museos
Un talento discreto
El último número de ‘Artforum’ consagra a Manuel Borja-Villel
Ángela Molina 4/04/2023
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Durante más de una década, Manuel Borja-Villel ha sido considerado el mejor director de museo de arte moderno y contemporáneo del mundo. Nadie hasta el momento había hecho pública una apreciación de tal calibre, ningún historiador, crítico o director de cualquier institución de la geografía mundial ha intentado afirmarlo y, sin embargo, es una verdad sabida, argumentada por prácticamente todos los profesionales (¿habría que añadir “decentes”?) que pueblan el llamado “mundillo artístico”, y sirve para corregir cualquier prejuicio que pudiera haber acerca del Borja-Villel “peligroso izquierdista”, “sibilino”, “profanador del ideal de belleza”, “tedioso” o, en el mejor de los casos, “ambicioso”.
Manuel Borja-Villel (en adelante MBV) fue director de la Fundació Tàpies, del Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA) y, durante los últimos quince años, ha estado al frente del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS), cargo que abandonó el pasado mes de enero de la peor de las maneras, como el superviviente de un naufragio cultural que debió soportar el canibalismo y la locura de las fuerzas ultraconservadoras españolas y de algún ciego erudito, más cínico y ciego que erudito.
Durante toda su carrera, en Barcelona y Madrid, MBV pensaba que debía ser un director de su tiempo, como muchos artistas, filósofos y escritores lo creen de sí mismos. Trabajaba con la misma naturalidad con la que respiraba, siempre siguiendo su propio instinto. Formó a un extenso equipo de hombres y mujeres, igualmente autoexigentes, y hoy no hay un museo en España, más alguno que otro en Europa, que no esté dirigido por alguien de esa generación que lo tuvo de referente o de cómplice. Nunca se ha mostrado más molesto por las críticas de sus detractores que por el agua que corre por el Manzanares. Acorazó su ego en su propio trabajo. Ha sido un entusiasta, un hombre humilde, que exhibía humor y revuelta. Pero nadie había dicho de él, abiertamente al menos, que fuera el mejor en lo suyo, aunque lo pensara. Hasta ayer mismo.
El número de abril de la revista internacional Artforum publica un artículo de seis páginas sobre MBV firmado por Ive-Alain Bois, prestigioso teórico del arte, profesor y editor de October, además de autor, junto con Benjamin H.D. Buchloh, Rosalind Krauss y Hal Foster de Art Since 1900. Modernism, Antimodernism, Postmodernism (Thames & Hudson, Akal, 2004), una de las biblias del arte que todo estudiante está obligado a manejar. En su reseña, IAB se ocupa brevemente de la etapa barcelonesa de MBV y principalmente de los quince años de su trabajo al frente del Reina Sofía. Recorre y valora cada capítulo de la colección “Vasos Comunicantes”, y no oculta su asombro y enfado ante la crítica destructiva y las injurias lanzadas desde una parte de la prensa española que buscó lesionarle personal y profesionalmente, como si aquellos vasos comunicantes hubieran estallado de pronto dando paso a su peor clímax simbólico.
Estos son algunos extractos del artículo de IAB, que arranca así: “Hace tiempo que considero a (Manolo)BV el mejor conservador-director de cualquier museo de arte moderno y contemporáneo que yo conozca, con mucha diferencia. Hombre infatigable, durante sus quince años al frente del MNCARS comisarió, dirigió y editó personalmente 207 exposiciones. Y, por supuesto, lo que importa no es la cantidad de muestras, sino su asombrosa inventiva: la novedad de sus temas, su nitidez conceptual, la inteligencia en el montaje. Todas las que he visto me han abierto los ojos y permanecen vivas en mi memoria. Los elogios profusos no son mi fuerte (mi origen hugonote me lo impide), pero en la actualidad es imperativo hacer hincapié en ellos, en respuesta a la campaña de violencia sin precedentes lanzada por la prensa conservadora española y sus aliados de la ultraderecha contra MBV y todo lo que ha logrado en el Reina Sofía. No era la primera vez, por supuesto, que los nostálgicos de Franco le asaltaban [aquí se refiere IAB a la Asociación Española de Abogados Cristianos, que se consideraban ofendidos por una obra incluida en la exposición Un saber realmente útil, y presentaron una querella contra él], y aunque el Gobierno era muy conservador en aquel momento, estas acusaciones se esfumaron, gracias al estatuto de autonomía del museo, por el que MBV había luchado, y que había obtenido finalmente en 2011. Hoy, sin embargo, el ataque es claramente malintencionado”.
IAB se remonta al 15 de enero pasado (sólo unos días antes de la finalización de su contrato), cuando la portada del diario ABC afirmaba en un titular que “el director tiene un contrato fraudulento desde hace diez años”. El periódico repitió la misma idea durante unos cuantos días más, casi siempre en portada (otros diarios menos destacados difundieron la mentira), a pesar de que el Reina Sofía emitió una nota desmintiendo la acusación y solicitando al ABC una retractación que nunca se produjo. El “contrato fraudulento” se refería al contrato inicial de MBV de cinco años (fechado el 18 de enero de 2008), donde se estipula que su nombramiento puede renovarse dos veces más, cada cinco años –es decir, hasta el 18 de enero de 2023–, de común acuerdo entre él y las autoridades tutelares, “que es exactamente lo que ocurrió en ambas ocasiones”. A IAB le parece una “gran ironía” que todo esto pasara bajo el Gobierno conservador de Mariano Rajoy, y se emplea en explicar al lector internacional que el desvarío de ABC no surgió de la nada. “Se basaba en una ley aprobada el 4 de octubre de 2011, relativa, entre otras cosas, al proceso de nombramiento del director del Reina Sofía (que implica un comité de selección internacional y demás –nada muy diferente de lo que había llevado al nombramiento de Borja-Villel tres años antes). Descartando el hecho de que esta nueva ley no era retroactiva, como determinaron los abogados del Ministerio de Cultura y Deporte cuando se renovó el contrato de Borja-Villel en 2013 y de nuevo en 2018, “ABC cocinó la idea de que, dado que ningún comité de selección había presidido sus dos reelecciones, su contrato quedaba anulado. En otros tiempos, esto habría sido una tempestad en una tetera. No en el actual clima de guerra cultural de la extrema derecha amplificada por las redes sociales”.
“Invocó el modelo del museo como depósito de conocimiento, y lo modificó para convertirlo en productor de conocimiento”
IAB se pregunta sobre las causas de todo este alboroto, diez años después de la primera renovación. “Se daba el hecho de que el presidente del Reina Sofía, su patronato y el ministro de Cultura no habían tenido reparos en hacer saber a MBV que acogerían con agrado su (perfectamente legal) nueva solicitud para su antiguo puesto (en el entendimiento de que tendría que pasar por el mismo proceso que cualquier otro candidato). ¿Y por qué este interés de los poderes fácticos en encontrar una manera de retener a Borja-Villel? Sencillamente porque, bajo su dirección, el Reina Sofía ha tenido un enorme éxito en la atracción de visitantes” (aquí IAB recuerda que “la respetada revista online CTXT informó de las cifras de asistencia oficiales del museo, 4.425.699 visitantes en 2019, en comparación con 1.818.202 en 2008; 3.063.092 en 2022, todavía en plena pandemia", es decir, una mayor asistencia que el Prado)”.
“MBV, por su parte, habría admitido que le tentaba la perspectiva de permanecer en el museo, donde podría ocuparse de asuntos pendientes y consolidar su considerable legado y el de sus colegas. Lo meditó durante varias semanas y, tras aceptar ser co-comisario de la próxima Bienal de São Paulo, decidió finalmente no volver a presentar su candidatura”. IAB se pregunta: “¿Habría evitado la campaña de la derecha contra él si hubiera hecho pública su decisión antes, en lugar de esperar hasta el último momento para –o eso pensaba– proteger a su equipo? Nada es menos cierto, pero una cosa está clara: la mera idea de que se volviera a presentar excitó a los matones de la prensa conservadora como una bandera roja. Pero, ¿por qué esta rabia? La respuesta está en el legado de Borja-Villel, que ellos –con el apoyo de segmentos tradicionalistas del mundo del arte– esperaban borrar de un plumazo”.
IAB sostiene que uno de los grandes logros de MBV ha sido su capacidad para crear contextos. El ejemplo del Guernica es el más prominente, pero también se puede apreciar en otras exposiciones monográficas que antes habían sido presentadas de una manera más plana o como atracción de masas. Ocurrió con la de Dalí comparada con la que hizo el Pompidou (“la de Madrid era una muestra rizomática”), o con la de Marcel Broodthaers, más amplia y mejor contextualizada que la que presentó el MoMA, en 2016. Añade IAB que “contexto y archivo son las herramientas que esgrimió MBV contra el espectáculo, un enemigo que había identificado mucho antes de dirigir el Reina, pero que en el momento de su llegada se consideraba el único camino para la supervivencia de los museos que compiten con las atracciones turísticas. Se dio cuenta de que ya no era posible volver al viejo modelo del museo como refugio de las musas y en su lugar, invocó otro modelo, más antiguo, el del museo como depósito de conocimiento, y lo modificó para convertirlo en productor de conocimiento”.
Uno de los grandes logros de MBV ha sido su capacidad para crear contextos
El historiador francés muestra su perplejidad ante la acusación de que MBV haya sido “exclusivamente internacionalista, cuando nadie ha hecho más por sacar literalmente del armario el arte español. Cualquier relato del arte español –argumenta– debe extenderse más allá de su desarrollo en el estado-nación, lo contrario supondría una distorsión, por ejemplo, borrando a todos los artistas españoles que se vieron obligados a exiliarse durante el franquismo y, por extensión, el impacto de esta diáspora en las prácticas artísticas de América Latina. Los ultranacionalistas le acusan de cavar la tumba de la cultura española. Pero ABC y sus satélites son los verdaderos sepultureros, incapaces de entender que el mejor antídoto contra el tipo de globalización que nos impone el neoliberalismo no es el proteccionismo”, concluye.
Paralelamente a la publicación de este artículo en Artforum, está a punto de cerrarse la contratación de MBV por la Generalitat para dirigir la renovación del sistema museístico catalán a partir de la futura ampliación del MNAC, museo principal de Cataluña. Una buena noticia, de la que se hacía eco casi toda la prensa española días atrás. Pocas veces MBV ha desdeñado la oportunidad de reaparecer en las barricadas culturales. Una de las cabezas de la malévola hidra despertó así en una columnita en ABC: “Arte Antiguo: El victimismo es un grado en la Cataluña del separatismo, cuya alta dirección no ha tardado en valorar el currículum de Borja Villel como perseguido por las fuerzas reaccionarias que, según cuenta la leyenda, lo sacaron del Reina Sofía”.
Lo cínico y lo patético han degenerado en fórmula. Pero en comparación con el trabajo discreto de un talento, apenas tiene importancia.
Durante más de una década, Manuel Borja-Villel ha sido considerado el mejor director de museo de arte moderno y contemporáneo del mundo. Nadie hasta el momento había hecho pública una apreciación de tal calibre, ningún historiador, crítico o director de cualquier institución de la geografía mundial ha intentado...
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Ángela Molina
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