PRECARIEDAD EN LAS BIG FOUR
Una ‘call’ con recién graduados en traje
“Aguanté ocho meses. No es raro, la rotación es muy alta, como se suele decir. La mayoría de la gente es muy joven. Las empresas saben que nos queman, es su modelo”
Elena de Sus 29/01/2023
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Era un buen sueldo, pero tampoco para tirar cohetes. Unos 20.000 euros brutos. En Madrid está bien si compartes piso, yo compartía con tres amigas de la universidad. Había bastantes becarios, cobraban cerca de 800 euros al mes. Empecé a trabajar en Deloitte en 2018 porque era de las pocas empresas que te daban una oportunidad recién salida de la carrera. No es fácil encontrar trabajo sin experiencia. En mi caso, no había otros motivos. Sé que a cierta gente le resultan prestigiosas, pero en informática esas empresas no tienen buena fama, están entre las que llamamos “cárnicas”.
Es la más grande de las “Big Four”, las cuatro mayores empresas de auditoría y consultoría: Deloitte, Pricewaterhouse Coopers, Ernst & Young y KPMG. Entre las cuatro facturan 2.500 millones de euros en España y unos 200.000 en el mundo. La auditoría representa el 38% de su facturación. La consultoría, el 36%. El resto son otros servicios como asesoramiento legal y tributario o asesoramiento en transacciones. Yo me dedicaba a la consultoría.
Me levantaba sobre las 8, tomaba un café rápido, me vestía con la ropa que había dejado preparada el día anterior, me maquillaba y todo eso. Había que ir muy arreglada, formal, la imagen era importante. Ellos siempre de traje y corbata. Cogía el metro y me encaminaba a la oficina que, por supuesto, estaba en un rascacielos. Ocupábamos cuatro plantas.
Hacíamos proyectos para grandes empresas, del IBEX 35. Las primeras horas de la mañana transcurrían entre reuniones con el cliente y reuniones internas. La comunicación con el cliente era constante, nos reuníamos para definir el proyecto y después íbamos presentando informes de su desarrollo. Siempre estábamos disponibles para resolver dudas o establecer cambios. Los clientes solían quedar satisfechos con los resultados.
La jornada terminaba oficialmente a las 18h. Yo tuve suerte, porque en mi equipo había gente bastante maja y casi nunca nos quedamos hasta tarde, pero sé de compañeras que acababan saliendo a las 21 o 22. Después cogía el metro de vuelta a casa, aunque a veces hacíamos afterwork y nos quedábamos a tomar algo por ahí. Se fomentaba mucho el team building, la relación entre los miembros del equipo. Los miércoles comíamos todos juntos en algún sitio y a veces también los viernes.
Las jornadas se alargaban cuando se acercaba la fecha límite para terminar los proyectos. Muchas veces, la empresa metía en proyectos complejos a gente sin experiencia a la que le costaba sacar el trabajo con rapidez, y no contaban con ayuda suficiente. Había mucha presión.
Las jornadas se alargaban cuando se acercaba la fecha límite para terminar los proyectos
Yo me di cuenta pronto de que aquello no iba conmigo. Miraba a mis jefes y tenía muy claro que no quería terminar como ellos. No me gustaban las normas de vestuario, no me gustaba tener tantas reuniones, dedicar tanto tiempo a embelesar al cliente, no me gustaba la jerarquía, que era muy estricta. Quedarse ahí suponía renunciar a toda vida social fuera de la empresa. De formar una familia, o al menos, ser parte activa de ella, ya ni hablamos. Puedes llegar a ganar mucho dinero, pero tardarás muchos más años que en otro tipo de compañía, y haciendo un gran sacrificio. No tenía sentido.
Aguanté ocho meses. No es raro, la rotación es muy alta, como se suele decir. La mayoría de la gente es muy joven. Las empresas saben que nos queman, es su modelo. Nos mandaban muchos correos con consejos sobre la salud mental y todo eso.
Una amiga que también trabajó en una Big Four me contaba que detectó en las preguntas del reconocimiento médico de la empresa los síntomas de la ansiedad. “¿Taquicardias?”, “¿Temblores?”, “¿Dificultades para dormir?”. Obviamente, lo negó todo.
Luego a estas empresas les dan premios, las reconocen como “el mejor lugar para trabajar” y cosas así.
Pero sí que hay gente que hace carrera en las Big Four. ¿Por qué? Supongo que les gusta esa vida. Están orgullosos, se sienten duros. Les gusta ir en traje. Ser una autoridad, explicar las cosas, impresionar. Mandar en la oficina. Reunirse con gente importante. La cena de Navidad. Hablar en inglés. Todo eso. El confinamiento tuvo que ser muy difícil para ellos.
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Relato basado en el testimonio de D.
Era un buen sueldo, pero tampoco para tirar cohetes. Unos 20.000 euros brutos. En Madrid está bien si compartes piso, yo compartía con tres amigas de la universidad. Había bastantes becarios, cobraban cerca de 800 euros al mes. Empecé a trabajar en Deloitte en 2018 porque era de las pocas empresas que te daban...
Autora >
Elena de Sus
Es periodista, de Huesca, y forma parte de la redacción de CTXT.
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