Política mundial
La agenda internacional de Lula ya está en marcha
El presidente electo de Brasil recorrerá Latinoamérica, Estados Unidos, Europa, y será invitado de honor en la COP27 antes de asumir el cargo. El objetivo: devolver al país un papel protagonista en el mundo
Zainer Pimentel 11/11/2022
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Brasil es demasiado grande para ser tratado como un paria internacional, como ha ocurrido durante el último cuatrienio, cuando ha sido liderado por un político pequeño. El país, con sus 8.516 km², una población de más 215 millones, 13ª economía mundial y primera del subcontinente americano, no puede quedar marginado en el debate de los grandes acuerdos internacionales. El gobierno electo volverá a reivindicar su verdadera posición en la escena mundial, como hizo en la primera década de los años 2000. El Brasil de Lula da Silva fue referencia con una política internacional “altiva y activa” dirigida desde el palacio de Itamaraty –sede del Ministerio de Relaciones Exteriores en Brasilia– por Celso Amorim. Entonces Brasil participó, por ejemplo, en la creación de los BRICS, en el fortalecimiento de Mercosur y en la ampliación y la cooperación con los países africanos. Al contrario, el tosco Jair Bolsonaro y su canciller terraplanista Ernesto Araujo eran la vergüenza y el hazmerreír entre los líderes mundiales. Todos los mandatarios del mundo los evitaban, incluidos sus vecinos más próximos. Alberto Fernández, presidente de Argentina, el vecino con quien Brasil está casi obligado a tener relaciones cordiales, no ha visitado oficialmente el país en ninguna ocasión. Sin embargo, tuvo dos encuentros con Lula da Silva: uno cuando aún estaba detenido arbitrariamente en Curitiba y otro al día siguiente a su victoria electoral. Pepe Mújica, que es un referente moral en América del Sur, participó activamente en la campaña de Lula. Pedro Sánchez y Antonio Costa grabaron sendos vídeos en apoyo al candidato y Emmanuel Macron no pudo ocultar su entusiasmo cuando felicitó a Lula da Silva por su victoria el 30 de octubre: “Es una formidable noticia”. Joe Biden respaldó la fiabilidad de las elecciones brasileñas y estuvo más de 20 minutos hablando con Lula; al fin y al cabo, había derrotado al más aventajado delfín de Donald Trump en el continente americano. También Xi Jinping y Vladímir Putin enviaron calurosas felicitaciones al presidente electo.
La carrera por ver quién felicitaba de forma más entusiasta a Lula puede dar pistas de la sensación de alivio tras el cambio de liderazgo en el país, pero también es una señal clara de las expectativas que despierta la figura de Lula da Silva en la esfera internacional. Antes de asumir el cargo el 1 de enero de 2023, el presidente electo ya tiene marcada una ambiciosa agenda internacional, empezando por un viaje por el mundo: visitará algunos países de Latinoamérica, EE.UU. y Europa; será un invitado de honor en la COP27 que se celebra estos días en Egipto y después, probablemente, irá a China, socio comercial de primer orden para Brasil. Su objetivo antes de asumir el cargo es pavimentar el camino para devolver al país un papel protagonista en la escena internacional.
El tercer mandato de Lula no estará exento de desafíos en política exterior. Se enfrenta a una crisis económica mundial sin perspectivas de amainar y a una guerra en Europa. El nuevo presidente va a asumir el cargo con un orden internacional en conflicto, que dibuja un mundo multipolar en pañales. Seguramente, Lula da Silva tendrá que hacer equilibrios entre los bloques e intentar abrir una difícil ventana para la paz. Brasil no tiene ningún contencioso serio con otro país y posee una fuerte tradición diplomática en la búsqueda de la resolución pacífica de los conflictos. Pese a sus estrechas relaciones con EE.UU., fue un impulsor de la construcción de herramientas para la creación del mundo multipolar, como la reforma del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. El hermano del Norte intentará seguir repartiendo las cartas en el país, aunque esta vez Brasil estará más respaldado por las cinco economías más importantes de Latinoamérica, además de la brasileña –México, Argentina, Colombia, Chile y Venezuela–, con quienes Lula tiene una fuerte afinidad ideológica. En la arena internacional, la autoridad que desprende la figura de Lula da Silva le avala para intentar fórmulas más audaces de intervención en los grandes asuntos.
Para los intereses de Brasil, es más atractiva la idea de un mundo multipolar, defendida por China y Rusia y sus socios, que el dominio de los intereses de EE.UU., apoyado sin fisuras por la Unión Europea
Para los intereses de Brasil, es más atractiva la idea de un mundo multipolar, defendida por China y Rusia y sus socios, que el dominio de los intereses de EE.UU., apoyado sin fisuras por la Unión Europea. Mantener el equilibrio entre estos dos polos en conflicto, defendiendo sus intereses estratégicos y alejándose de las tesis belicistas sin someterse o enfrentarse a una de las partes, va a determinar el éxito o el fracaso de los próximos cuatro años en materia de geopolítica internacional.
La agenda ambiental
Por otro lado, el gobierno brasileño quiere liderar la agenda ambiental internacional, que será sin duda la puerta que abrirá la nueva diplomacia del clima que Lula quiere impulsar. El potencial de Brasil en esa materia es innegable por la importancia de la Amazonia para el resto del planeta, que el Gobierno de Bolsonaro trató con desprecio. La deforestación alcanzó niveles récords sin que la administración brasileña pusiera frenos a los responsables. Ricardo Sales, ministro de Medio Ambiente del Gobierno saliente, se dejaba fotografiar delante de árboles talados y se proclamaba defensor de aprobar legislación favorable a la explotación indiscriminada de los biomas brasileños. Solo por citar un ejemplo, en agosto de este año el sistema de alerta del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE) registró más de un 80% de aumento del área deforestada que en el mismo período del año anterior, y ya en octubre creció hasta 813,2 km² la tercera mayor marca desde 2015.
En las elecciones, uno de los sectores más beligerantes con la candidatura de Lula da Silva fue el de las grandes empresas del agronegocio brasileño, contrarias a las políticas de protección del medioambiente. En el Parlamento, se organizan dentro del ultraconservador grupo del ganado, que junto con los potentes grupos de las iglesias evangélicas y de las armas –llamados Vaca, Bala y Biblia–, controlan la mayoría de la cámara. Lula dejó claro que no iba permitir más las conductas criminales que se producen en contra de la vida en la selva, practicada por ciertos empresarios de ese sector de la economía que quieren expandir su área de explotación. El resultado fue la declaración de una guerra total desde las filas del potente sector exportador de agricultura a gran escala en contra de la candidatura del Partido dos Trabalhadores (PT). En las regiones del país en donde la presencia de la economía agrícola y pecuaria es dominante, la candidatura de la izquierda popular tuvo una derrota inapelable debido, entre otras cosas, al apoyo económico del agronegocio a Bolsonaro: en la región Centro, Bolsonaro obtuvo el 60,2% y Lula el 39,8%; en la del Sur, Bolsonaro el 61,9% y Lula el 38,1%; y en la del Sureste, Bolsonaro consiguió el 54,2% y Lula el 45,8%.
En las elecciones, uno de los sectores más beligerantes con la candidatura de Lula da Silva fue el de las grandes empresas del agronegocio brasileño, contrarias a las políticas de protección del medioambiente
Para empezar a cumplir sus promesas de defensa de políticas ecológicas, Lula se afana ya en buscar un líder nacional para poner al frente del futuro Ministerio de Asuntos Indígenas que, en todo caso, será dirigido por un indio defensor de los pueblos de la selva. Además, en el período electoral, el presidente electo se anotó un gran tanto al recuperar a la exministra de Medio Ambiente (entre 2003 y 2008) Marina Silva. Desde que era muy joven, cuando trabajó con el ambientalista Chico Mendes, brutalmente asesinado en el Estado de Pará por los latifundistas de la Unión Democrática Ruralista, es una referencia dentro y fuera del país en el ámbito de la protección de la naturaleza. La exministra fue quien coordinó la creación de áreas ambientales protegidas y ahora tendrá como desafío reconstruir el sistema de protección ambiental del Instituto Brasileño del Medio Ambiente (IBAMA), el Instituto Chico Mendes para la Conservación de la Biodiversidad (ICMbio), la Fundación Nacional del Indio (Funai) y también fortalecer los compromisos con los acuerdos de París para el clima, a los que el gobierno de Bolsonaro no tenía ningún aprecio.
Marina Silva seguramente participará en el nuevo ejecutivo como una especie de autoridad ambiental supraministerial, diseñada ad hoc para ella. con el objetivo de coordinar las áreas del gobierno en la materia. La idea es definir y ejecutar políticas públicas que concilien el desarrollo con la protección ambiental, respetando los acuerdos internacionales en relación a las convenciones de Naciones Unidas sobre el cambio climático. Para reafirmar su preocupación por la crisis ecológica, el presidente electo aceptó la invitación del comité organizador de la COP27, y participará junto a Silva en la conferencia de Naciones Unidas. El responsable de las políticas medioambientales de la administración americana, John Kerry, ya ha respaldado las intenciones del nuevo gobierno brasileño de impulsar metas climáticas más ambiciosas. El cumplimento de los acuerdos internacionales sobre cambio climático es una baza para Lula, que cimentará las buenas relaciones con Washington y Bruselas.
Lula ya sacó a Brasil del mapa del hambre de la ONU, y promete hacerlo nuevamente. Además, se presenta al mundo como un gran demócrata que se enfrentó a la sucia maquinaria de la extrema derecha internacional y le ganó las elecciones en una situación muy adversa. Vendrá a Europa como el político latinoamericano que puso coto al fascismo que gobernaba en el mayor país del continente. Salir vencedor, después de sufrir un proceso judicial viciado que le llevó a la cárcel, es una verdadera gesta, sobre todo, teniendo en cuenta que se impuso a un presidente candidato a dictador que usó los métodos más espurios para ganar, que abusó del poder económico, desacreditó a las instituciones democráticas, y que, como Trump cuando perdió las elecciones, alentó a sus seguidores a cortar las carreteras del país en protestas ilegales contra el resultado. Tras una semana de disturbios en la que sus partidarios cortaron vías con enorme perjuicio económico y cientos de miles se congregaron frente a los cuarteles para pedir la intervención militar, las cosas parecen tomar otra vez su cauce natural, con el inicio de los trabajos para la transición de gobierno.
El retorno a la Jefatura del país de Lula da Silva, con su prestigio como líder global y su vocación en defensa de la paz, permitirá que su voz vuelva a escucharse en los grandes foros internacionales.
Brasil es demasiado grande para ser tratado como un paria internacional, como ha ocurrido durante el último cuatrienio, cuando ha sido liderado por un político pequeño. El país, con sus 8.516 km², una población de más 215 millones, 13ª economía mundial y primera del subcontinente americano, no puede quedar...
Autor >
Zainer Pimentel
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí