EDITORIAL
A estos los va a votar su madre... y nosotros
16/06/2023
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En noviembre de 1960, días antes de las elecciones presidenciales de los EUA que enfrentaron a John Fitzgerald Kennedy con Richard Nixon, el periodista y escritor Norman Mailer envió una carta a la esposa del candidato demócrata, Jacqueline née Bouvier: “Permítame expresar que deseo estar equivocado en mi miedo a la noche del 7 de noviembre [día de las elecciones]. No estoy de acuerdo con su marido respecto a Cuba. Creo que se dispone a cometer un grave error, pero votaré por él, de todas formas. Creo que es más importante que nunca que gane. Es sólo que he perdido ya gran parte del placer de emitir el voto... Atentamente, querida señora”.
Nosotros estamos, y suponemos que muchos de ustedes, en una tesitura parecida a la del innovador del periodismo norteamericano. Podríamos desgranar toda una lista de errores gratuitos, desplantes infantiles, controversias inútiles –o necesarias, pero fatalmente conducidas– y crisis más propias de adolescentes con las hormonas en ebullición que de gentes que representan a una sociedad madura, que han protagonizado los partidos coaligados en el Gobierno del Estado. Acoger las quejas por las puñaladas recibidas de frente, por la espalda y de lado. Citar las injusticias cometidas. Describir con detalle los resbalones tácticos, estratégicos y pedagógicos que han cometido unos y otros. Y, por cierto, en CTXT hemos hecho todo eso y no se lo hemos ocultado a nuestros lectores.
Al PSOE y a Unidas Podemos se les podrán achacar muchas cosas, excepto que han gobernado mal. Con excepciones (algunas, sí, vergonzosas, como la gestión de la tragedia en la valla de Melilla, símbolo de sus políticas migratorias, o la no derogación de la ley mordaza), lo han hecho bien en circunstancias más que difíciles, promoviendo mejoras para la mayoría de la población a la vez que superaban una auténtica pista americana de cataclismos externos. Un pequeño detalle que buena parte del electorado, incluido el beneficiado por esas políticas, parece ignorar, y prefiere lo malo por conocer a lo bueno conocido. La coalición azul y negra que constituye la alternativa al gobierno actual no ignora esos logros, ni se atreve a cuestionarlos mientras le funcione sacar la trompeta para tocar a rebato. La esperanza que, desde el punto de vista progresista, se depositaba en la reacción horrorizada que despertasen los pactos del antiguo partido de orden con Vox, se puede dar por amortizada.
El electorado de izquierdas tiende a pensar que su código de valores es de vigencia universal, y no lo es, sobre todo después de que el pensamiento de extrema derecha haya sido completamente blanqueado por el bombardeo, conjunto y sistemático, de gran parte de los medios. A la mayoría del electorado del PP no le dan ni frío ni calor acuerdos como los de Valencia, una comunidad importante por su peso económico y demográfico, que será gobernada merced a un pacto de gobierno con un programa que, entre otras cosas, elimina cualquier referencia a la violencia machista. Como no se lo han dado otros gobiernos de coalición de derecha extrema que afrontan los problemas haciendo como si no existiesen, o dejando que se expandan a sus vecinos, como los responsables de sanidad animal de Castilla y León.
Nos atrevemos a sospechar que pocos de nuestros lectores están dispuestos a votar por la coalición azul y negra (cada vez más negra, por cierto). Pero sí que muchos están más que tentados a quedarse en casa el 23 de julio. Por esto y por lo otro. La opción mayoritaria de las clases desfavorecidas en España es la abstención. Al contrario, las clases altas no dudan en defender sus intereses no sólo en los palcos y en los lobbies, sino también en las urnas. Aquí, como resumió un veterano político gallego, presidente del parlamento autonómico, después de un frustrado golpe de Estado interno del propio partido en el gobierno, “pasó lo que pasó”. Lo que podemos enmendar es lo que va a pasar. Como decía Javier Pradera cuando se veía en la tesitura de votar a una formación política que le había defraudado, pero que consideraba la única opción posible, “a estos los va a votar su puta madre… y yo”. Por favor, voten a estos, al partido de izquierdas que tengan más a mano –Sumar, PSOE o cualquier otra fuerza de izquierdas que pueda obtener representación parlamentaria–, con entusiasmo, con resignación, con alegría, con pena infinita, pero voten.
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En noviembre de 1960, días antes de las elecciones presidenciales de los EUA que enfrentaron a John Fitzgerald Kennedy con Richard Nixon, el periodista y escritor Norman Mailer envió una carta a la esposa del candidato demócrata, Jacqueline née Bouvier: “Permítame expresar que deseo estar equivocado en...
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