LA CAMPAÑA DE TECÉ Y MARTÍNEZ
Los errores
Gracias a las técnicas, muy sencillas, de una paraciencia denominada comunicación política, no solo es posible votar contra tus propios intereses, sino que eso sea lo más frecuente
Guillem Martínez 22/05/2023
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Esta será una semana más para el colectivo de usuarios de la colombofilia, ese deporte incomprendido y, probablemente, apasionante. Pero para los profesionales de la disciplina electoral será pura adrenalina. La razón: las encuestas internas, que hasta ahora eran semanales, hoy, lunes de la última semana de la campaña electoral, pasarán a ser diarias. Los partidos dependerán de sus analistas. Con la información de esas encuestas 24h sur 24h, canalizada a través de los analistas, se irán modificando, cada día, incluso en periodos más cortos, los discursos electorales, para intentar alterar, alentar, contraprogramar tendencias, y así intentar captar una parte de ese 30% de electores indecisos –se hacen las campañas por ese grupo social de fumadores pasivos espirituales–, que hasta el 28M no sabrán si tirarse al tren o al maquinista. El psicoanálisis y tu madre saben, en efecto, que si tardas tanto en tomar esa decisión, es que te gustan los maquinistas más que a un tonto una tiza. Pero el marketing electoral tiene trucos para aplazar, incluso eternamente, esos destinos aparentemente innegociables. En términos generales, y gracias a las técnicas, muy sencillas, de una paraciencia denominada comunicación política –fundada por Goebbels; aquí lo dejo–, no solo es posible votar contra tus propios intereses, sino que eso sea lo más frecuente. Sin esa posibilidad, snif, tal vez nunca jamás nos hubieran dado el sufragio electoral, por otra parte. Bueno. Última semana. Sondeos. Análisis. Corrección de errores. Este billetito se podría llamar Los sondeos. Pero, por lo mismo, se llamará Los errores, en alusión a los errores que, gracias a la sugerencia de las encuestas, los piensas de los partidos intentarán subsanar en 3, 2, 1.
Parece que lo tengo a huevo, ¿verdad? Pues no. En lo que creo que ya es un rasgo del siglo XXI, es difícil distinguir, en la táctica política, entre error y apuesta. El alejamiento de la política de personas con capacidad verificada, y dotadas de un componente ético razonable, o/y el éxito del trumpismo, lo ha dejado muy difícil. Así, por ejemplo, resulta difícil interpretar lo que el PP interpreta, a su vez, como error, para así poder aventurar correcciones a su campaña. ¿Refundar ETA es un error, o son los Goebbels Awards 2023? No saber eso hace que la horquilla de posibles correcciones a errores, o de posibles potenciaciones a apuestas, sea tan amplia que iría desde que Feijóo retirara esta semana el tema ETA, y que Ayuso le dé la razón, hasta la mucho menos inverosímil posibilidad de un asalto al Congreso el 28M, en el que Feijóo y Ayuso, vestidos de bisontes/miuras, impedirían heroicamente que ETA volviera a nominar a Blanca Paloma para Eurovisión. Esa dificultad para establecer al primer vistazo lo que es error o apuesta apunta a que los partidos han dejado de ser, hace décadas, pulsiones intelectuales, para pasar a ser pulsiones. Glups. En Catalunya, donde el procés está tan pajarito que el PP ha encontrado más verosímil resucitar a ETA, antes que a Ramsés II o al Procés, ERC y Junts están, este lunes-de-corrección-de-pifias, a la greña –una greña ridícula, cómica, en la Catalunya metropolitana, pero calderoniana, sólida, en la Catalunya no metropolitana–, en el trance de reivindicar su valentía y su pureza en los idus de 2017, precisamente ahora, cuando el electorado de ambos partidos ya asume como propio el palabro engaño, para aludir a aquellas fechas.
En lo que creo que ya es un rasgo del siglo XXI, es difícil distinguir, en la táctica política, entre error y apuesta
La aludida dificultad para diferenciar entre las tomas falsas y la peli de la campaña también es extensible a las izquierdas. Los sondeos diarios, me dicen, apuntan a que las izquierdas salvarán, o podrían salvar, los muebles. País Valencià y Ajuntament de València podrían quedar en la izquierda. En Barcelona, con triple empate –Comuns, PSC, Trias–, sigue siendo improbable –esa palabra con cada vez menos valor, visto lo visto– que Moncloa o Waterloo autoricen lo que el cuerpo, y el bolsillo, pide a los dos staffs: sociovergencia. En Madrid se puede producir –o no, claro– una rebaja de expectativas del PP en la CAM y Ayuntamiento, donde podría ganar por KO, sí, pero no por mayoría absoluta. No tocar la mayoría absoluta fue el fin del PP valenciano. Y lo será, tiempo al tiempo, de Erdogan. Es el fin de esas posibilidades políticas que precisan deambular en lo no-público. Sí, no es un mensaje tranquilizador eso de no perder los muebles. Pero que lo es, y por un tubo, si pensamos que la campaña ha sido planteada, desde las izquierdas, un tanto con lo que los politólogos de Princeton denominamos, en nuestro argot tecnicista, snob y excluyente, el mojino.
El error del artista anteriormente conocido como Podemos –hoy Podemos Apparátchik, Podemos territorios, y Sumar–, es previo a la campaña. Consistió, en su día, en escenificar en tiempo real, a grito y a tuit pelado, un conflicto. Profesionales –lo que indica que la chapuza comunicativa anterior no fue un error, sino también una apuesta–, en esta campaña la cosa ha ido como la seda. Nadie ha meado fuera del tiesto, y ha primado la colaboración. O algo así. Pero el precio electoral de la división explícita será, todo apunta a ello, alto, tal vez más de lo calculado por los sectores en liza, que conforman un partido en progresiva crisis electoral desde 2016, y que tenían que decidir entre su refundación, u optar por el anguitismo, esa mimetización con el desierto para atravesar el desierto, ese sitio sin entrada ni salida. Sería útil que los resultados electorales espabilaran y agilizaran un cierre no bélico de Sumar, integrador, no teatralizado ni ficticio, de cara a las generales. Pero nadie dijo que la política tenía que ser útil.
Los fallos del PSOE también parecen palpables. Y gruesos. Consisten en a) aceptar, potenciar que esto es una primera vuelta de las generales, y no unas municipales. En apostar por b) cierta desmovilización, para intentar –a la vez, y de manera contradictoria–, rebajar la tensión en esta campaña. Ese error, me dicen, ha sido más intenso en el País Valencià, y en el PSPV. Y consisten en c) apostar por la promesa. Lo que consiste, a su vez, en intensificar el hecho gubernamental del PSOE, si bien sin aludir, sorprendentemente, y ya puestos, a d) su obra gubernamental. Sorprende sobremanera el abandono, por parte del PSOE, de la disciplina grandes-éxitos-gubernamentales, ese llenapistas del PSOE de los 80-90. Esto es, del POSE. El PSOE que, como todo el mundo, hace muy bien en no hablar de sus fracasos o de sus medios-polvos, sorprendentemente no reivindica ni expone sus éxitos legislativos, políticos, europeos, económicos, internacionales. Ese silencio es tan notorio como tal vez explicable –tranquilamente: puede no haber nadie al volante en esta campaña, o puede haber un error de casting; la política es así, y contempla situaciones tan llanas y simples como meter la pata–. Pero el hecho de que el PSOE no marque paquete con su acción de gobierno transmite rareza, extrañeza y desconfianza. Y más cosas, si has leído a Freud. Cabe deducir que esta semana será la semana de los municipios PSOE, o la semana de los grandes logros de Moncloa. La corrección de un error, vamos.
Esta será una semana más para el colectivo de usuarios de la colombofilia, ese deporte incomprendido y, probablemente, apasionante. Pero para los profesionales de la disciplina electoral será pura adrenalina. La razón: las encuestas internas, que hasta ahora eran semanales, hoy, lunes de la última semana de la...
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí