Diario itinerante
Los puntos débiles del frente amplio de Lula
Las presiones para que el recién elegido presidente en Brasil se desplace al centro emergen incluso antes de que haya tomado el poder
Andy Robinson 31/10/2022
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Lula debe desplazarse ya al centro titula Folha de São Paulo, tras la ajustada victoria de Luiz Inácio Lula da Silva el domingo 30 de octubre. El diario del establishment paulista –metiendo presión después de cuatro años de apoyo a la izquierda contra Bolsonaro– aconseja moderación fiscal y un uso restringido del Estado para no provocar enfrentamientos con casi la mitad del país que ha votado a Bolsonaro.
La posibilidad de un golpe es casi cero, pero esta también se utiliza para exigir “responsabilidad” neoliberal a Lula
La posibilidad de un golpe es casi cero, pero esta también se utiliza para exigir “responsabilidad” neoliberal a Lula. Es la lógica extraña del frente amplio. Porque quienes han entregado la victoria a Lula son los votantes más pobres, sobre todo en el nordeste, en un país en el que más de 30 millones de personas pasan hambre. Casi dos de cada tres votantes que gana menos de dos salarios mínimos mensuales –420 euros– votó a Lula. Estos no quieren moderación fiscal ni políticas que gusten a Wall Street y a los inversores en mercados emergentes.
Hay motivos para pensar que parte de la clase obrera informal, que ya atraviesa una grave crisis humanitaria, votaría a Bolsonaro por una falsa percepción de que es un hombre del pueblo. El subsidio de 600 reales, implementado por Bolsonaro en plena campaña, cuenta con un apoyo muy amplio en las clases populares. Pero el establishment que se ha aliado en estas elecciones con Lula, después de darse cuenta de que habían respaldado en 2018 a un psicópata que ni siquiera era un buen aliado de los mercados, piden ahora una política de centro. “Precisa dar señales inmediatas de responsabilidad presupuestaria y disposición a moverse al centro. Debe acercarse a los especialistas cualificados más allá de (…) los aliados de izquierda”, editorializa Folha de São Paulo.
Mediante un pacto antibolsonarista, Lula logró el apoyo de centristas como Simone Tebet y Geraldo Alckmin
Por un margen de solo dos millones de votos y un punto porcentual, Lula ha conseguido una victoria histórica, volviendo al poder a los 77 años, tres años después de estar encarcelado en una celda de 15 metros cuadrados, víctima del lawfare. “Me enterraron vivo”, dijo el domingo tras conocer los resultados, en un emotivo discurso ante decenas de miles de militantes de la izquierda en São Paulo.
Ahora hay que analizar con frialdad hasta qué punto la victoria se debe al éxito de la amplia coalición o si ha sido por el fuerte compromiso de Lula de hacer políticas de apoyo a las capas sociales más necesitadas, que en estos momentos son la mayoría. Tiendo a pensar lo último.
Mediante un pacto antibolsonarista, Lula logró el apoyo de centristas como Simone Tebet y Geraldo Alckmin, el candidato conservador a vicepresidente, contrincante de Lula en las elecciones de 2006. Estos interpretaban la coalición amplia y moderada como la única manera de evitar una victoria de Bolsonaro. Tebet pidió incluso que se abstuvieran del color rojo en los mítines del PT en favor de blanco. Las alianzas con los personajes más identificados con el viejo establishment brasileño, como el expresidente Fernando Henrique Cardoso, han sido elogiadas en todos los centros del poder nacionales e internacionales.
Pero la estrategia de frente amplio, para frenar a la ultraderecha y defender la democracia, que la izquierda ha adoptado en países diversos, desde Francia a Chile, tiene puntos débiles que se han puesto de manifiesto en Brasil.
La búsqueda del apoyo del establishment “ha reforzado involuntariamente el discurso populista de Bolsonaro (…) un outsider y un no-político”, destacó el sábado Pablo Ortellado, en su columna de O Globo. Desde la perspectiva del votante de Bolsonaro se percibe “la convergencia de todo el sistema y todo el establishmentcon el fin de derrotar a Bolsonaro”.
Lula ha mantenido el compromiso de subir el salario mínimo en línea con la inflación, así como ampliar el plan de subsidios a las familias pobres
Lula logró el apoyo de economistas de centro como Arminio Fraga, demócrata, sí, pero gestor de fondos de Wall Street. Pero, hasta la fecha, Lula ha mantenido el compromiso de subir el salario mínimo en línea con la inflación, así como ampliar el plan de subsidios a las familias pobres ya anunciado por Bolsonaro. Además, se opone al techo sobre el gasto público y pretende definir el gasto en educación como inversión pública.
La cuestión de si hay que desplazarse al centro para frenar a la ultraderecha es muy relevante para estrategias desde Estados Unidos a España. La victoria del presidente brasileño entre 2003 y 2010, durante la llamada marea rosa del progresismo latinoamericano, consolidaría una nueva ola de victorias: Luis Arce en Bolivia en 2020, Gabriel Boric el año pasado en Chile y Gustavo Petro este año en Colombia. Estos dos últimos optaron por una estrategia de frente amplio mientras que Arce forjó su victoria a partir de la movilización de colectivos campesinos y sociales. Por el momento, Arce es el presidente que más fuerza tiene de los tres.
En todo caso, la victoria de Lula sería un fuerte impulso para esta segunda marea rosa latinoamericana. Pero las presiones de sus aliados moderados, las dificultades fiscales, así como la fuerte presencia de la derecha en el Congreso, dificultarán un plan de transformación económica y social como el que Lula y su sucesora Dilma Rousseff intentaron implementar a partir del segundo gobierno del expresidente, en 2006.
Como dijo ayer Lula en un emocionante discurso ante decenas de miles de militantes de la izquierda, la única manera de combatir los cantos de sirena de los centristas aliados a la oligarquía de São Paulo y los mercados de Wall Street es mediante la movilización de sus bases.
El plan económico del PT es una obra en construcción, pero en una carta abierta al electorado, publicada la semana pasada, se comprometía a aumentar la inversión en infraestructuras utilizando los dos grandes pilares económicos del Estado: el enorme banco público BNDES y la petrolera semiestatal Petrobras.
La única manera de combatir los cantos de sirena de los centristas aliados a la oligarquía y los mercados de Wall Street es mediante la movilización de sus bases
Así mismo, anunció un plan de choque para los 33 millones de personas que pasan hambre y para ampliar el subsidio, aprobado por Bolsonaro, para las familias más pobres. A los 600 reales (114 euros) por familia se le añadirían 150 reales (30 euros) más por niño. Lula también pretende renegociar la deuda de las familias pobres.
Los centristas del frente amplio, con el apoyo de los mercados financieros, se opondrán, seguramente, a estas medidas. “Quiere repetir los errores del pasado con un papel impulsor del Estado en la economía”, atacó el influyente columnista de O Globo Merval Pereira, que ha apoyado la coalición amplia antibolsonarista y ahora exige también un gobierno que no sea de izquierdas sino de Faria Lima, el poder empresarial de São Paulo. La guerra desde fuera y dentro del frente amplio se declara antes incluso de tomar el poder.
Lula debe desplazarse ya al centro titula Folha de São Paulo, tras la ajustada victoria de Luiz Inácio...
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Andy Robinson
Es corresponsal volante de ‘La Vanguardia’ y colaborador de Ctxt desde su fundación. Además, pertenece al Consejo Editorial de este medio. Su último libro es ‘Oro, petróleo y aguacates: Las nuevas venas abiertas de América Latina’ (Arpa 2020)
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