Madriñeando (I)
La ‘City’ madrileña, la Castellana y un señor bajito contento
Ni Mordor se empezó por la torre del gran ojo, ni el futuro Distrito Financiero se podría plantear sin la vía que vertebra el centro de la capital. Es el Paseo de la Castellana: 6,3 kilómetros que concentran gran parte del mal
Álex Blasco Gamero 21/07/2022
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Madrid, el verano azota y la contaminación de la ciudad lo hace aún más terrible. Junto a la entrada principal de la torre Cepsa –anteriormente conocida como torre Bankia, torre Caja Madrid o torre Repsol– del Paseo de la Castellana, un hombre de no más de 30 años vestido de un monocromático traje azul muñeco de Messenger se come un bocata de salchichón. “Más capital para la capital”, responde a mi ingenua pregunta sobre el nuevo Distrito Financiero mientras se ríe. Sin preguntarle nada más, el joven me levanta el dedo índice de la mano izquierda mientras con el de la derecha se toca un auricular escondido en la oreja y suelta un “perdona, tengo una llamá”. Hace tiempo alguien me dijo que los madrileños somos manchegos con ínfulas de neoyorkinos. Quizá sea eso lo que nos ha llevado a pensar como lógico un proyecto urbanístico llamado Cuatro Torres Business Area –a pesar de que son cinco– en medio del barrio de la Paz. Hola. Este artículo solo es el comienzo de una serie de verano sobre Madrid –perdón–, sobre lo malo ya conocido y las cosas buenas que esconde. Y qué mejor que empezar por lo malo: el Paseo de la Castellana y sus monstruos.
El pasado 5 de junio, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, anunció el proyecto del nuevo Distrito Financiero de Madrid. Embutido en un traje de tonos grises, una corbata verde oscuro y esa expresión facial de tristeza mezclada con un tirón en el gemelo, típica de él, lo soltó con orgullo: “Se creará marca para la ciudad de Madrid, para competir con la City de Londres o el distrito financiero de Frankfurt, y a la vez una demarcación administrativa que va a permitir singularizar los servicios públicos que va a haber que prestar”. Esta “marca” incluirá casi todo el espacio del pelotazo de Madrid Nuevo Norte –Operación Chamartín 2.0–, actualmente dentro del distrito Chamartín y de Fuencarral-El Pardo, y la zona de las cinco torres, que todavía pertenece al distrito de Fuencarral-El Pardo. Para los no residentes en Madrid esto es parte de la zona norte de la ciudad y dos de los distritos con mayor renta media de la capital. Un intento de pelotazo publicitario fundado, como casi todo lo que pasa a nivel institucional en esta ciudad, en la imagen y la mentira.
La mentira es obvia. El alcalde de Madrid parece ser el único abogado del Estado que no sabe que el Ayuntamiento no tiene competencias para cambiar la fiscalidad de los mercados financieros. De manera que, cuando Almeida habla de la City de Madrid –sueño de veranos de paraíso fiscal– habla de motos, de mentiras. Una práctica muy habitual en la capital con la que se bombardea mediáticamente a la sociedad, no solo madrileña, para crear realidades. Un escenario “sorprendente” en el que se discute sobre la necesidad de mejorar la marca Madrid, mientras cruzando la calle el Hospital de la Paz sufre el desmantelamiento de la sanidad pública y una de las sedes de Quirón Salud, situada a los pies de las torres, se hincha la barriga. Entre uno y otro hay 240 metros. Tres minutos andando entre las distintas marcas de Madrid. Pero el problema no son los rascacielos, son los 6,3 kilómetros de la Castellana. Ni Mordor se empezó por la torre del gran ojo, ni el futuro Distrito Financiero se podría plantear sin la vía que vertebra todo el centro de la ciudad. Siempre se necesita una base.
El Paseo de la Castellana se trazó según el cauce fluvial de la Fuente Castellana a comienzos del siglo XIX, cauce que como no puede ser de otra forma se destrozó y soterró más tarde. Con el paso de los años, esta vía se transformó en el Beverly Hills de la nobleza madrileña hasta la llegada de la República. Con la victoria del Frente Popular en 1936, esta vía pasó a denominarse Avenida de la Unión Proletaria. Nombre que le duró poco. Tras la victoria del bando fascista en la Guerra Civil, Franco la renombró como Avenida del Generalísimo. Aberración que se mantuvo hasta 1980, cuando el Ayuntamiento de Madrid decidió devolver a este tramo su nombre inicial: Paseo de la Castellana.
Las torres no son lo único que han hallado su lugar en este Madrid. A lo largo de la Castellana podemos encontrar decenas de sedes del mal
Las torres no son lo único que han hallado su lugar en este Madrid. A lo largo de la Castellana podemos encontrar decenas de sedes del mal: La Puerta de Europa, más conocida como Torres Kio por la influencia del fondo de inversión del Estado kuwaití KIO en su construcción, hoy oficinas de la Caixa; las sedes de Azora y Goldman Sachs, dos de los mayores fondos buitre del mundo; las de los bancos BBVA, Deutsche Bank y Sabadell, entre otras; el Ministerio de Defensa, el CESEDEN y la oficina del Parlamento Europeo en España, como valedores del poder institucional. Y, la puntilla, el Santiago Bernabéu, por muchos reconocido como centro de negocios de la cloaca.
Frente al Bernabéu, un puesto de información turístico destaca con un gran letrero una de sus rutas: “Andando por el Paseo de la Castellana”. Un sueño hecho realidad. Pasear por este Madrid, en julio, bajo 40 grados y con un panorama desolador por la huida de los madrileños y las obras del estadio merengue. Un cambio de cara que, me perdonen sus seguidores, lo acerca más a un orinal de plata que a un campo de fútbol moderno. Una venta del Madrid más conocido en los medios. Del Madrid que muerde, que no mata, pero te deja desangrándote. Del Madrid que se vende como único e ideal, pero que lejos de ser ejemplar supura elitismo y falta de humanidad. En esta ciudad-comunidad hay más cosas que las corruptelas de los poderes del ayer y del hoy. Hay barrios y municipios en los que, por mucho que nos extrañe, la gente sale con su silla a la fresca a charlar, a socializar, sin tener que formar parte del sistema de consumo. A vivir sin ser asfixiado y poder respirar. Mientras, Almeida seguro que está sentado felizmente en el sillón orejero de su casa con el aire acondicionado a 18 grados pensando la siguiente mentira que vender.
Madrid, el verano azota y la contaminación de la ciudad lo hace aún más terrible. Junto a la entrada principal de la torre Cepsa –anteriormente conocida como torre Bankia, torre Caja Madrid o torre Repsol– del Paseo de la Castellana, un hombre de no más de 30 años vestido de un monocromático traje azul muñeco de...
Autor >
Álex Blasco Gamero
De Leganés. Estudió periodismo y cª políticas –eso dicen dos papeles muy caros–. Actualmente es miembro de la redacción de CTXT.
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí