genera evidencia en tu cuerpo. Es una violación que las herramientas tradicionales de defensa de derechos humanos están más capacitadas para documentar. En el caso de Pegasus y programas similares estamos tratando de documentar lo invisible, lo secreto, lo difícil o imposible de detectar. Esa misma invisibilidad también hace que a la sociedad le cueste asumir la seriedad del asunto. Por eso las organizaciones alrededor del mundo que nos dedicamos a este tema tenemos como principal objetivo tratar de sacar a la luz cosas que están escondidas y evidenciar las gravísimas consecuencias de estas violaciones de derechos humanos. En México y en muchas partes del mundo, vigilar ilegalmente es un delito muy grave. ¿Pero de qué sirve que se penalice con muchos años de cárcel si no tengo manera de saber quién espía a quién? Por eso, precisamente, hay que crear mecanismos no solo para evitar o prevenir que los abusos sucedan, sino para que, si suceden los abusos, se puedan detectar. 

Esta lucha por la transparencia exigirá un cambio importante en la cultura política. 

En parte estamos enfrentándonos a un círculo vicioso. En México, particularmente, la vigilancia ha sido una herramienta fundamental para mantener los pactos de impunidad entre las clases políticas y económicas, pero también entre éstas y el crimen organizado. El espionaje mutuo fomenta las complicidades y la extorsión. Esto a su vez genera acuerdos para mantener todo bajo el agua, lo que solo hace que se puedan perpetuar este tipo de abusos sin que nadie le ponga un freno.

En fin, los obstáculos son muchos.

Definitivamente. Para empezar, hay una asimetría de poder muy importante. Pero creo que lo que se ha logrado en los últimos años, en lo que hemos sacado a la luz este tipo de casos, ha generado oportunidades únicas, históricas, que tampoco van a ser para siempre. Hay que aprovecharlas ya. No hay tiempo que perder. La tecnología va a seguir avanzando, va a ser cada vez más poderosa y menos detectable. Quienes tienen acceso a este gran poder van a seguir encumbrándose en el poder político y económico, minando las luchas democráticas. 

A pesar de todo, le detecto cierto optimismo.

El trabajo que hemos hecho está surtiendo efecto. Ha detonado, por ejemplo, que compañías como Facebook, WhatsApp o Apple demanden a NSO. Y eso sin duda ayuda a la correlación de fuerzas. Por otra parte, sigue habiendo relaciones de complicidad entre Estados e industrias –incluidas, desde luego, las grandes empresas tecnológicas como Facebook y Apple, cuya colección y uso de datos personales también se tiene que controlar más– que hay que empezar a romper. Por otra parte, hay cada vez más conciencia de que las herramientas de vigilancia de origen chino, israelí, estadounidense, etcétera pueden representar una amenaza a la seguridad nacional de los países que las compren. Creo que cada vez más países se preguntarán si quieren depender de determinadas herramientas –por más poderosas, útiles o atractivas que puedan parecer– sin saber a quiénes benefician realmente. 

Entonces, sí, yo creo que ha habido muchos avances. Los organismos internacionales de derechos humanos han empezado a involucrarse más. Se habla de moratorias a la industria de la vigilancia. Y se han abierto debates sobre los marcos jurídicos para la utilización de estas herramientas y la rendición de cuentas. Pero como decía, no sé cuánto va a durar esta oportunidad. Hay que actuar ya. Tenemos que seguir visibilizando los efectos de estas invasiones de la privacidad y demostrar cómo pueden minar las libertades democráticas y ser utilizadas para fines de opresión política. Tenemos que movilizarnos. En el fondo, esta es una disputa política, jurídica, económica y cultural. Los abusos están pasando, no hay duda. Pero no son inevitables. Es necesario –y posible– desarrollar soluciones prácticas y reales.

Pegasus acaba de remover las aguas políticas españolas, pero la verdad es que lleva años cabalgando. En 2017, por ejemplo, la mexicana Red en Defensa de los Derechos Digitales (R3D) publicó un informe que demostraba cómo dos gobiernos...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Sebastiaan Faber

Profesor de Estudios Hispánicos en Oberlin College. Es autor de numerosos libros, el último de ellos 'Exhuming Franco: Spain's second transition'

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí