LAVORARE CON LENTEZZA
Colegio Elías Ahuja: cuadros de mando cayetanos
El catolicismo reaccionario español ya fue en los años treinta el principal suministrador de alimento ideológico del fascismo español
Pablo Iglesias 10/10/2022
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Evaristo Páramos
Un buen documental sobre el momento de España debería arrancar con el vídeo del colegio mayor Elías Ahuja de Madrid. El grito –“¡Putas, salid de vuestra madriguera...!”–, y las ventanas que se iluminan, con decenas de siluetas masculinas a contraluz. Una secuencia impactante. A pelo. Así arrancarían Federico Fellini, Nanni Moretti y Paolo Sorrentino, maestros del retrato de época. Así arrancaría Pedro Almódovar.
Enric Juliana
En un mundo paralelo, Evaristo Páramos podría ser director adjunto de La Vanguardia y Enric Juliana el punki más brillante del hemisferio occidental. Como demuestran las citas con las que he querido abrir este artículo, a ambos les sobra talento para ello. Me imagino al primero hablándole a cámara, dando saltitos, mientras reflexiona sobre el Midcat en una biblioteca con una bola del mundo; y al segundo le veo sin camiseta cantando a gritos “El séptimo de Michigan”: Reunión de cerdos todas las mañanas / Vendemos países y compramos almas /¿Va mal el negocio? Manda a la caballería / No hay revolución ¿Eh guarros? Todo controlado / Mi petróleo nunca podréis nacionalizar. En fin…
El espectáculo de las juventudes cayetanas del Colegio Mayor Elías Ahuja la semana pasada es, como lúcidamente dice Juliana, un retrato de época; una época de normalización mediática de la ultraderecha, de guerra cultural contra el feminismo y de masculinidades tóxicas machacadas por el empuje del feminismo que, con un buen cóctel de testosterona y alcohol, explota como un inconsciente por fin desatado y liberado: “Putas, salid de vuestras madrigueras como conejas, sois unas putas ninfómanas, os prometo que vais a follar todas en la capea”. Esa explosión del inconsciente en público, organizando todo un espectáculo de luces y gritos animales en sede universitaria, no se explicaría sin la normalización mediática de la ultraderecha y de sus discursos y ataques contra el feminismo. El antifeminismo está de moda entre la chavalada cayetana y eso es gracias a la derecha mediática. Hablamos de los mismos jóvenes a los que hemos visto en su democrático y católico colegio haciendo el saludo romano y gritando consignas nazis. Cómo habrá sido la cosa que hasta la embajadora de Alemania (allí todavía están mal vistos los nazis) tuvo que manifestar su estupor. Por eso resultan de una hipocresía nauseabunda las lágrimas de cocodrilo de los periodistas que abren todos sus espacios informativos a la penetración de los discursos de ultraderecha (póngase una alarma, señora, no sea que mientras va a comprar el pan le vayan a entrar en casa los okupas) y que hoy condenan a sus juventudes. Más auténtica ha resultado Ayuso, la desacomplejada líder de la ultraderecha cultural y de la sección femenina del Colegio Santa Mónica, y su fiel escudero Toni Cantó. Ultraderechistas sin complejos, sin vergüenza y sin carnet de Vox mientras estos últimos presumían el fin de semana de tener amigos fascistas en todo el mundo, con Donald Trump a la cabeza.
Pero hay algo aún más preocupante. Como se encargaron de recordarle desde el Colegio Elías Ahuja a una despistada familia minera que buscaba hace años alojamiento para su hijo: allí se encargan de formar élites. Y tanto. La Iglesia y sus organizaciones civiles más ultraconservadoras han tenido siempre claro que hay que dominar la educación y formar cuadros de mando. El Opus Dei ocupó la dirección política y económica de la dictadura cuando Franco sustituyó a sus zotes falangistas por los famosos tecnócratas, con López Rodó a la cabeza. El catolicismo reaccionario español ya fue en los años treinta el principal suministrador de alimento ideológico del fascismo español, para que cumpliera su misión histórica de mantener la estructura de privilegios del bloque de poder, y nunca han dejado de formar cuadros que encontramos en la judicatura, en la universidad, en el ejército, en la empresa y por supuesto en los medios y entre los altos funcionarios imprescindibles para gobernar. Del colegio de energúmenos que se ha hecho famoso en toda España por el vídeo de marras salieron Pablo Casado (cuyos escritos de la época son reveladores de los valores que allí se estilan), el exministro Rafael Catalá, el diputado de Vox José María Figaredo y nada menos que el director de El Mundo Joaquín Manso. Ya ven que los 1.200 pavos mensuales que pagan los papás de los cayetanos para que vayan a este cole no son una mala inversión. Y todos visten policrón, juegan bridge, toman martini-dry / Y los niños son rubiecitos y con otros rubiecitos van juntitos al colegio high. Lo cantaba Víctor Jara al que, por supuesto, asesinaron los perros de los cayetanos chilenos.
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Pablo Iglesias
Es doctor por la Complutense, universidad por la que se licenció en Derecho y Ciencias Políticas. En 2013 recibió el premio de periodismo La Lupa. Fue secretario general de Podemos y vicepresidente segundo del Gobierno.
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