LA VISIÓN EN EL OÍDO
‘En los márgenes’: una teoría del mal automático
No tenemos ni idea de cómo se para todo esto. Lo único que podemos es “hacer asamblea”. Abrir huecos para pensar en el tiempo acelerado del capitalismo precarizador
Amador Fernández-Savater 12/11/2022
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Los “grandes” del cine español reunidos para contar una lucha de los pequeños, la pelea anti-desahucios, protagonizada desde hace más de una década por la PAH. Eso hay que verlo y pensarlo, me digo, y me acerco a un cine cercano donde echan En los márgenes una tarde otoñal de inquietante ‘buen tiempo’.
He escuchado que se trata de una película de denuncia muy previsible y que romantiza la lucha de la PAH. Voy con ese prejuicio, pero salgo pensando lo contrario: ni hay una simplificación entre buenos/malos como exige la denuncia fácil, ni hay una moraleja edificante sobre las virtudes de la lucha y la resistencia. Casi lo contrario.
La película presenta una descripción del mundo mucho más inquietante: el mal, porque ese es el tema de la película y su protagonista invisible, es sobre todo un encadenamiento de automatismos impersonales y fuera de todo control. A ese entramado podemos llamarme “precariedad”.
Se pierde el trabajo - ya no se puede pagar la hipoteca - tus hijos te pierden el respeto - ganas de suicidio. No hay recursos públicos - el trabajo social vocacional acaba parcheando el desastre cotidiano - impotencia y amargura vital - deterioro de las relaciones familiares. Etc. Así son los automatismos de la precariedad, los automatismos que muestra la película.
Sus efectos destructores se encadenan de manera fatal a una velocidad de vértigo. Los personajes se precipitan y chocan entre sí mientras buscan cómo limitar los daños, apagan fuegos que se encienden inmediatamente en otra parte, corren detrás del tiempo de destrucción hiper-acelerado del capitalismo. No hay malos aquí, simplemente todo conspira (respira conjuntamente) para precarizar.
Dos figuras resisten. Hay un héroe individual, actuación muy grande de Luis Tosar como abogado implicado en las mil causas perdidas que le salen al paso en la vida misma. El personaje de Tosar desobedece sin parar, porque sabe que la obediencia a las normas y al propio papel institucional o profesional colabora con la reproducción del mal aunque no lo pretenda. Pero resulta agotador verle correr de un sitio para otro y llegar (casi) siempre tarde, una vez que los automatismos desencadenados han hecho polvo las vidas. Esa constante carrera termina haciendo polvo la suya. Al final de la película el único desalojado de su casa es él.
No hay malos aquí, simplemente todo conspira (respira conjuntamente) para precarizar
Por otro lado está la PAH, que encarna en la película la dignidad que le queda a este mundo. ¿Cuál es su fuerza? El tiempo. La PAH aparece como un lugar de detención en medio del desastre cotidiano, donde se puede pensar y organizar una respuesta adecuada. Eso es una asamblea: un lugar donde parar, escucharse y decidir. Organizarse mediante asamblea es la diferencia entre la PAH y el personaje de Luis Tosar. Pero organizarse no consiste en multiplicar las reuniones –la militancia se convierte muchas veces en un automatismo más–, sino en ralentizar el tiempo, aclararse pensando en compañía y decidir las acciones a emprender.
La PAH no aparece romantizada en este film. Es una fuerza muy chiquitita, el mal la desborda por todos lados y en la última escena los antidisturbios –otro automatismo– van masacrando a los militantes y vecinos que oponen resistencia al desahucio. Sí se puede, pero no todo. Se puede, eso sí, algo. Y ese algo es vital, es lo único.
No hay más. Ninguna esperanza. Los políticos de izquierda ni siquiera aparecen, me los imagino ocupados en sus luchas mediáticas y palaciegas. Los que quieren hacer el bien –los servicios sociales, por ejemplo– al final hacen el mal porque todo está torcido, todo conspira para precarizar. Sólo quedan vidas diminutas tratando de mantenerse a flote en medio de la tormenta desatada. Sólo queda el tiempo de detención que ofrecen algunos lugares colectivos para tramar respuestas. Pero la metástasis está fuera de control y amenaza con devastarlo todo.
No tenemos ni idea de cómo se para todo esto. Lo único que podemos es “hacer asamblea”. Abrir huecos para pensar en el tiempo acelerado del capitalismo precarizador. Decidir las acciones que nos parezcan adecuadas aunque nunca sepamos cuál será su resultado. Puede ser una asamblea de la PAH o una asamblea con los amigos o una asamblea con uno mismo. Se trata siempre de lo mismo: interrumpir el tiempo alocado de los automatismos (el mal), pensar y actuar.
Los “grandes” del cine español reunidos para contar una lucha de los pequeños, la pelea anti-desahucios, protagonizada desde hace más de una década por la PAH. Eso hay que verlo y pensarlo, me digo, y me acerco a un cine cercano donde echan En los márgenes una tarde otoñal de inquietante ‘buen...
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Amador Fernández-Savater
Es investigador independiente, activista, editor, 'filósofo pirata'. Ha publicado recientemente 'Habitar y gobernar; inspiraciones para una nueva concepción política' (Ned ediciones, 2020) y 'La fuerza de los débiles; ensayo sobre la eficacia política' (Akal, 2021). Su último libro es ‘Capitalismo libidinal; antropología neoliberal, políticas del deseo, derechización del malestar’ Sus diferentes actividades y publicaciones pueden seguirse en www.filosofiapirata.net.
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