En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Querida comunidad de CTXT:
Hablar para los convencidos está mal visto. Vendría a ser una torpeza táctica o incluso puro cretinismo estratégico. Habría una izquierda tonta y autorreferencial que habla y escribe para los convencidos y habría una izquierda lista y transversal que habla y escribe para los no convencidos, para “los que faltan”. No sé, Rick…
Nadie en su sano juicio puede defender discursos que no refuercen y amplíen una posición ideológica o cultural. Eso todos lo deberíamos de tener claro. El problema que os planteo aquí, queridos lectores y lectoras, es que la presunta existencia de “los convencidos” es básicamente una falacia. Ni siquiera los que leéis CTXT, ni siquiera los que escribimos en CTXT, estamos plenamente convencidos de muchas cosas. Todos somos receptores de un bombardeo ideológico-cultural permanente, que nos penetra y nos orienta (a veces incluso nos define) ideológicamente. En general, los muros identitarios y simbólicos tras los que nos refugiamos son muros de papel. ¿Quién no ha visto a señores con casas decoradas con retratos de La Pasionaria y hasta con algún cartel con la hoz y en martillo que reproducían en sus conversaciones cuñadismos y convencionalismos perfectamente conservadores y machistas? No hay camiseta del Che Guevara que actúe como vacuna ideológica de nada, y no digamos ya los productos pop más o menos progres. Los libros protegen un poco más, pero hacen falta dosis permanentes de literatura y de ensayos para que hagan algún efecto. Pero es que, además, difícilmente compiten con los efectos devastadores de los productos ideológicos informativos y de entretenimiento. Para la pelea ideológica cotidiana, las convicciones que uno acarrea de su historia familiar o de su historia personal suelen servir de bien poco. Las grandes bibliotecas y el cine sirven de trinchera, pero muchas veces conducen al aislamiento, como un refugio personal de quien no quiere saber nada de un mundo de mierda que cada vez parece más de mierda. Por eso hay que hablar y escribir para que haya gente convencida de algo y dispuesta a abandonar el aislamiento y salir a dar una pelea ideológica por la transformación de los sentidos comunes que son, créanme, tanto o más relevantes que las condiciones materiales.
Leía esta mañana el magnífico artículo de Ignacio Echevarría sobre los debates de los intelectuales españoles a propósito de la OTAN en el marco del referéndum del 86. Es un artículo estupendo para entender cómo la ideología es un campo de combate inestable y permeable a la acción político-ideológica. Echevarría explica que a finales del 81, El País encargó un sondeo sobre las opiniones de los españoles a propósito de la OTAN. El estudio concluía que sólo un 18% de los ciudadanos estaban a favor de entrar en la OTAN, mientras que, atención, el 52% se declaraba abiertamente en contra y el 30% no sabía o no contestaba. Echevarría explica a continuación que el “Gobierno del PSOE tuvo que emplear todo el peso del Estado y de los medios públicos para doblegar la voluntad de una ciudadanía que, en las encuestas, no mucho antes de la celebración del referéndum, se manifestaba favorable a la salida de la OTAN”. No estoy del todo de acuerdo con la expresión que usa Ignacio. El Gobierno y sus aparatos no doblegaron nada, sino que convencieron a la mayoría de los españoles de que entrar en la OTAN era bueno para ellos y para España ¿Que lo hicieron con mentiras, con manipulaciones y valiéndose de la televisión pública y de buena parte de la prensa? Pues claro. Como dicen en la nueva temporada de Borgen, “esto es el Gobierno, no una guardería” ¿Que lo hicieron gracias a la complicidad transformista de muchos intelectuales y gentes de “la cultura” que venían del progresismo? Pues claro. Ahora que no nos lee nadie: ¿Existe un sector social más vulnerable al halago y a las oportunidades profesionales que conlleva, que el de los intelectuales y las gentes “de la cultura”? Los intelectuales son el sector social menos convencido que puede existir en una sociedad y, en España, por una columna de opinión en El País se reconcilian –como cantaba Sabina– Abel y Caín y el Tajo pasa por Valencia… ¿Que hubo excepciones? Por supuesto, pero los mejores, como Manuel Vázquez Montalbán, han tenido siempre la mala costumbre de morir prematuramente y dejarnos a solas con los peores.
Pero a lo que vamos, querida comunidad de CTXT. Hay que hablar y escribir para que haya convencidas y convencidos de algo. O si no, tendremos que seguir aguantando que la progresía se atreva a decir desde El País que los jueces ultraderechistas de Estados Unidos son leninistas rancios o, desde las instituciones, que hay que recibir a la OTAN con ilusión y orgullo. Escribamos y hablemos para que haya convencidos de algo y para que, con un poco de suerte, los nuevos conversos sientan algo de vergüencita antes de justificar la ideología otanista.
Se os quiere, lectoras y lectores. Siempre vuestro,
Pablo Iglesias
Querida comunidad de CTXT:
Hablar para los convencidos está mal visto. Vendría a ser una torpeza táctica o incluso puro cretinismo estratégico. Habría una izquierda tonta y autorreferencial que habla y escribe para los convencidos y habría una izquierda lista y transversal que habla y escribe para los no...
Autor >
Pablo Iglesias
Es doctor por la Complutense, universidad por la que se licenció en Derecho y Ciencias Políticas. En 2013 recibió el premio de periodismo La Lupa. Fue secretario general de Podemos y vicepresidente segundo del Gobierno.
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí