MADRID
La igualdad, la justicia social y esas zarandajas
La responsabilidad en lo colectivo es algo abominable porque empaña el bienestar que merecen los meritócratas
Alicia Ramos 11/05/2023
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Es una rueda inacabable. Está una esperando y esperando a que metan la pata y cuando la meten ya no importa, porque la degradación que han sembrado con sus meteduras de pata anteriores hacen que este dislate cuele. Me volvió a pasar cuando escuché que la justicia social era un invento de La Izquierda y que instauraba la cultura de la envidia y no sé qué más. Me dije, “ya está, ya han meado fuera del tiesto”. Porque ¿qué se puede contraponer a la justicia social?, ¿qué es lo contrario de la justicia? Solo me vienen cosas como iniquidad, corrupción, apaño, arbitrariedad, qué sé yo, lo que viene siendo la injusticia.
Hace como siete años, Esperanza Aguirre se atrevió a ridiculizar la idea misma de igualdad. La estrategia era la reducción al absurdo, afirmar que “nadie muere de desigualdad” en una maniobra orientada a desactivar el concepto. A veces hilan fino. Claro, partía del marco que se está consiguiendo terminar de instalar en la sociedad de que los ricos lo son porque se han esforzado mucho (no como tú). Para colocar esta idea se ha tenido que montar toda una apología de la meritocracia y aplicarla a gente que no tiene más mérito que el de haber nacido en el sitio adecuado, pero por lo que sea no hemos sido capaces colectivamente de rebatir esta falacia.
Hay un poema de Marcial, que era un señor de Bílbilis, muy cerquita de Calatayud, que vivió y escribió sus Epigrammata en Roma en el siglo I de esta Era, hasta que llegó Nerva, que no era muy fan suyo, y se tuvo que volver a Hispania. Este poema que digo, que es el cuadragésimo séptimo de su décimo libro, enumera las cosas que hacen que la vida sea más feliz. Y su lectura puede llevarnos a pensar que era un tipo moderado, de hábitos frugales, pero su sencillez prudente (prudens simplicitas) se apoya sobre una fortuna heredada. Y lo dice claramente, que prefiere un patrimonio heredado a uno surgido del trabajo, para ser más feliz, se entiende (res [familiaris] non parta labore, sed relicta). Y me acuerdo de este poema porque este Marcial está seriamente preocupado por la felicidad, y de la lectura de este epigrama se desprende que era feliz: lo era en una sociedad dominada por la desigualdad y la injusticia social porque él estaba en la cúspide y con él no iba la vaina.
Los conceptos de igualdad y de justicia social tienen ese pernicioso efecto sobre quienes viven en las cúspides y en los áticos prestados, que pueden contraer, como un virus, la idea de que se tiene alguna responsabilidad en lo que atañe a la comunidad de la que se forma parte. Y la responsabilidad en lo colectivo es algo abominable porque empaña el bienestar que merecen los meritócratas. Para eso elaboró Ayn Rand su corpus teórico sobre cómo ser una mala persona sin que eso te convierta necesariamente en una mala persona. Pero mucho mejor, antes de tener que pasar el trago de recurrir a Rand, es conjurar para siempre las nociones de igualdad y justicia social, achacándoselas al significante en el que se van volcando todos los significados que se aborrecen: La Izquierda.
Ha habido que dejar pasar un tiempo para que la cosa se asiente en las conciencias, pero ya se puede ir directamente en contra de la justicia social
Sí, me acuerdo de que cuando Esperanza Aguirre se pronunció de esa forma tan contundente a favor de la desigualdad pensé que qué bien le venía que existiera ese eufemismo de igualdad para el concepto de justicia. Pero no, contra la justicia también se arremete. Igualito. Ha habido que dejar pasar un tiempo para que la cosa se asiente en las conciencias, pero ya se puede ir directamente en contra de la justicia social.
Reconozco que no leo últimamente muchas cosas que se hayan escrito después de Marcial, por eso no sé si lo que dijo en su día Esperanza Aguirre contra la igualdad o lo que acaba de decir Isabel Díaz Ayuso contra la justicia social ha provocado ríos, de tinta, arroyos, regatos, goteras, o alguna modesta humedad, pero creo que es un asunto serio porque ¿qué será lo próximo? En serio, ¿cuál es la siguiente noción básica de convivencia democrática en su lista de consensos que destruir? ¿Qué tal la dignidad humana? Lo estoy viendo, “la dignidad humana es un invento de La Izquierda, concebido para que cualquiera se crea con derechos solo por existir, sin habérselos ganado previamente, bueno, hasta ahí podríamos llegar”.
A veces pienso que si tuviera que dar una asignatura mastodóntica de estas que hay en algunos planes de estudio que se llamara algo así como “Historia Antigua: de Egipto y Mesopotamia a la Roma Imperial”, después de intentar suicidarme y que me saliera mal, abordaría el tema desde una perspectiva que creo que es común a todo este inmenso periodo de la Historia: qué se hizo (y qué no se hizo) en cada momento para paliar los efectos de un mal persistente, la concentración de la propiedad de la tierra, prácticamente el único medio de creación de bienes y servicios en este estadio del desarrollo de las fuerzas productivas. Porque estas sociedades se enfrentaban directamente con las consecuencias del empobrecimiento de los sectores de la población que realmente producían cosas, hasta el punto de que están tan débiles que mueren, huyen, migran, se rinden, en definitiva dejan de sostener la maquinaria que alimenta la opulencia de la cúspide. Las soluciones son muchas y variadas, desde la consolidación de mentalidades rígidas sobre lo que está bien y lo que no, estrategias excepcionales de condonación masiva de deuda, expansión a otros territorios para explotar nuevos recursos con la consiguiente deportación de poblaciones, legisladores draconianos, tiranos, mirar para otro lado y rezar para que no pase nada (lo que sorprendentemente llega a funcionar en algunos momentos), miles de estrategias en el tiempo adaptadas localmente para luchar contra un problema global y permanente: hasta dónde podemos exprimir a la mayoría de la población para poder seguir viviendo a todo tren a su costa.
Pero algunos de estos experimentos trajeron consecuencias inesperadas como las ideas de isonomía (que la ley sea igual para todo el mundo), que ya abren una puerta a esas locuras de igualdad y justicia social que no dejan conciliar el sueño a quienes duermen arriba.
Hay un verso de ese mismo poema de Marcial en el que hace una lista de las cosas que hacen la vida más feliz: nox non ebria, sed soluta curis, algo así como “noche no ebria sino libre de preocupaciones”. Se duerme mejor cuando sabes que la base de tu bienestar no va a ser perturbada por ideas absurdas que solivianten a quienes la apuntalan con su esfuerzo cotidiano, moviéndoles a envidiar lo que tienes en lugar de aceptar las cosas como son, joder.
Es una rueda inacabable. Está una esperando y esperando a que metan la pata y cuando la meten ya no importa, porque la degradación que han sembrado con sus meteduras de pata anteriores hacen que este dislate cuele. Me volvió a pasar cuando escuché que la justicia social era un invento de La Izquierda y que...
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Alicia Ramos
Alicia Ramos (Canarias, 1969) es una cantautora de carácter eminentemente político. Tras Ganas de quemar cosas acaba de editar 'Lumpenprekariat'. Su propuesta es bastante ácida, directa y demoledora, pero la gente lo interpreta como humor y se ríe mucho. Todavía no ha tenido ningún problema con la Audiencia Nacional ni con la Asociación Española de Abogados Cristianos. Todo bien.
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