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Querida comunidad contextataria:
La preocupación es el principal sentimiento que las elecciones del 23J provoca en la población. Así lo refleja la última encuesta de 40dB., publicada el pasado 3 de julio en El País, cuyos resultados muestran también que este malestar es mayoritario entre los y las votantes de PSOE y Sumar. El 52,9% y el 61,3%, respectivamente, sienten preocupación, enfado y miedo, mientras que quienes votarán a PP y Vox lo harán movidos por esperanza, ilusión y euforia/excitación en un 56,9% y un 49,6%. Otro dato termina de perfilar el panorama: los hombres menores de 35 años son el grupo que muestra menos preocupación o miedo por la posible entrada de Vox en el Gobierno y, entre ellos, los de 18 a 24 son los que están más satisfechos con esa posibilidad. Esa misma encuesta estima que Vox podría lograr hasta 47 escaños, frente a los 35 que alcanzaría Sumar.
La principal conclusión que puede sacarse de estos datos es algo que ya sabemos: la izquierda debe proponer, en lugar de alentar el miedo a la extrema derecha como principal argumento electoral. En esa línea constructiva, voy a tratar de levantar los ánimos. Y como es la primera vez que me dirijo a vosotros y vosotras en este formato, empezaré presentándome.
Mi nombre es Diego Delgado, y me sorprende muy gratamente decir que, después de alguna cábala mental, me he dado cuenta de que llevo ya casi tres años vinculado a CTXT, uno y medio como parte de la redacción propiamente dicha. Desde aquí asomo la cabeza para aseguraros que la existencia de esta revista es, en sí misma, una noticia que debería llenarnos de optimismo.
En mi caso, la descubrí allá por 2016. Yo cursaba segundo de Periodismo y CTXT, con poco más de un año de vida, empezaba a asentarse. En el verano de 2018, a punto de terminar el grado, ya era un lector fiel y me apunté a uno de sus talleres con la intención de aprender sobre el oficio y, de paso, echar un ojo a las tripas de ese medio que tanta admiración generaba en mí. Resultó que sí, que verdaderamente existían alternativas a un ecosistema mediático embarrado hasta las cejas de intereses espurios. Había esperanza.
Hoy, como parte orgullosa de este oasis, sigo sorprendiéndome de lo que hacemos. Como bien comprobaron y resaltaron algunas de las personas que formaron parte de los talleres electorales previos a los últimos comicios autonómicos y municipales, intentamos llevar a cabo una labor informativa rigurosa, honesta y responsable. Recuerdo una charla en la que uno de los participantes destacaba la cantidad de trabajo que tenían detrás las piezas publicadas en CTXT. Claro. Y, de nuevo, ese esfuerzo, compartido con el resto de colegas que también ejercen el periodismo independiente, ya es motivo de esperanza.
Sabemos que escribimos para ser leídas, mayoritariamente, con ojos progresistas, pensadas con mentes abiertas a la reflexión y recomendadas con bocas que no rehúyen la inclusión. Pero, lejos de ser una limitación, de encerrarnos en las estrecheces a las que nos quieren confinar quienes nos tachan de “medio de nicho”, me gusta pensar que eso significa que existen ojos progresistas, mentes abiertas a la reflexión y bocas que no rehúyen la inclusión. Y que están dispuestas a movilizarse –cuando la precariedad es la norma, el apoyo económico expresa un compromiso muy real–.
Estamos hartas de una campaña que nunca termina. También preocupadas por el futuro inmediato que parece dibujarse en el horizonte. Cómo no vamos a estarlo. Quizá la normalización de la extrema derecha empezase en lo discursivo, en la dichosa –aunque real– “guerra cultural”, pero una vez asentado su odio, las consecuencias aterrizan de las tribunas mediáticas para que seamos nosotros quienes recibamos el navajazo al grito de “¡maricón!”, la paliza policial por nuestro color de piel o la violación justificada en la obligada sumisión de la mujer. Estamos enfadados, indignadas; pero, y aquí creo que está la clave, la preocupación no debe convertirse en el núcleo de nuestra identidad como votantes de izquierda.
Una de las cosas que más refuerzan nuestra convicción de seguir haciendo periodismo honesto son vuestras palabras de ánimo y vuestro reconocimiento. Emails cargados de afecto o conversaciones telefónicas sobre cuestiones administrativas que terminan con halagos a nuestro trabajo. Muestras de esperanza e ilusión; no miedo ni preocupación ni enfado. Sentimientos positivos diametralmente opuestos a aquellos malestares que, según parece, despierta en nosotros y nosotras el panorama electoral.
CTXT es la prueba de que somos capaces de construir resistencias y mantenerlas en pie, de que la izquierda también puede movilizarse sin la necesidad de una amenaza que active las alertas. Y si la representación institucional no está a la altura, si se limita a manosear una ilusión retórica sin impacto real en las vidas de las personas que más lo necesitan, tejeremos desde abajo, como lleváis haciendo más de ocho años para permitirnos sobrevivir.
Es vital saber que existimos, y lo es más aún ser conscientes de nuestra capacidad de cambiar las cosas. Porque, como escribe R. F. Kuang en Babel –lean este libro, lean ficción especulativa, permítanse pensar en mundos mejores–, “el problema es que vivimos como si ya hubiéramos perdido”.
Sirva esta revista y, sobre todo, sus lectores, suscriptoras y toda la red de apoyo como ejemplo de que es posible. Lo que ocurra el 23J está en nuestra mano; y en el peor de los casos, venga lo que venga, existimos y podemos cambiar las cosas.
Querida comunidad contextataria:
La preocupación es el principal sentimiento que las elecciones del 23J provoca en la población. Así lo refleja la última...
Autor >
Diego Delgado
Entre Guadalajara y un pueblito de la Cuenca vaciada. Estudió Periodismo y Antropología, forma parte de la redacción de CTXT y lee fantasía y ciencia ficción para entender mejor la realidad.
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