MALOSERÁ
La turra de la unidad
En algún momento de este melodrama televisado 24 horas, los morados habrán de elegir si prefieren seguir por su camino, o se avienen a tomar ese que ya ha marcado la vicepresidenta en su GPS
Antón Losada 14/04/2023
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Cuanto antes deje la izquierda de darse la turra a sí misma con el anhelo de la unidad, mejor para ella y para el bienestar mental común en general. Basta observar la entusiasta preocupación en la derecha por la falta de entendimiento al otro lado, para percatarse de que esta afirmación es una evidencia, no una opinión.
Dejémonos de sermones, juegos florales y habilidades comunicativas desplegadas en los medios en vivo y en directo. Basta de chantaje emocional y apelaciones al sacrificio por un bien mayor claramente sobrevalorado. La unidad representa algo con prestigio en la derecha. En la izquierda acostumbra a generar desconfianza.
A un conservador lo que le suele importar se resume en ganar. A un progresista aquello que realmente le pone consiste en dejar clarito que únicamente él y nadie más que él sabe de verdad cómo funciona el sistema porque, ni se ha dejado engañar, ni le han podido comprar. En la derecha se pelean por ser los verdaderos españoles y en la izquierda por ser la verdadera; maneras de vivir.
A la izquierda del PSOE la cuestión no radica tanto en querer o dejar de querer la unidad. Plantear así el debate conduce a acabar discutiendo en bucle si se quiere más a papá o a mamá. El dilema reside más bien en que se quieren cosas diferentes y además contradictorias bajo esa pretendida marca blanca que unos y otros llaman unidad.
Yolanda Díaz busca armar un proyecto donde la centralidad resida en su liderazgo y los socios se conecten de manera transversal y horizontal. Podemos pretende negociar una alianza donde la centralidad se mantenga en UP, y tanto la candidata como los demás socios se descuelguen como las ramas del tronco común en un árbol. Dicho así puede sonar hasta poético pero no lo es. Ahí radica precisamente el drama.
Aquello que conmociona el espacio a la izquierda de los socialistas supone un dilema político de primer orden
Se ha convertido en un lugar común despachar esta contradicción como una descarnada lucha por el poder, una pelea por situarse lo mejor posible en las listas electorales o incluso una guerra sin cuartel entre egos devorados por ensoñaciones de grandeza. Pero, a poco que cualquiera se esfuerce por ahondar el análisis más allá del nivel tertuliano, se evidencia que aquello que conmociona el espacio a la izquierda de los socialistas supone un dilema político de primer orden; no un vulgar quítate tú para ponerme yo.
El diseño de Sumar conduce a un modelo de organización y decisión ideado desde un enfoque apaisado y estructurado en red en torno al eje central del liderazgo. El diseño de Podemos reproduce el esquema más clásico de la izquierda, un modelo organizativo en vertical y donde el proceso de toma de decisiones se haya jerarquizado bajo el control del partido que ejerce de nave nodriza.
Usted, amigo lector, seguro que tiene una opinión y un gusto definido sobre cuál de las dos opciones le parece más eficiente para ganar unas elecciones, o más eficaz para pactar y gestionar un posible nuevo gobierno de coalición. A mí no me pregunten, que no me pagan lo suficiente para contestar a esa pregunta. Sé que ambas fórmulas atesoran sus ventajas y cargan con sus inconvenientes. También sé que lo único que parece claro a día de hoy es que, en algún momento, no quedará más remedio que elegir. No hay una tercera vía o un camino intermedio disponibles. Si la hubiera ya andaríamos en ruta.
Yolanda Díaz ya ha elegido y no parece dispuesta a transaccionar. Seguramente porque sabe o intuye que, cómo se resuelva este dilema político, será valorado por los votantes como un test de estrés de su liderazgo. Hace muy bien y está en su derecho. No podría ceder aunque quisiera sin renunciar al relato sobre el cual ha ido construyendo su candidatura. Que a Podemos no le guste la elección de Sumar resulta legítimo, pero es un problema de Podemos; no de la unidad de la izquierda.
En algún momento de este melodrama televisado 24 horas, los morados habrán de elegir si prefieren seguir por su camino, o se avienen a tomar ese que ya ha marcado la vicepresidenta en su GPS. Continuar demorando esa decisión mientras le prescriben a los demás qué deberían elegir únicamente llevará al agotamiento. A veces, en la vida, no queda otra que escoger entre tener razón o seguir adelante.
Cuanto antes deje la izquierda de darse la turra a sí misma con el anhelo de la unidad, mejor para ella y para el bienestar mental común en general. Basta observar la entusiasta preocupación en la derecha por la falta de entendimiento al otro lado, para percatarse de que esta afirmación es una evidencia, no una...
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Antón Losada
Profesor Titular de Ciencia política y de la administración en la USC. Doctor europeo en Derecho por la USC. Máster en Gestión pública por la UAB. Escritor y analista político. Padre de Mariña.
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