1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.340 Conseguido 91% Faltan 16.270€

RICARDO ROBLEDO / HISTORIADOR

“No se puede entender la reforma agraria de la República desde el marco de la democracia actual”

Sebastiaan Faber 9/11/2022

<p>Ricardo Robledo.</p>

Ricardo Robledo.

Fotografía cedida por la editorial Pasado & Presente

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Es imposible comprender la historia española de los últimos siglos sin entender el problema de la tierra. Su concentración en pocas manos, la intransigencia de los terratenientes –cuyo poder económico ha frenado o saboteado todo intento de cambio político– y, sobre todo, la falta de acceso a la tierra de grandes sectores de la población han sido las causas principales de una desigualdad económica estructural cuyas huellas perviven todavía hoy. Hasta al menos 1950, por poner un ejemplo, en España, “disponer de trabajo o de unos mínimos servicios sociales dependía del acceso a la propiedad de la tierra, individual o municipal, bien fuera en propiedad o en arrendamiento”.

El dato proviene de La tierra es vuestra (Pasado & Presente), el último libro del historiador Ricardo Robledo. Se trata de una obra monumental –son 600 y pico páginas, incluidos cuatro apéndices– que ofrece tres grandes lecciones. La primera, ya mencionada, es que comprender el problema de la tierra es indispensable para narrar con rigor la evolución histórica del país. La segunda, que a esa comprensión solo se llega mediante una investigación rigurosa –basada en datos muchas veces difíciles de conseguir– que, a su vez, depara un escenario complejo. La verdad es que en España no ha habido un solo problema de la tierra, sino varios. Así, los desafíos en el sur latifundista –que ha solido servir, engañosamente, como metonimia para el país entero– han sido muy distintos de los de Catalunya o de Galicia.

La tercera gran lección es de carácter historiográfico y político. Las interpretaciones parciales o tergiversadas del problema de la tierra y de los intentos por resolverlo –en particular la reforma agraria emprendida en los años de la Segunda República– han servido para apuntalar versiones parciales o tergiversadas de la historia española y, de paso, descalificar ciertas opciones políticas. No solo en la época franquista y durante la Transición, sino también hoy, cuando los retos de la España rural, además de sociales y económicos, son ecológicos y climáticos.

Ricardo Robledo (Lumbrales, Salamanca, 1946), ha enseñado Historia Económica en la Universidad Autónoma de Barcelona y la de Salamanca, donde también fue decano; hoy es investigador visitante de la Pompeu Fabra. Lleva más de 40 años escribiendo sobre la historia agraria (y otros temas).

Ha dedicado casi toda su vida profesional al agro. ¿Cuál es su experiencia personal con la vida campesina?

Alguna tengo, aunque poca. Soy de un pueblo de Las Arribes, en Salamanca, pero mi familia no era campesina. La de mi padre sí que había vivido del campo totalmente, pero él había emigrado a Madrid y pudo promocionarse haciéndose chófer. De la República, por cierto: era uno de los perdedores de la guerra. Todavía en los años 60 y 70 se lo hacían recordar pidiéndole el carnet para humillarlo. Como yo me crié en el pueblo –mi esquema mental inicial era el del nacionalcatolicismo rural– sabía lo que era ir a hacer las faenas del campo, como la trilla, la vendimia o la recogida de patatas, en las que participaba ocasionalmente. Pero mi familia vivía de un pequeño comercio. Después, pasé a vivir en Ciudad Rodrigo, que no dejaba de ser una ciudad rural con obispo. Todo esto para decir que he tardado en ser un hombre urbano.

Para una parte significativa de las élites, la Segunda República era ilegítima. Por tanto era inaceptable cualquier reforma que se propusiera

Como urbanita tardío, ¿ha llegado a idealizar la vida rural?

No. La melancolía o la añoranza por el mundo rural nunca las he tenido. Al contrario: en cuanto me di cuenta de que existían otros horizontes, hice lo posible por salir del pueblo. El campo lo recuerdo como un mundo muy cerrado. En cambio, lo que sí he llegado a comprender –ya como investigador– es que los modos de la agricultura tradicional tienen una capacidad de crecimiento orgánico que los modernizadores han desechado injustamente pero que hoy, cuando nos enfrentamos a una crisis ecológica sin precedentes, debemos tener en cuenta. Hay modelos alternativos que no tienen que pasar necesariamente por la industrialización de la agricultura y que a generaciones pasadas les han solucionado situaciones críticas.

¿Cómo ha cambiado su visión del problema de la tierra a lo largo de cuatro décadas de investigación?

Concretamente, escribir este libro me ha confirmado la idea de que los problemas de la tierra no son los mismos en el sur y suroeste –donde el mayor problema ha sido el de la distribución– que en las otras Españas: Galicia, por ejemplo, o la misma Catalunya, donde vivo actualmente y donde he podido hacer mucha investigación nueva. También ha cambiado mi visión de la emigración rural. “La tierra es vuestra” es lo que pensaron los emigrantes castellanos cuando empezaron a buscarla en América. Mi primera investigación, la tesis de licenciatura en 1973, dio a conocer los casos de emigración que eran resultado de la expropiación, del poder de la renta. Hoy, aprecio más sus aspectos positivos. No solo económicos –si la España campesina sobrevivió en periodos críticos, fue gracias a las remesas de los emigrantes– sino también políticos y culturales. Los emigrantes que regresan a su tierra traen perspectivas nuevas. Sin ir más lejos, la movilización política del campesinado castellano durante la Segunda República no se entiende sin tomar en cuenta el impacto de las ideas traídas de fuera.

En Andalucía o Extremadura, la invasión de fincas por ocupantes sin título resuelve una necesidad inmediata y da impulso a la reforma agraria legalizada

Aunque su libro cubre un terreno amplio, se centra en la reforma agraria que emprenden los sucesivos gobiernos republicanos desde 1931 y que se ha solido tildar de “fracasada”. Usted cuestiona ese cliché. Al mismo tiempo, pone el foco en los obstáculos a los que se enfrentaron los reformistas republicanos: su propia falta de pericia, pero también la falta de datos fiables y, ante todo, la férrea intransigencia de un bloque conservador que tenía mucho que perder.

Es verdad que hubo cierta falta de pericia: políticos republicanos como Fernando de los Ríos o Marcelino Domingo no eran exactamente expertos en el tema. Pero se acompañaron de técnicos que sí lo eran. El tema de la intransigencia es más importante. Era de carácter cultural y político. A fin de cuentas, estamos hablando de hábitos culturales formados a lo largo de mucho tiempo y que son, por tanto, difíciles de cambiar a corto plazo. El papel de la Iglesia es central en su pervivencia. (Ya decía Lakoff que la gente no vota necesariamente en su propio interés, sino que votan su identidad, sus valores, votan a aquel con quien se identifican.) Después está el factor más netamente político de la legitimidad. Para una parte significativa de las élites, la Segunda República era ilegítima. Por tanto era inaceptable cualquier reforma que se propusiera. No olvidemos que la fracción monárquica empezó a conspirar contra la República ¡el mismo día 14 de abril!

En varios momentos clave del libro cita a Alfred Hirschman, el economista alemán que luchó con la República en la guerra de España y acabó como catedrático en las universidades de Columbia, Harvard y Princeton. 

Es uno de los autores que más me ha servido para comprender las retóricas de la intransigencia que se desplegaron en España. Su trabajo sobre el pensamiento reaccionario es fundamental. También me ha ayudado a comprender las oportunidades que tenemos los humanos para poder escoger nuestro papel en relación a los grupos sociales –Hirschman distinguió de forma memorable entre salida, voz lealtad– y cómo al mismo tiempo pueden influir en el comportamiento de las otras personas. Su forma de pensar ha sido esencial para los que intentamos escribir la historia desde abajo. Concretamente, el trabajo que hizo Hirschman sobre la reforma agraria de Colombia me sirvió para comprender de otra forma los actos de violencia “espontáneos” por parte del campesinado español, como las ocupaciones e invasiones de las fincas. Para Hirschman, esa violencia descentralizada representa una opción política concreta que tienen los campesinos en un momento determinado. Más importante aún, estos actos sirven como indicador para el legislador, que gracias a ellos ve dónde hay un problema y cuál puede ser su solución. De ahí que a menudo ese tipo de violencia descentralizada, sobre todo si no tiene resistencia inmediata, actúe de partera indispensable de la reforma posterior. Para Hirschman, en otras palabras, el conflicto social no tiene por qué ser negativo. Incluso una sociedad sin conflicto alguno sería sospechosa. En Andalucía o Extremadura, la invasión de fincas por ocupantes sin título no solo resuelve una necesidad inmediata, sino que da impulso luego a la reforma agraria legalizada.

La reforma que se inició después de la victoria del Frente Popular en febrero del 36 no fue un fracaso porque se resolvieron problemas sociales reales

En este sentido, rechaza las lecturas de la reforma agraria republicana que denuncian su falta de respeto al “marco liberal democrático”. Incluso un historiador como Edward Malefakis critica a los republicanos por poco garantistas. Usted cuestiona que se pueda hablar de garantismo en ese sentido: si invadir una finca es un acto antidemocrático –señala–, no lo es menos “el boicot sistemático del gran propietario a la legislación social de la República”. En este contexto, plantea una pregunta retórica que me parece clave: “¿Se puede hablar de democracia en abstracto en los años 30?” La respuesta, obviamente, es no.

Exacto. Juzgar la reforma agraria desde los principios de la democracia liberal actual es totalmente ahistórico. No puedes extrapolar esos principios a los conflictos de los años 30, cuando las mismas democracias liberales estaban traicionando las reglas democráticas. Solo hace falta recordar la posición de las democracias liberales ante el golpe de Estado de 1936 en España. Si intentamos meter el concepto de democracia en el chaleco de los años 30, salta hecho pedazos. En este sentido, me parece muy ilustrativa la postura que adoptaron individuos que no tenían nada de revolucionarios, como Mariano Ruiz-Funes, catedrático de Derecho Penal, y hombre de Izquierda Republicana. Para Ruiz-Funes, ministro de Agricultura, el problema no era que la reforma agraria violara el marco democrático; asumía que la reforma era una “precondición” de ese marco cuando afirma en mayo de 1936 que la reforma supondría “la definitiva consolidación en España de una República democrática”. 

Parte de la conflictividad social del campo está, a mi entender, mal analizada porque se han usado fuentes poco fiables, como la prensa católica

El debate, entonces, ha estado mal enfocado.

Efectivamente. Los hechos no coinciden con el relato historiográfico que ha sido dominante hasta la fecha. De la reforma del 32 se repite una y otra vez que fue “un severo error político”. Se la circunscribe a los asentamientos de campesinos, pero hay otras medidas sobre acceso a bienes comunales y, especialmente sobre el desarrollo de un marco democrático de las relaciones laborales. Hasta 1931 tenía vigencia la lógica del “amo” –cuya voz era dominante– y del “criado” sin contratos negociados. Fue la primera vez en la historia de España que se comunicaba a las personas trabajadoras que tenían derechos. La reforma que se inició después de la victoria del Frente Popular en febrero del 36 no fue un fracaso porque se resolvieron problemas sociales reales. ¿Cómo podemos calificar un proyecto así, hoy, como ilegítimo? 

Si algo indica su libro, sin embargo, es que las perspectivas pueden cambiar: la historiografía avanza, no solo gracias a que haya mejores datos, sino también perspectivas nuevas.

Así es. Tomemos, por ejemplo, el papel de las mujeres, que era clave en la conflictividad laboral de la época, pero que se ha ignorado durante mucho tiempo. No solo es que las mujeres no aparezcan en los datos estadísticos. Siempre hablamos de activos agrarios masculinos y dejamos fuera a la mitad de la población. También hay que tener en cuenta que cobraban un 50 por ciento menos que los hombres. Venían a representar el papel de los obreros forasteros de otros pueblos o países (gallegos, portugueses) discriminados por la Ley de Términos Municipales. Así, se enfrentaban a una doble discriminación: sus maridos no querían que trabajaran y además cobraban la mitad. Algunos de los conflictos más violentos en el campo nacen de esa desigualdad de género. La mayor humillación posible era que a un hombre le dijeran: o aceptas el salario femenino, o no tienes trabajo. En Castellar de Santiago, un pueblo en Ciudad Real, una situación así estuvo en el origen del enfrentamiento violento entre campesinos y patronos que acabó en una tremenda masacre.

La contrarreforma hizo que la despoblación del campo fuera mucho más brutal de lo que podría haber sido bajo otras circunstancias

Para narrar estos conflictos, en su libro aporta muchas fuentes nuevas. También descarta ciertas fuentes que les han servido a otros investigadores.

No es un tema baladí. Parte de la conflictividad social del campo está, a mi entender, mal analizada porque se han usado fuentes poco fiables, como la prensa católica. Según esta, los disparos que abortaban las reivindicaciones laborales casi siempre provenían de pistolas de los obreros, dejando en penumbra, como ocurrió en Villanueva del Arzobispo, a los patronos que disparaban tras las cortinas de los balcones. El propio Malefakis dio crédito alguna vez a estas interpretaciones en fuentes como El Debate. Pero los reporteros de El Debate señalaban como autores de ciertos hechos a personas que no lo fueron. Si te pones a pensar, no deja de ser lógico: ¿cómo nos vamos a fiar de lo que escribe sobre el conflicto rural la prensa conservadora en los años de la Segunda República? Es como si alguien se decidiera a escribir la historia de nuestro momento presente fiándose únicamente de La Razón o El Mundo.

La reforma agraria de la Segunda República fue abortada por la guerra y la dictadura. En su capítulo final, sugiere que los ecos de ese aborto resuenan en la España actual en términos demográficos, económicos y medioambientales.

Es importante comprender el enorme impacto de la contrarreforma agraria que se inicia durante la guerra en los territorios controlados por los rebeldes y que continúa con plena fuerza durante el franquismo. Esa contrarreforma no solo se tradujo en una represión brutal en las zonas rurales, en una pobreza extrema –recordemos que las hambrunas de la postguerra mataron a 200.000 personas– y en la destrucción de todo un entramado asociativo. También hizo que la despoblación del campo fuera mucho más brutal de lo que podría haber sido bajo otras circunstancias. Esa brusquedad del cambio demográfico dejó sin amarre alguno a muchos, muchos lugares. Y, en efecto, estoy convencido de que las consecuencias de todo esto no solo han sido desastrosas desde el punto de vista sociológico y económico, sino también ecológico –pienso, por ejemplo, en la desertización– precisamente porque el vaciamiento demográfico se combinó con una industrialización masiva de la agricultura. 

Es imposible comprender la historia española de los últimos siglos sin entender el problema de la tierra. Su concentración en pocas manos, la intransigencia de los terratenientes –cuyo poder económico ha frenado o saboteado todo intento de cambio político– y, sobre todo, la falta de acceso a la tierra de grandes...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Sebastiaan Faber

Profesor de Estudios Hispánicos en Oberlin College. Es autor de numerosos libros, el último de ellos 'Exhuming Franco: Spain's second transition'

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí