1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

COMO LOS GRIEGOS

La paella martinista

La receta de hoy es impactante. Uno de los mejores platos que les he pasado. Un plato sencillo, fruto de la experimentación de varias generaciones de Martínez

Guillem Martínez 7/08/2022

<p>Paella martinista, o minimal.</p>

Paella martinista, o minimal.

G.M.

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

EL ARROZ COMO VALENTÍA. Hay muchas personas que le tienen miedo a la paella, ese plato que inspira un respeto desproporcionado. En el presente artículo se combatirá ese miedo con alegría, que es el único antídoto del miedo. Y se intentará dar respuesta a varias preguntas determinantes, que hasta ahora –es cierto, es cierto– carecían de una respuesta adecuada, breve y sexi. Tales como a) ¿qué es una paella?, b) ¿puede hacerse una paella con chorizo, como no solo afirma, sino que también hace el cocinero británico Jamie Oliver, razón por la que fue amenazado de muerte por integristas de la paella?, c) ¿por qué esa receta, que Manuel Fraga transformó en puntal de la cocina española  –esa cosa inexistente, pero que a su vez atrae a tantos turistas–, es un símbolo netamente anarquista y de los gordos? y, finalmente, y como ya habrán intuido, d) ¿cómo puedo hacer una de las mejores paellas del mundo, de manera sencilla, con las manos, es decir, como los griegos? No se vayan amiguitos.

La paella es un descubrimiento único, muy localizado –en València y Alacant–, si bien de difícil datación

HISTORIA DE UNA ETIMOLOGÍA. La paella es un descubrimiento único, muy localizado –en València y Alacant–, si bien de difícil datación. En el Llibre del Sent Soví –el gran recetario medieval catalán– solo aparece un arroz, en las antípodas de la paella. Un indicativo de que la paella, por entonces, ni está ni se la espera. Existen descripciones suyas, con otro nombre artístico, en el siglo XVI. Se trata del “arroz valenciano” –exportado al francés, en breve, como riz à la valencienne–. ¿Qué es eso? Es ponerle nombre, precario, a una originalidad europea, a un fenómeno, a una perspectiva, a un acceso al arroz que no sucede en ninguna otra parte del mundo, salvo en València y Alacant. ¿En qué consiste esa forma de hacer arroz, esa lógica valencienne? Consiste en, ni más ni menos, preparar el arroz en la dirección opuesta, pongamos, al risotto, para que quede seco, suelto y con los granos separados, esa juerga. Una maravilla. En el siglo XVIII aparece por fin el palabro paella, en el Avisos y instruccions per lo principant cuyner, de Josep Orri. En el libro se separan definitivamente los arroces “a la catalana” –esto es, melosos, líquidos, plomizos, indigestos, birriosos, incluso– de los hechos “a la valenciana”. La gran diferencia es, en primera instancia, el recipiente en el que se guisa el arroz. Para ser valencienne, debe recibir un chute de calor absoluto y constante. Lo que supone rechazar el caldero de hierro, o la cazuela de barro, ese cacharro en el que, como demostró Velázquez, una vieja puede freír un huevo, pero no muchos más ni mucho rato, que se quiebra con el estrés térmico. Si uno quiere fabricar arroz sometido a mucho fuego, precisa de un recipiente delgado y metálico, que no se oponga a la potencia del calor, sino que también la soporte. Este recipiente es la sartén de toda la vida, que en catalán se denomina paella, del latín patella. La pega es que una sartén no es un objeto preciso, cotidiano y diáfano hasta el siglo XIX. Hasta ese momento, es un objeto de lujo y de cobre. Para dotarlo de cierta estabilidad –recordemos que no era habitual cocinar en cocinas hasta el siglo XIX y XX–, se le dotaba de serie con tres patitas, para que mantuviera algo parecido a la verticalidad entre los troncos ardiendo. Era, por tanto, un objeto caro. Improbable. Sólo fue probable, barato y extendido a partir de su manufacturación industrial, en el XIX, cuando se hacen paelles/sartenes por un tubo, de hierro y a un precio de risa. Y, por ende, cuando se le denomina paella –sartén– a la paella –arroz cuya originalidad primera es ser elaborado en una sartén, el mismo lugar en el que se elabora, pongamos, un huevo frito–.

LA PAELLA EN EL XIX. ¿Qué es una paella en el siglo XIX? Es un arroz preparado en sartén, ese objeto industrial, por un grupo de hombres que están trabajando en el campo. Es cocina masculina. Y dura, reconstituyente, para trabajadores. De hecho, la paella se come con cuchara de palo en una mano y un cacho de pan en la otra, para acceder a la sobredosis de hidratos de carbono. Lleva, fijo, estos ingredientes –agradezco a mis amigos valencianos Alfons, Vicent, Jordi y Amparito, haberme contestado al teléfono para establecer este listado–: aceite, sal, romero, tomillo, tomate, ajo, pollo, conejo, judías tiernas, garrofó –garrofón, haba de Lima–, azafrán y, claro, arroz. No lleva cebolla, pues la cebolla rompe el arroz, entorpece la idea de que quede suelto y libre. Y, oh, sorpresa, se elabora con agua. Jamás con caldo. O, lo que es lo mismo, el caldo se elabora en la sartén/paella a lo largo del proceso del todo. Si bien una paella no puede carecer de ninguno de los ingredientes ya señalados, opcionalmente puede contener también pato, pilota –un tipo de carne de cocido–, alcachofas, caracoles o rata de marjal –rata de agua–, la Esther Williams de las ratas y un roedor que come –arroz, cangrejos, anguilas…– mejor que usted y que yo. Si se fijan, salvo esa rata, la paella histórica e integrista, no lleva ningún producto del mar, o del río, o que nade o flote. Es un plato de tierra firme. Es un plato, además, complicado, laborioso, en el que se puede invertir, según quién te lo explica, dos o tres horas. Y, como todos los platos elaborados tradicionalmente por hombres, a su alrededor giran toneladas métricas de reglas y leyes, lo suficientemente absurdas y contradictorias como para poderse matar a navajazos en la sobremesa. Mucho tío junto, en fin, siempre entraña riesgo de partida de pinball. Esta paella del XIX, que se sigue haciendo, por lo general fuera de los restaurantes, tiene poco que ver con una paella del siglo XXI. 

LA PAELLA POSTMODERN. La paella, antes de que la cogiera y la hiciera suya Fraga y pasara a ser una suerte de Santísima Trinidad paraturística –en sus tres formas: paella de carne, de pescado o mixta–, sufrió modificaciones más livianas en el XX. Como su elaboración exclusivamente con caldo, y no con agua. O la aportación del dandy barcelonés Juli María Parellada, que exigía, allá a donde iba, que la paella se la dieran con la carne deshuesada y los bichos marinos pelados, dando origen a la paella Parellada, esa maravilla para gandules, y esa paella endémica en la Ville de Barcelonne. Pero, como todo, la paella no ha dejado de evolucionar. De depurarse, incluso. Corríjanme, porque esto es observación pura, pero creo que la paella, esta mañana a primera hora, es, en definitiva, un arroz que está elaborado en una paella/sartén. Esto es, una renovación de la alianza valenciana-alicantina, aquella idea antigua, aquel empecinamiento genial en hacer un arroz suelto, no pegado. Y que sus ingredientes básicos son, tal y como ha quedado el patio, aceite, caldo, arroz, azafrán y plantas y bestias marinas y/o terrestres. ¿Puede llevar chorizo? Puede, si el resultado es un arroz suelto. Y comestible. De hecho, la paella –recordemos y depuremos aún más: sartén, caldo, arroz, azafrán, bestias, plantas– lo admite todo, desde ese punto de vista minimal, a cambio de no perder su identidad, que no es otra cosa que esos componentes e ingredientes mínimos, y el hecho de que todo quede suelto. La paella es, no lo olvidemos nunca, algo tan costoso, bello y sencillo como el cabello del arroz al viento.

LA MARTINIDAD. La receta de hoy es, francamente, impactante. Uno de los mejores platos que les he pasado. Es, además, un plato sencillo, fruto de la experimentación de varias generaciones de Martínez. Entre ellas, mi mamá, una mujer que se propuso pasar poco tiempo en la cocina y que, gracias a sus trampas, lo consiguió. Esta paella, de hecho, no es más que una trampa. Un agujero para que dentro de él caiga una de las mejores paellas del mundo. Necesitarán, lo dicho, una paella-sartén. Aceite, en el que dorarán las bestias. En la foto que les paso, gambas de Palamós –van a 80 pepinos el kilo, pero las seis que pillé salieron a 10, buf; este plato queda también muy bien con carabineros, que no encontré en el mercado, pues al parecer, como todo, vienen de Ucrania–. Se reservan. En ese aceite, cachondo y agambado, se le echa un ajo triturado. Posteriormente, empieza la juerga. Echen la carne de tres ñoras/nyores. Se trata de un pimiento seco, rojo, dulce, redondo, muy utilizado en Catalunya y València. Para extraerle la carne, se dejan en agua caliente 10 minutos, y se separa la carne de la piel con un cuchillo. También hay potes de carne de ñora. Muy baratos. Sí, la ñora es una catalanada/valencianada, por lo que cuesta encontrarlas fuera de su biotopo. Pero pueden sustituirlas por pimientos choriceros. También he visto en las tiendas potes de carne de pimientos choricero. Después, echen un par de tomates rayados. Y el azafrán, ese componente innegociable de la paella. Cuando todo esté hecho –manda el tomate–, le echan el arroz. No lo midan por tazas, sino por puñados. Descubran qué tipo de puñado de su mano equivale a una ración, y tengan esa medida a mano el resto de su vida. Importante: si pueden, echen arroz de tipo bomba, el jabugo de los arroces. Es un poco más caro, pero nada del otro jueves. Remuevan. Impregnen el arroz con ese salseo durante un par de minutos. Y, luego, el caldo caliente, jamás frío. Así, a ojo, para dos personas, un poco más de 3/4 de litro. Sobre el caldo: compren uno bueno, o háganlo. Si lo hacen, no desprecien hacerlo con sardinas. El caldo de pescado azul pone muy tonto al arroz. Cuando falten unos 10 minutos, devuelvan las bestias al arroz. Cuando esté a punto de quedar seco, pero la sensación térmica es que aún está crudo, ocurre el secreto de la trompeta. Sáquenlo del fuego. Échenle una ramita de romero. Y cúbranlo con un trapo, o con un diario –mi mamá defendía que La Vanguardia molaba más, en ese sentido y función, que El País– durante 10 minutos cortos. Ese, junto al uso de la sartén, es el secreto de que la paella quede libre y suelta, como la novia a la que cataban los Chunguitos. Impresionante. El resultado es una paella buenísima. Y bellísima, en la que prima el rojo y el negro.

La paella vista con ojos anarquistas, es decir, por primera vez. Mecanuscrito original de ‘El Eco de los Pasos’, depositado en el IISG de Ámsterdam. Una gentileza de Chris Ealham.

LE ROUGE ET LE NOIR. “Para conocer bien a los valencianos (…), es menester haber comido con ellos la paella a su manera, prescindiendo de platos, cuchillos y tenedores, solo con la cuchara frente al triángulo que cada cual traza hasta el centro de la paella. Así la comí, en compañía de Liberto Callejas, que se encontraba en Valencia en funciones de redactor de Solidaridad Obrera, y de un grupo de compañeros de Picassent, cordiales y generosos. O encontrarse sin dinero en el bolsillo, no tener para comer y ser presentado al tío Rafael, tabernero de la calle Hernán Cortés, y sentarse a comer, para, al final, tener que decirle: ‘¿Apunta usted, tío Rafael, o apunto yo? En este momento no tengo para pagarle’. Y escuchar la respuesta: ‘Pues apunta tú, porque yo me haría líos con tantas cuentas pendientes’”. Este fragmento, escrito en los 70, pero alusivo a 1920, pertenece a El eco de los pasos, las memorias de Juan García Oliver, uno de los cuatro ministros de la CNT en la Guerra Civil y, dentro de ese grupo, uno de los dos ministros con obra legislativa importante. En el fragmento se recoge otro significado de paella. Se trata de una forma de comer. En círculo, alrededor de una paella. Algo importante, pues las cosas que suceden en círculo suelen ser importantes, al punto que, como sucede en el fragmento, no es necesario pagarlas, pues trascienden el dinero. Esta manera de comer en círculo impresionó a García Oliver. De hecho, llega a describirla una segunda vez, también fascinado. En la segunda, es un ministro, que come paella con otros cenetistas, en círculo, “como árabes sentados a la puerta de su tienda, haciendo bolas del cuscús, esperando el paso del cadáver del enemigo”. Lo que sucedió, me temo, tan tarde como en 1975. Demasiado tarde. Estos fragmentos me los ha pasado Chris Ealham, autor de la Lucha por Barcelona –este año, por cierto, ha aparecido en catalán, por fin–, y de la última edición de las memorias de García Oliver –también de este año, en Virus–, sobre el que está escribiendo una biografía. Ealham, que este año no podrá practicar surf, en tanto está leyendo el aparatoso mecanuscrito del rey de Reus, nos regala el fragmento original paellero de García Oliver, que estará, forever, ilustrando este articulete. Y que explica la fascinación libertaria por la paella, este plato circular, que se come en círculo, que sucede, como casi todo lo importante, en círculo. Comiendo paella en Valencia, por cierto, y como explica José Peirats, se fundó la FAI, a finales de los 20. 

Intenten ser felices, ese círculo, esa igualdad absoluta.

EL ARROZ COMO VALENTÍA. Hay muchas personas que le tienen miedo a la paella, ese plato que inspira un respeto desproporcionado. En el presente artículo se combatirá ese miedo con alegría, que es el único antídoto del miedo. Y se intentará dar respuesta a varias preguntas determinantes, que hasta...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Guillem Martínez

Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo) y de 'Caja de brujas', de la misma colección. Su último libro es 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama).

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí