EVOLUCIÓN
Recuperar la fraternidad para sobrevivir como especie
Las clases menos favorecidas se ven obligadas a replicar el modelo social diseñado por las élites, lo que amenaza la diversidad genética, un elemento esencial a la hora de superar cambios ambientales y pervivir en el tiempo
Santiago Ipiña 26/06/2023
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Libertad, igualdad y fraternidad fue el lema que acuñó Robespierre, uno de los prominentes líderes de la Revolución Francesa (1789-1799). En tanto que libertad e igualdad apuntan a sus efectos políticos, es decir, a libertades y derechos universales, resulta que fraternidad parece quedarse en expresión ideológica, por otro lado controvertible. Lo muestra el hecho de que poco tiempo después de la revolución del siglo XVIII, la nueva sociedad bajo hegemonía burguesa prescindió de la fraternidad para consolidar la díada libertad-igualdad. El tercer término amputado en nuestras democracias burguesas es, sin embargo, fundamental, porque es lo que define a la izquierda (Izquierda = Solidaridad, J. L. Zárraga, Público, 2011) de tal manera que los efectos políticos de dicha divisa ideológica se expresan con el término solidaridad. Ésta última da fundamento a la sociedad comunista entendida como una sociedad de comunidad de bienes, organizada sobre el principio del bien común, en oposición radical a la sociedad de la intensa competencia donde prima el interés privado de solo unas pocas clases sociales que están integradas, por ello, por una minoría de individuos.
No obstante, la anterior visión sobre la equivalencia entre fraternidad e izquierda ideológica olvida, en mi opinión, un enfoque que en nada se relaciona con posicionamientos ideológicos o de naturaleza ética. Me refiero al enfoque consecuente de la observación de la conducta social que animales y plantas tienen en la Naturaleza cuando se analiza su pervivencia en el tiempo. No es preciso ser un especialista en biología evolutiva para entender que el objetivo primordial de cualquier ser vivo es su supervivencia (en términos de éxito reproductivo) y, por extensión, la de la población (especie) a la que pertenece. En efecto, la evolución opera de modo tal que, como es bien sabido, dado un ambiente determinado se favorece el genotipo de los individuos de una población que mejor se adapta a dicho ambiente. Obsérvese que favorecer no implica suprimir el resto de genotipos presentes en la población, pues de hecho, ante cambios ambientales que comprometen la supervivencia de la población, se favorecerán aquellas otras configuraciones génicas que mejor se adapten al nuevo ambiente. Expresado de otro modo, si el objetivo es pervivir en el tiempo, lo que enseña la Naturaleza es que conservar la diversidad en una población es esencial.
Lo que enseña la Naturaleza es que conservar la diversidad en una población es esencial
Parece razonable pensar que, en general, la variación genética de una población está relacionada linealmente con el número de individuos que la integran; así, enfatizando que se trata de que esta reflexión sea lo más clara posible, una población con 50 individuos será menos variante que una población con 5.000 individuos, o lo que viene a ser lo mismo, es radicalmente distinto que la evolución opere sobre la población en su conjunto a que opere sobre un subconjunto de ella con significativo menor tamaño.
Visto desde esta perspectiva, favorecer artificialmente –mayores recursos, mejores condiciones sanitarias, etc.– la existencia de élites o clases sociales –que por definición son de reducido tamaño y constituyen la antítesis de la fraternidad o solidaridad entre los miembros de una población– supone que la evolución opere predominantemente sobre dichas clases, lo que no parece la mejor de las estrategias a medio y/o largo plazo para que la especie humana sobreviva en este planeta.
Es claro que, en general, no habitamos sociedades en el mundo occidental en las que a las clases menos favorecidas se les dificulte su reproducción, pero también lo es que los individuos de dichas clases tienen una probabilidad significativamente menor de tomar decisiones que atañan al futuro de la sociedad en la que habitan. El resultado es obligar a dichas sociedades a replicar ad infinitum el modelo social diseñado por élites cuyo objetivo es satisfacer sus propios intereses. Lo que implica no atender otras razones que las de su perpetuación en el tiempo, con independencia de cualquier otra circunstancia; por ejemplo, que el ambiente cambie.
Parece éste un diseño inteligente, de una parte, puesto que una de las características de dicho modelo social es que el individuo que asciende a la élite, proveniente de una clase menos favorecida, es fagocitado –en el sentido de absorbido– por el sistema dominante, es decir, reconvertido de forma tal que se le enseña a olvidar que pertenece a una población, no solo a un subconjunto de tamaño mucho menor que dicha población. Pero simultáneamente, de otra parte, un diseño torpe si de lo que se trata es de que la especie humana se perpetúe. Es decir, como ha quedado comentado anteriormente, si de lo que se trata es de mantener una especie con la suficiente variabilidad génica como para adaptarse de forma óptima a ambientes cambiantes.
Se está generando un empobrecimiento vital del planeta Tierra
Es importante resaltar que el actual modelo social humano occidental, en donde la fraternidad ha quedado relegada hasta niveles de desprestigio notorios, ha generado alguna que otra consecuencia nociva, como el cambio climático y su efecto sobre la pérdida de biodiversidad.
Es bien sabido que el resultado de tal pérdida es la menor disponibilidad de medios de subsistencia (véase, por ejemplo, la siguiente referencia), o lo que es lo mismo, se está generando un empobrecimiento vital del planeta Tierra.
No parece, por todo ello, que la fraternidad –que según el DLE es: a) afecto y confianza de personas que se tratan como hermanos, o b) asociación de personas con los mismos intereses– sea solo un aspecto social al que hay que acercarse desde un punto de vista ideológico o ético. Más bien es una propiedad de las poblaciones de seres vivos imprescindible para que sobrevivan en el tiempo. Como tal, uno no puede sino preguntarse si, del mismo modo que las sociedades no humanas no necesitan que se les enseñe en qué consiste la fraternidad –aparentemente es una conducta innata y refleja–, el que Robespierre hiciera referencia a este sustantivo femenino pueda deberse simplemente a que percibió lo mismo que cualquier otro animal no humano y lo enunció.
Libertad, igualdad y fraternidad fue el lema que acuñó Robespierre, uno de los prominentes líderes de la Revolución Francesa (1789-1799). En tanto que libertad e igualdad apuntan a sus efectos políticos, es decir, a libertades y derechos universales, resulta que fraternidad parece quedarse en expresión...
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