Bang-Bang
Periodismo de escopeta nacional
Vivimos en el siglo del ruido mediático, bajo el peso de una implosión informativa que distribuye desordenadamente en nuestra mente todo su peso
Casandra Greco 21/07/2022
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La desinformación tele-dirigida resuena a escopeta nacional aunque sea un misil que apunta a discreción una vez alcanza la diana. Bang-bang, io sparo a te. Bang-bang, per ridere. Bang-bang, per fingere di uccidere…e vincerà chi al cuore colpirà cantaba Mina. El mal periodismo es la esclavitud de la sugestión. Seduce bajo el trato cortés del “respeto” informativo en interés público cuando lo que busca es anular el pensamiento crítico. Es un arma disparada desde el prejuicio con el fin de suprimir cualquier oposición que ponga en riesgo la pérdida de poder hegemónico de la mayoría conservadora. La información tóxica fue clave en la orquestación de la campaña de caza de brujas del segundo temor rojo liderada por el senador republicano Joseph McCarthy en 1950. Esta melodía persiste y ha cobrado impulso. El mal periodismo se sirve siempre del escándalo. Su interés no es ofrecer la verdad contrastada, sino la “opinión que precede a los hechos” sin prestar suficiente atención a las pruebas. Se trata de persuadir, de “acuchillar” a salto de rumores que se inoculan en las mentes del lector o televidente hasta conseguir que la verdad contrastada resulte “antipática”. Se tirotea a la prensa honesta e independiente porque es incómoda. Pero hay muchas guerras que, dependiendo de su objetivo, acaban por explotar o perderse en el vacío. #Ferrerasgate-Villarejo es solo uno de esos misiles camuflados bajo el paradigma de la “pluralidad” informativa. Es una señal de la profundidad del mal que se expande bajo las cañerías y tubos que entretejen el poder que ansía la distopía. El festival internacional de luz de Madrid nunca iluminó la Cañada Real.
Vivimos en el siglo del ruido mediático, bajo una implosión informativa que distribuye desordenadamente en nuestra mente todo su peso. Millones de ciudadanos permanecen hipnotizados cada día ante sus pantallas y redes sociales presenciando una masacre “sin sangre”: el asesinato de la verdad. El mal periodismo en cualesquiera de sus formatos produce idéntico efecto porque sigue el patrón tóxico de la táctica de McCarthy, como el uso de métodos de investigación y acusación considerados injustos con el fin de suprimir la oposición. El rumor y la agitación perversa se agigantan y legitiman en pos de abatir al grupo social que amenaza sus intereses. No importa el precio a pagar mientras se evite alcanzar la plena igualdad social. La democracia y la justicia social se asaltan cada día con información basura. Se trata de desbancar lo público en favor de la privatización, incluida la informativa, pero el Watergate dio a luz a la Freedom for Information Act que destapó numerosas operaciones encubiertas. La carta abierta de Émile Zola, “J’Accuse”, por el escándalo Dreyfus fue un alegato en defensa de la verdad y del periodismo libre, aquél que no se sirve de “escándalos” para triplicar sus ventas ni está al servicio de intereses ajenos al bien público. Un periódico puede denominarse La Verdad y no reflejar nunca en sus páginas que al pie de la redacción duerme una persona sin hogar. Puede omitir incluso cómo un guardia lo reprende. No silenciar. Protestar y denunciar la corrupción “líquida”. Gracias al periodismo limpio de Jack London, la miseria social salió impresa en letras de molde. “En el mercado”, escribió “ancianos y ancianas tambaleantes buscaban en la basura tirada en el fango patatas, frijoles y verduras podridas, mientras los niños pequeños se apiñaban como moscas alrededor de una masa de fruta supurante”. Esa y no otra es la “fuerza necesaria” del buen periodismo. Gracias por leernos, aunque hayamos debido sacrificar dobladillos, para seguir sobreviviendo.
La desinformación tele-dirigida resuena a escopeta nacional aunque sea un misil que apunta a discreción una vez alcanza la diana. Bang-bang, io sparo a te. Bang-bang, per ridere. Bang-bang, per fingere di uccidere…e vincerà chi al cuore colpirà cantaba Mina. El mal periodismo es la esclavitud de...
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Casandra Greco
Filósofa, bioeticista e investigadora científico social en salud pública. Defendí derechos en salud en el edificio Berlaymont de la UE, entre otros organismos. Aquí me mueve la protesta ardiente por su derecho a ser felices.
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