BOICOT
El deporte mundial cierra sus puertas a Rusia
Organismos y federaciones internacionales de todas las disciplinas vetan a selecciones, clubes y deportistas rusos en las competiciones más importantes como gesto de represalia y de presión hacia Putin por la invasión de su país sobre Ucrania
Ricardo Uribarri 2/03/2022
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Habrá quien piense que no va a servir para nada. Que van a verse afectados algunos que no tienen culpa. Y que lo mejor es mantenerse al margen de la política. Ninguno de esos argumentos ha impedido que el deporte haya decidido dar una respuesta contundente a la invasión de Ucrania por parte de Rusia. De las palabras de condena y repulsa tras la decisión tomada por Vladímir Putin se ha pasado en apenas unas horas a la toma de duras resoluciones por parte de los organismos internacionales más importantes, que van a dejar a deportistas, clubes y selecciones rusas sin la posibilidad de participar en ninguna competición, y al país sin la organización de eventos ya concedidos. A partir de ahora y durante un tiempo, va a ser difícil ver a deportistas rusos competir fuera de su territorio.
El debate entre dar una respuesta proporcionada a la gravedad de los hechos, y al mismo tiempo intentar que las competiciones no se vieran afectadas, llevó en un primer momento a instituciones como FIFA y UEFA a decidir que los partidos en los que participaran equipos o selecciones de Rusia se jugaran en campo neutral y sin que estuvieran presentes símbolos como la bandera o el himno. Pero la reacción de las federaciones de Polonia, República Checa o Suecia, que se negaban a enfrentarse a Rusia en la eliminatoria de repesca para el Mundial, postura a la que se unieron Inglaterra, Gales y Dinamarca, así como las contundentes declaraciones de jugadores como Lewandowski, que dijo “no me puedo imaginar jugar un partido contra Rusia en una situación en la que mantiene la agresión armada en Ucrania”, o de Szczesny, que afirmó que “me niego a jugar contra jugadores que eligen representar los valores y principios de Rusia”, les obligó a cambiar la postura inicial.
De esa forma, los dos organismos del fútbol, que siempre han evitado tomar decisiones “políticas”, decidieron finalmente prohibir a Rusia participar en las competiciones oficiales, lo que supone que la selección masculina no podrá aspirar a clasificarse para el próximo Mundial de Catar –en esta dictadura del Golfo Pérsico han muerto más de 6.500 trabajadores construyendo los nuevos estadios, según ha revelado esta semana The Guardian–. Además, la selección femenina se quedará fuera de la Eurocopa de este verano y que el club ruso que quedaba en las competiciones europeas, el Spartak de Moscú, quede eliminado de la Europa League. La UEFA, que ya había cambiado la sede de la final de la Champions de esta temporada de San Petersburgo a París, se ha visto forzada también a romper su acuerdo de patrocinio con la empresa de gas rusa estatal Gazprom, que le suponía un ingreso de 40 millones anuales. Con esta misma empresa ha cancelado también su acuerdo de patrocinio el club alemán Schalke 04, que estaba vigente hasta 2025 y que le proporcionaba nueve millones al año. El Manchester United inglés ha decidido asimismo finiquitar el acuerdo que tenía con la aerolínea rusa Aeroflot, por la que iba a ingresar 40 millones de libras hasta 2023. Por su parte, la marca de ropa deportiva Adidas ha anunciado que suspende el patrocinio que le vinculaba con la selección rusa de fútbol.
Otra institución que ha seguido el mismo camino es la Euroliga de baloncesto. Su primera resolución fue la de buscar canchas neutrales para que los partidos de los equipos rusos se pudieran seguir disputando. La justificaba “para proteger la integridad y continuidad de la competencia, permitiendo que los equipos continúen defendiendo su derecho a competir en la cancha, aislando el deporte de cualquier acción política”. Sin embargo, apenas tres días después, la junta ejecutiva de accionistas decidió suspender temporalmente la participación de los equipos rusos en la Euroliga, que son CSKA de Moscú, Zenit de San Petersburgo y UNICS Kazan, como en la Eurocup, con el Lokomotiv Kuban. Además, advierte de que seguirá pendiente de la evolución del conflicto y de que, si la situación no mejora, los partidos disputados por los equipos rusos esta temporada serán anulados.
El hecho de que todos los países de la Unión Europea hayan cerrado el espacio aéreo a los vuelos procedentes de Rusia también imposibilitaba que los equipos se pudieran desplazar, terminando por hacer inviable el deseo inicial de las organizaciones deportivas de que los representantes rusos siguieran compitiendo. La presión de los Gobiernos de los países a nivel individual y de la institución comunitaria ha resultado determinante para que se haya terminado produciendo este boicot general. En ese sentido, el ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, ya anunció que el Gobierno iba a plantear “la expulsión de los equipos rusos de todas las competiciones deportivas europeas”.
El rechazo a lo ocurrido ha sido tan grande que hasta magnates rusos tan destacados como Roman Abramovich, al que se considera cercano a Putin, se ha visto obligado a ceder el control del equipo del que es dueño, el Chelsea londinense, a una fundación, después de que el Parlamento británico estudiara imponer sanciones a una serie de oligarcas rusos catalogados como afines al mandatario ruso, entre los que se encuentra él. Curiosamente, Abramovich está mediando en las negociaciones para conseguir la paz por petición de Ucrania.
La indecisión de algunas instituciones deportivas en los primeros días después de la agresión a Ucrania provocó situaciones llamativas, como que la selección femenina de rugby de Rusia jugara en Alcobendas el pasado sábado 26 contra España la final del Europeo. Una circunstancia justificada por Rugby Europe en que el equipo ruso ya estaba en Madrid cuando se produjo la invasión de territorio ucraniano. Las únicas restricciones que impuso la federación fueron que no se exhibiera su bandera ni se escuchara su himno.
En la postura más contundente que finalmente han adoptado muchas asociaciones deportivas ha influido también el posicionamiento que anunció el Comité Olímpico Internacional el pasado lunes 28. A pesar de reconocer que se encontraba en un “dilema que no se puede resolver” entre su “sentido de equidad para no castigar a los atletas por las decisiones de su gobierno si no participan activamente en ellas”, y el hecho de que “mientras los deportistas de Rusia y Bielorrusia podrían continuar participando en eventos deportivos, muchos deportistas de Ucrania no pueden hacerlo debido al ataque a su país”, recomendaba a federaciones y organizadores de eventos que no inviten a deportistas rusos y bielorrusos a competiciones internacionales. Y que en caso de que finalmente compitan, lo hagan sin que exhiban símbolos, colores, banderas o himnos nacionales.
A partir de ese anuncio, han llegado muchas más restricciones de organizaciones que rigen distintas disciplinas deportivas. La Federación Internacional de Baloncesto (FIBA) ha excluido a las selecciones rusas, e incluso a los árbitros de esa nacionalidad, de las próximas competiciones. Las federaciones internacionales de balonmano, ciclismo, rugby, patinaje, hockey y pentatlón han prohibido a las respectivas selecciones, equipos y deportistas rusos de esos deportes que participen en las competiciones internacionales. El Consejo Mundial de los Deportes del Motor ha vetado a los equipos rusos de las competiciones amparadas por la Federación Internacional, aunque permitirá competir a los pilotos siempre y cuando lo hagan bajo la bandera de la FIA. La de Tenis va a dejar fuera a Rusia de la Copa Davis y de la Billie Jean King, torneos en los que son los vigentes campeones. La Internacional de Natación ha decidido que los nadadores de Rusia y de Bielorrusia, ya sea individualmente o en equipos, deben ser aceptados en las competiciones solo como deportistas o equipos neutrales, sin exhibir símbolos nacionales, banderas o tocar himnos. La Federación Internacional de Judo le ha quitado a Putin el cargo de presidente de honor y embajador del organismo.
En esta situación, muchos deportistas rusos se van a ver sin la posibilidad de desarrollar su actividad pese a mostrar públicamente su posición contraria a la decisión del presidente ruso de invadir Ucrania. Es el caso, por ejemplo, de varios tenistas. Uno de ellos, Rublev, escribió en una cámara tras finalizar un partido. “No a la guerra”. Su compatriota Daniel Medvedev, actual número uno del mundo, afirmó: “me parece increíble que haya guerras, no lo puedo comprender, ojalá que se termine lo antes posible”. Por su parte, Anastasia Pavlyuchenkova, señaló: “No me asusta mostrar mi posición, estoy en contra de la guerra y la violencia. Solo puedo hacer público mi desacuerdo con estas decisiones”. El ciclista Pavel Sivakov ha declarado estar “totalmente en contra de la guerra. Todos mis pensamientos están con el pueblo ucraniano. Quiero que la gente entienda que la mayoría de los rusos solo quieren la paz y nunca pidieron que todo esto sucediera, no deberíamos ser objeto de odio solo por nuestro origen”. El futbolista Feder Smolov publicó en sus redes sociales el mensaje “No a la guerra” acompañado de un corazón roto. Daniel Kvyat, piloto de Fórmula 1, aseguró: “No quiero que las acciones militares y las guerras influyan en el futuro de la humanidad”, al tiempo que mandaba este mensaje a las federaciones deportivas internacionales y al COI: “El deporte debe permanecer al margen de la política y prohibir a los atletas y equipos rusos participar en competiciones mundiales es una solución injusta y va en contra de lo que el deporte nos enseña en su principio, la unidad y la paz”.
En el lado de los deportistas ucranianos, ya hay varios que han valorado no competir frente a sus oponentes rusos o que directamente se han negado a ello. La tenista Svitolina anunció que prefería retirarse del torneo de Monterrey antes que enfrentarse a la rusa Potapova, aunque finalmente jugó al competir su rival sin identificarse con símbolos de Rusia. Svitolina ha pedido a la WTA, la ATP y la Federación Internacional que hagan caso a las directrices del COI. De hecho, el presidente de la Federación Ucraniana de Tenis ha solicitado que los tenistas rusos no jueguen los torneos del ITF, entre los que están los Grand Slam, un requerimiento que no va a ser aceptado. El equipo de esgrima en la modalidad de florete si abandonó la Copa del Mundo de El Cairo para no medirse al conjunto ruso. Incluso 40 personas relacionadas con el deporte ucraniano han mandado una carta al presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, y al presidente del Comité Internacional Paralímpico, Andrew Parsons, solicitando la suspensión de toda actividad del Comité Olímpico Ruso.
La situación actual nos deja dos incógnitas. La primera, a corto plazo, es qué pasará con todas estas actuaciones cuando la agresión rusa finalice sobre Ucrania, ¿acaso van a mantenerse? Y la otra es si esto servirá como ejemplo en un futuro cuando se produzcan circunstancias similares. Es cierto que el deporte ha girado la cabeza en otras ocasiones con motivo de situaciones poco ejemplares en distintos países. Como dice la guardameta sueca del Atlético de Madrid femenino, Hedvig Lindhal, llevándolo a su deporte, pero siendo extrapolable a todos los demás: “esperemos que esto sea una primera señal para defender algo más grande que el fútbol, y tal vez otras naciones que intenten hacer algo similar (a lo de Rusia) a partir de ahora reciban el mismo trato”.
Habrá quien piense que no va a servir para nada. Que van a verse afectados algunos que no tienen culpa. Y que lo mejor es mantenerse al margen de la política. Ninguno de esos argumentos ha impedido que el deporte haya decidido dar una respuesta contundente a la invasión de Ucrania por parte de Rusia. De las...
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Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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