Emma Bonino / Senadora de la República de Italia
“Durante años, la política y los periódicos han abusado de la demagogia y el disparate”
Julio Ocampo Roma , 21/09/2022
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Emma Bonino (Bra, Italia, 1948) es una de esas personas que, en el tablero de ajedrez de la política italiana, ganó varias partidas aun perdiendo la torre. Esa argucia es extrapolable a su vida, donde se alternaron vicisitudes –aún arrastra las secuelas de un cáncer– y logros. A sus 74 años, la senadora exrradical lidera +Europa, un partido liberal dispuesto a reclamar un sitio en las elecciones generales que se celebran en Italia el domingo 25 de septiembre.
Bonino nos recibe en la terraza de su casa de Roma, situada junto a Campo dei Fiori. Tiene una pierna lastimada y fuma varios cigarrillos durante la entrevista. Está rodeada de macetas y plantas, y al fondo se ve con nitidez la cúpula de San Pedro. Repican las campanas; vuelan las gaviotas.
Habla una de las figuras más importantes del radicalismo liberal italiano. Una tesela importante para comprender los últimos cincuenta años del país. Desde el aborto hasta Renzi, pasando por Giorgia Meloni, Pannella, Draghi, la marihuana, Craxi, el Vaticano o Leonardo Sciascia. Italia es un crisol de circunstancias, momentos y contradicciones.
¿Cuál sería desde su punto de vista el gran titular de esta campaña electoral?
El nuestro: el 25 de septiembre Italia queda libre.
¿Ahora no lo es?
El problema es que, si ese día gana la derecha, peligrarán seriamente una serie de derechos para el ciudadano. Lo ha dicho claramente la señora Meloni en sus discursos, siempre orientados a dios, patria y familia. Yo, como ya se sabe, no voy por ahí. Ella, además, tiene muy buenas relaciones con Orban por un lado y con Salvini, Le Pen y Putin por el otro. También con Vox en España. Creo que, si vence, comenzará un periodo de restricciones reaccionarias muy inquietantes.
Iba a ser la última pregunta, pero se la hago ya. Siguiendo de cerca la campaña electoral es cada vez más complicado encontrar políticos como los de antes: De Gasperi, Moro, Berlinguer, Marco Pannella… Gente, como usted, que estuvo dispuesta a pagar un caro precio por defender una idea. ¿Está de acuerdo?
Soy liberal, pero no neoliberal. No me considero Margaret Thatcher sino William Beveridge, que inventó el estado social. Lucho por las libertades: económicas, civiles, humanitarias… Además, creo ser una persona atenta a los más frágiles y débiles. Siempre me preocupé por los inmigrantes. Respecto a esto, tengo la impresión de que la política de derechas –en base a lo que dicen– es nuestra adversaria.
Da la sensación de estar cansada.
No, pero la campaña de los inmigrantes que llevamos a cabo es impopular. Es cierto que mi vida siempre fue así, pero defender los derechos de los más desfavorecidos colisiona con la economía y los beneficios. Esto debería ser un tema donde la integración y la atención a la economía coinciden porque se necesitan. La legalidad ayuda a la economía, que a su vez necesita mano de obra barata, algo que los italianos ya no quieren. Sucede en todos los países. Defender esto es racional, humano y útil para la seguridad.
La gente parece cansada. No hay un primer ministro elegido democráticamente desde Berlusconi. Los italianos no quieren otro Monti, Letta, Renzi, Gentiloni –o incluso Draghi– si no ha sido elegido en las urnas. ¿Está de acuerdo?
No estoy de acuerdo. La gente está cansada, pero de esto no. Le pongo un ejemplo: Mario Monti se encontró con una situación complicadísima a nivel económico. Después quiso entrar en política, y ahí creo que se equivocó porque ese no era su trabajo. Se lo dije varias veces. Con Draghi, creo que la gente no se cansó de él. De hecho, quienes le echaron (Cinco Estrellas, Salvini y Berlusconi) son quienes más le imploraron en las últimas semanas para negociar con Europa el paquete de ayudas.
Asegura que la frustración de los ciudadanos no se debe a la sensación de falta de democracia ni a una clase dirigente inepta y contradictoria. Sigo sin tener claro de dónde viene ese agotamiento entonces.
Antes de la pandemia ya se hablaba de crisis, después mucho más. Ahora la guerra Rusia-Ucrania, el precio de las facturas de luz y gas, la enorme inflación… Creo que la gente echa en cara la difícil situación al gobierno de turno, que sin embargo demostró siempre mucha resistencia explicando todo. Actualmente con Twitter, TikTok, Twitch… Muy simpáticos tratando de argumentar, sin hacer nada en realidad. Fuera de bromas, la factura del gas en realidad tiene una dimensión de interdependencia europea, no sólo de nuestro gobierno. Esto Draghi comenzó a llevarlo a cabo solo, y creo que a día de hoy está dando frutos. Su trabajo no fue fácil, porque se encontró con que Italia dependía del gas ruso al 40%. Ya hemos bajado al 25%... Pero el problema fueron los gobiernos precedentes, no el suyo.
¿Es posible descifrar lo que se esconde tras la caída de Mario Draghi?
No entiendo nada, pero menos aún por qué durante las últimas semanas le pedía ayuda la gente que luego le echó.
Algo cierto es que no fue Enrico Letta, el líder del PD, quien sin embargo está polarizando la campaña. O él o Giorgia Meloni, que paradójicamente tiene una buena relación con Draghi.
La carrera entre Meloni y Letta es más cosa de periodistas. Eso sí, nuestra ley electoral (Rosatellum) favorece las alianzas a izquierda o derecha. Son prácticamente obligatorias. Lo único claro aquí es que se enfrentan dos ideas de Europa e Italia completamente diversas. Diferentes en todo: economía, derechos… La elección, más allá de detalles, nosotros la tenemos clara.
Mi problema no es el fascismo de antaño. El problema es la política reaccionaria de hoy
Leyendo periódicos a derecha e izquierda (Libero y Repubblica, por ejemplo) parece que Giorgia Meloni sólo puede ser ángel o diablo. ¿Se puede hablar de esta mujer sin elogiarla o masacrarla?
Creo que sí. Hay que hablar de ideas, manifestar tu opinión sin insultar a la persona. Es cierto que no estoy de acuerdo con su política, no me tranquiliza, pero hay que respetarla. Mi problema no es el fascismo de antaño. El problema es la política reaccionaria de hoy.
El profesor Emilio Gentile (experto en fascismo; Universidad Sapienza de Roma) considera absurdo hablar hoy día de fascismo o postfascismo y celebrar el día de la independencia, que precisamente es la fiesta de una Italia libre, liberada del yugo de Hitler y Mussolini. Dice que es una contradicción, porque “el fascismo murió”. De hecho, discrepa del libro de Umberto Eco: Il Fascismo eterno. ¿Qué opina?
Estoy más o menos en sintonía con lo que dice. Me preocupan solo los problemas de hoy, afrontados desde un punto de vista reaccionario, conservador y nacionalista. Casi autárquico. Yo, sin embargo, veo un futuro sólo europeo.
Los sondeos dan claramente favorita a la derecha, pero si ganara la izquierda ¿qué hará su partido?
Depende de los números. En el Senado estoy yo sola, así que mucho no podré hacer. En economía, optamos por las propuestas que Draghi presentó para obtener la confianza. Respecto a los derechos civiles, ya hay en el Parlamento una serie de informes nuestros que están cogiendo polvo. Demasiado.
¿Cuáles?
Cannabis, eutanasia, matrimonio paritario. Tenemos trabajo por delante. Quizás dialogaremos con Enrico Letta. Si gana, es probable que lo hagamos.
Hace años Matteo Renzi se comió al propio Letta para terminar casi por destruir el PD. ¿Qué le da miedo de Renzi?
Nada. Ha desnaturalizado el Partido Democrático. Eso es obvio, pero él escogió su camino llevándose a medio PD y medio 5 Estrellas. Todos ellos terminaron por confluir con él. No comparto su manera de hablar, de hacer política, pero en algunas materias hizo cosas correctas, especialmente en Justicia.
Por ejemplo: una persona que recibe una imputación judicial no es un condenado, por lo tanto no lo puedes meter en la cárcel. En Italia es un escándalo, porque cada año entran en prisión 1.200 personas de media que aún esperan juicio en primer grado. Es terrible, porque eso supone perder reputación, trabajo e incluso familia… Luego pasan tres años y aparece un breve en la página 36 de cualquier periódico donde se dice que es inocente porque el delito no existió. Hay que volver a un estado de derecho claro y específico.
¿Cree que la guerra, las alianzas de algunos políticos con Rusia, el envío de armas a Ucrania, la instrumentalización de la política exterior italiana –en definitiva– condicionará las elecciones?
Italia es extraña. La política internacional no interesó jamás a nadie
Mire, le diré la verdad. Italia es extraña. La política internacional no interesó jamás a nadie. Quien la hace puede estar contento de no perder votos. Ganarlos con ella es ya una utopía. Ucrania está lejos, quién sabe dónde está. Una trata de explicar que todo es más complicado de lo que parece, que es la guerra de Putin para desintegrar Europa… Pero no le importa a nadie. A la gente le preocupan cosas mucho más cercanas.
Según las encuestas, la coalición de derechas (Forza Italia, Hermanos de Italia y Lega) con Meloni a la cabeza arrasará. Todo ello pese a que se sigue hablando de las las filias rusas de Salvini, y de la política reaccionaria que llevan en sus programas. ¿Hablamos de un pueblo ignorante o quizás pretendemos simplificarlo para comprenderlo?
No lo sé. Puedo entender el sur, porque este asunto no les interesa nada. Eso sí, son grandes amantes del reddito de cittadinanza (un incentivo para desempleados con al menos diez años de residencia en el país).
No ha respondido a la pregunta.
Le pongo un ejemplo. Asamblea de Comunión y Liberación: va Meloni y todo el mundo aplaude, el día después lo mismo para Draghi. El mismo escenario, la misma gente. Es un país…
¿Cómo?
Verá, Leonardo Sciascia me decía a menudo que aquí la gente quiere que todo cambie, pero para el vecino. En el fondo, el italiano no quiere cambiar, porque tiene la sensación siempre de que está bien como está. No entiendo nada.
Entonces el problema no es de ignorancia sino que la gente finge no entender.
Exacto, pero la culpa es de los periódicos y la política. Durante años, ambos han abusado de la demagogia y el disparate. Todos decían “son todos corruptos menos yo”. La opinión pública eso lo ha comprendido, y quizás por eso no quiere cambios ni tiene esperanza. Quiere quedarse como está. No creo que vaya mucha gente a votar. Es un fracaso de la prensa y de la política.
Leonardo Sciascia me decía a menudo que aquí la gente quiere que todo cambie, pero para el vecino
¿Dónde y cuándo se perdieron las mimbres de los grandes periodistas y políticos italianos de antaño? También incluyo a Giulio Andreotti. ¿El fracaso es fruto de la crisis crónica que vivimos o al contrario?
Son dos elementos que se alimentan. La clase política y periodística durante años ha defendido a ultranza el famoso “son todos iguales, todos corruptos”. Con eslóganes como “hemos erradicado la pobreza”. Hasta que la gente lo creyó. Ahora nadie cree. En estas elecciones, mire, quizás Conte resista en el sur. Yo en el Senado tengo cerca el Movimiento 5 Estrellas y… Bueno, en fin.
Usted dijo hace días que la sociedad está por encima de los partidos y que nada era imposible. ¿Qué quiso decir?
Cuando se aprobó la ley del aborto, recibí muchas críticas del Vaticano porque yo, a diferencia de Meloni, no soy cristiana, aunque respeto a quien tenga un credo religioso. Lo mismo vale para lo que sucedió después: cuando se aprobó la ley de las uniones civiles, la derecha ponía el grito en el cielo diciendo que la sociedad había muerto. Yo les decía que eso ya existía, que simplemente tratábamos de racionalizar la existencia y el futuro. La sociedad ya había cambiado, y eso es lo más importante.
¿Usted fuma marihuana?
No, pero simplemente porque no me gusta ponerme ahí a liar el porro. Por supuesto que estoy a favor de legalizarla, entre otras cosas para quitarle ese dinero a las mafias. Le contaré un secreto: por la noche, cuando voy a cenar con otros políticos, soy la única que sólo fuma tabaco. En Italia tenemos casi seis millones de consumidores de cannabis, por no hablar de la otra, la terapéutica, donde existe la ley pero escasea la producción. La tenemos que importar de Holanda. Por retomar el tema anterior de mis compañeros políticos, muchos de los que la fuman están en contra de esta ley. Absurdo. Yo por desobediencia civil planté algunas en la terraza, pero se me murieron.
Nunca pasó desapercibida. Abortó cuando estaba prohibido y sufrió diez días de prisión por ello, fue radical con Marco Pannella, hizo varias huelgas de hambre y fue miembro del grupo parlamentario de Berlusconi con Forza Italia a mediados de los noventa. Usted también tiene sus contradicciones.
Lo negoció Pannella. Berlusconi se presentaba por vez primera al Palacio Chigi. No quería antiguos diputados. Cogió todos los de Mediaset y les puso en las eurolistas. Alguno le hizo notar que estos señores no tenían ni idea de cómo moverse. Necesitaban un cicerón, así que Berlusconi le ofreció a Pannella ocho escaños. Así fue. Duró hasta el 96, cuando Berlusconi prefirió a Cassini en nuestro lugar. Nunca vi ni hablé con Berlusconi.
Habrá gente que no la creerá.
Claro, lo entiendo. Pero nunca vi a Bettino Craxi tampoco. El motivo es simple: era una clase política muy machista que sólo hablaba entre ella. A esta señorita pequeña que era yo ni la prestaban atención. Pensarían que era un mosquito. Hablaban solo con Pannella.
¿Cómo era su líder?
Un tipo imprevisible y generoso. Dispuesto a pagar con su persona. Muy fantasioso e innovador. Fue el único en el sistema italiano que puso los derechos civiles en el centro, como cuestión fundamental, independientemente de la clase social. Porque quien tenía dinero entonces no tenía problemas: iba a abortar a Londres o París o se divorciaba en la Sacra Rota. Los pobres no podían hacer esto. Los derechos civiles son derechos sociales también, y las personas no son sólo quienes trabajan en la fábrica. Son también los que viven en sus casas, su hijo homosexual, su hija paciente de anorexia. Lo importante es la persona en todas sus esferas. Hablar del obrero de la fábrica es simplificar todo.
¿Esto lo comprendieron los sindicatos?
Jamás. Se centraron sólo en los trabajadores de las fábricas. No los pariolini (Parioli es un barrio caro de Roma), no los radical chic, sólo ellos. Esto es así.
Usted fue acusada por la Iglesia y el Estado de ayudar a muchas chicas a abortar.
Queríamos legalizar el aborto. Junto a Pannella y Gianfranco Spadaccia, pedimos ayuda públicamente para que las mujeres que lo necesitaran pudieran abortar con total seguridad. Hicimos desobediencia civil; fuimos a la cárcel. Recuerdo que practicábamos una técnica china mucho menos invasiva y cruel: aspiración con una bomba de bicicleta para sacar todo sin poner en riesgo el útero. Lo hacen hoy en la mayor parte de los hospitales, aunque no con la bomba de la bici. Por suerte, ya no se practica el legrado. Lo aprendí de mis amigas francesas. Allí se aprobó en el 74, cuatro años antes. Después de la ley del 78, el ginecólogo Silvio Viale tardó diez años en ponerlo en práctica aquí en Italia, pese a que la ley invitaba a usar técnicas menos invasivas. Esto, el divorcio, el voto a los 18 años… A partir del 78, Italia tuvo un gran despertar civil.
Su relación con el Papa Francisco y Juan Pablo II fue siempre buena. ¿Les aprecia?
No soy practicante, no soy nada. Pero en el mundo del Partido Radical estaban muy atentos a este tema. A Juan Pablo II le pedimos una audiencia y le presentamos una campaña para erradicar el hambre en el mundo. Cuando nos atendió, enseguida reconoció a Pannella y le dijo que siempre le escuchaba en Radio Radicale. De Bergoglio, puedo decir que es muy abierto, especialmente con los inmigrantes.
Dicen que usted conoce el África Negra como nadie.
Sí, estuve mucho tiempo allí como comisaria europea para ayudas humanitarias. Estudié también el árabe en El Cairo, donde viví cinco años.
Feminista, activista… Sorprende que votara en el pasado contra la reducción del número de parlamentarios.
Desesperadamente voté en contra, aunque creo que se debe hacer, pero dentro de una reforma completa, que sin embargo nunca llegó. No un simple corta y pega populista.
Sergio Mattarella, desde el Quirinal, puede erigirse nuevamente en la figura clave para formar gobierno a partir del 26 de septiembre. Usted fue varias veces ministra (con Letta y Prodi) ¿Se ve en lo más alto de la colina?
Me presenté en 1999 para ser presidenta de la República italiana. Creo que en la vida, como en política, todo tiene su tiempo. Centrémonos en las próximas elecciones para ver qué nos depara el futuro. Hay que proteger la idea de Europa.
Emma Bonino (Bra, Italia, 1948) es una de esas personas que, en el tablero de ajedrez de la política italiana, ganó varias partidas aun perdiendo la torre. Esa argucia es extrapolable a su vida, donde se alternaron vicisitudes –aún arrastra las secuelas de un cáncer– y logros. A sus 74 años, la senadora...
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Julio Ocampo
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