Alberto Núñez Feijóo protagoniza un acto de campaña en Torrelavega, Cantabria. Esta vez no se trata de un mitin, sino de uno de esos paseos junto a la candidata y los militantes del PP local. Un puñado de cámaras de televisión acompaña al líder gallego mientras camina y saluda amablemente a los vecinos que se acercan a pedirle una foto. Feijóo, como Bustamante, es famoso. El formato político consistente en pasear saludando vecinos sólo tiene sentido cuando hay un famoso involucrado. Si nadie conociese a Feijóo y, en consecuencia, nadie se acercara a saludarlo ni a hacerse una foto durante el recorrido, las cámaras no estarían allí grabando. O se trataría de un corto experimental. El paseo acompañado de candidato local es el formato más amable de la política. Feijóo lo sabe. Por eso, aunque ETA esté siendo el centro de la campaña del Partido Popular, el gallego, con sabiduría, descarta ir hablando de ETA durante la caminata.

En general, fuera del mitin o la entrevista, es rarísimo hablar de ETA, si lo piensas. Resulta chocante que un paisano se acerque a saludarte y preguntarte si te gusta el pueblo y tú le respondas que España está gobernada por la ETA de Txapote. Violento, casi. El formato paseo es más amable que todo eso. En uno de estos momentos distendidos de póngase usted ahí que nos echemos una foto para el Facebook, dígame si le parece bonito el pueblo, el líder gallego arranca un intercambio de pareceres con un autóctono ante la atenta mirada de las cámaras. De repente, quizá porque el torrelaveguense le cuenta alguna anécdota personal que hace que el asunto venga al caso, Núñez Feijóo le da una exclusiva mirando de reojo a las cámaras y ocupándose de que su voz se escuche alta y clara: cuando yo llegue al Gobierno de España voy a hacer que el 7% del empleo público se destine a personas con discapacidad. Los curiosos, los militantes locales y los usuarios de Facebook que escuchan la conversación, asienten en plan qué idea más bonita. Vista la buena acogida, Feijóo sonríe satisfecho mirando a la cámara ya de frente y, comprometido con su propia promesa, sigue paseando, fotografiándose y saludando. 

Minutos más tarde, las agencias de noticias, para eso están allí las cámaras, se hacen eco de la promesa de Alberto Núñez Feijóo. Feijóo promete reservar un 7% de empleo público para discapacitados. Pero añaden, eso sí, que resulta que la medida que acaba de proponer durante el paseo el líder de la oposición ya se aplica en España desde 2007. No había nacido la próxima novia de Risto. Pablo Casado, que dios lo tenga en su gloria, acababa de ser nombrado presidente de Nuevas Generaciones. Fue en 2007 cuando el Estatuto Básico del Empleado Público reguló que debe destinarse, al menos, el 7% del cupo de plazas públicas a personas con discapacidad. Feijóo continúa con su trabajo, pasear, y los periodistas con el suyo, descubrir por qué el líder del PP acababa de prometer algo sacándolo de una página del BOE llena de polvo. Un periodista trabaja más de la cuenta y la cosa se pone peor aún. Parece ser que no sólo la medida ya existía, sino que, además, hace solo un par de meses el Consejo de Ministros aumentó ese porcentaje mínimo hasta el 10%. Cuando Feijóo acaba de pasear y se sube al coche, un asesor con el móvil en la mano le explica que acaba de prometer reducir del 10% al 7% las plazas de empleo público para personas con discapacidad. Feijóo no se inmuta. Tiene callo. Hace unos días se fue a Extremadura a decir que qué bonito era ese paisaje andaluz. El gallego mira por la ventanilla y llega a dos conclusiones. La primera, que sí que es verdad que Torrelavega es bonita. La segunda, que cuando, de toda la vida, en el PP se ha hablado de ETA durante las campañas, por algo sería.