POBREZA MENSTRUAL
Dos de cada diez personas menstruantes no tienen acceso a los productos de higiene adecuados
La falta de formación y la discriminación por causas relacionadas con la regla provocan riesgos para la salud y carencia de oportunidades
ctxt 1/06/2022
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El Día de la Higiene Menstrual es una iniciativa celebrada cada 28 de mayo con el objetivo de terminar con la pobreza menstrual, concienciar acerca de la adecuada higiene y gestión de la regla, así como también modificar percepciones negativas, tabúes o estigmas en torno a la menstruación.
El concepto de pobreza menstrual alude a la falta de acceso de mujeres y niñas a productos e infraestructuras para la gestión menstrual adecuada, donde estarían incluidos, no solo artículos sanitarios relacionados con la higiene propiamente dicha (compresas, tampones, etc.), sino también otros productos tales como ropa interior, análgesicos, o incluso agua potable. De la misma manera, se tiene presente el acceso a educación e información suficientes para el correcto manejo de la menstruación. Además, la pobreza menstrual debería entenderse, no solo como la falta de “acceso absoluto” a productos menstruales por dificultades económicas, sino también la falta de “acceso parcial”. Es decir, la existencia de barreras económicas para acceder a aquellos productos que promueven en mayor medida la salud y el bienestar menstrual.
El término ‘pobreza menstrual’ fue acuñado en 2016, y si bien esta carencia afecta mayoritariamente a las mujeres y otras personas con capacidad de menstruar de los países en vías de desarrollo, España no es en absoluto ajena a este fenómeno.
En ese sentido, el Instituto Universitario de Investigación en Atención Primaria Jordi Gol Gurina realizó una encuesta en 2021 entre 22.823 mujeres y personas que menstrúan en el Estado español. Se halló que hasta un 22,2% de las participantes aseguraron no haber tenido acceso a productos menstruales en algún momento de su vida por motivos económicos. Además, un 39,9 % reportó no haber podido costear el producto menstrual de su elección.
Respecto a los métodos empleados, algunas de las encuestadas combinan métodos reutilizables y no reutilizables, mientras que otras se decantan por un único método. Así, el 74,6% de las encuestadas utiliza productos menstruales no reutilizables (compresas y tampones de un solo uso), y el 58,8% utiliza productos reutilizables (copa menstrual, compresas de tela, braguitas menstruales). No obstante, el 11,6% de las participantes emplea papel higiénico y el 4,3% pañales como productos menstruales y el 4,6% practica el sangrado libre. Llama la atención el porcentaje de participantes que utiliza productos no diseñados para la gestión menstrual (papel higiénico y pañales). Las responsables del estudio señalan que el uso de estos productos podría ser una de las consecuencias de la falta de accesibilidad a productos menstruales.
Los principales factores de riesgo para esta falta de acceso a productos sanitarios básicos fueron identificarse como persona no binaria, haber nacido fuera de España, estar residiendo en España en una situación administrativa irregular y tener una situación laboral precarizada. Por otro lado, los factores protectores ante la pobreza menstrual fueron tener estudios universitarios y no haber tenido problemas socioeconómicos en los últimos 12 meses.
Además, el 74 % de las participantes indicaron haber sobreutilizado algún producto menstrual por no haber tenido acceso a un lugar adecuado para cambiarlo. Entre las más afectadas se encuentran las trabajadoras a tiempo completo, las mujeres más jóvenes y las que tienen más dificultades socioeconómicas. Una vez más, los ambientes laborales inadecuados, la falta de formación y la pobreza actúan como factores de discriminación y generan riesgos para la salud de las mujeres.
En el estudio mencionado se constató también que el absentismo laboral por cuestiones de salud menstrual fue comunicado por el 18,3% de las participantes, mientras que el absentismo escolar se señaló entre el 56,6% de las mujeres consultadas. El 76,4% de las participantes indicaron la necesidad de tener flexibilidad horaria o teletrabajar para un mejor manejo menstrual, y el 49,9% pidieron tener acceso a la baja menstrual (por ejemplo, para casos de dolor menstrual intenso).
Además, más del 42% de las participantes señalaron haber padecido discriminación menstrual en alguna ocasión. Las personas no binarias, con más dificultades económicas o residiendo en España en una situación administrativa irregular fueron las que más probabilidad tuvieron de sufrir esta situación.
La capacidad para acceder a servicios sanitarios para consultar sobre la menstruación fue significativamente más alta en participantes con educación universitaria. Sin embargo, el 57,8% de las encuestadas afirmó no haber tenido educación menstrual suficiente, siendo el entorno familiar, el colegio y las amistades las principales fuentes de aprendizaje menstrual. Así, el 12,6% de las encuestadas ni siquiera sabía qué era la menstruación, y el 47% tenía apenas información parcial sobre este proceso fisiológico antes de que se produjese la menarquia (nombre que recibe la primera regla). Además, el 48,7% declaró que no se sentían preparadas para tener la menstruación cuando la tuvieron por primera vez. En la etapa adulta, las mujeres y personas que menstrúan se informan sobre la menstruación sobre todo a través de internet (60%) y redes sociales (35,1%).
Respecto al dolor menstrual, el 7,9% considera “normal” que la menstruación vaya acompañada de dolor intenso, mientras que el 3,8% cree que no es necesario consultar a una profesional de la salud por dolor menstrual. Estos datos señalan una normalización del dolor y de las alteraciones menstruales, una de las barreras más significativas para detectar problemas de salud que pueden llegar a ser muy incapacitantes, como la endometriosis.
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ctxt
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