RACISMO
Estados Unidos acaba con la discriminación positiva en la universidad
El Tribunal Supremo continúa desplegando su agenda reaccionaria. Con esta prohibición, el privilegio familiar de los estudiantes blancos seguirá cerrando puertas a los jóvenes racializados
Éric Fassin (Le Monde) 11/08/2023
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El Tribunal Supremo de Estados Unidos acaba de prohibir todos los criterios de selección racial para acceder a las universidades. La sentencia ‘Students for Fair Admissions contra la Universidad de Carolina del Norte y contra Harvard’ pone fin a la discriminación positiva. En la era del Black Lives Matter, el número de negros e hispanos en las instituciones de élite disminuirá. Para no quedar aislados, de hecho, es más probable que las eviten aún más. Las medidas de selección racialmente neutras, basadas, por ejemplo, en el código postal, no podrán compensar el descenso.
De este modo, una mayoría de seis jueces nombrados por presidentes republicanos continúa desplegando su agenda reaccionaria. Un año después de anular el caso ‘Roe contra Wade’ [la sentencia que otorgaba a los estados estadounidenses la libertad de prohibir la interrupción voluntaria del embarazo (IVE)], ilegalizan la discriminación positiva alegando que no sería más que discriminación racial, y al día siguiente, en otra sentencia, autorizan el derecho a la discriminación homófoba en nombre de la libertad religiosa.
La discriminación positiva marcó una etapa decisiva en la historia de los derechos civiles en Estados Unidos
La discriminación positiva marcó una etapa decisiva en la historia de los derechos civiles en Estados Unidos. De hecho, cobró forma en respuesta a este movimiento en 1965, en un decreto promulgado por Lyndon B. Johnson. El presidente explicó que no bastaba con “liberar a alguien que ha estado encadenado durante años, llevarlo a la línea de salida de una carrera y decirle: ‘Aquí estás, libre para competir con los demás’”. Sin embargo, ya en 1978, el retroceso político redujo el alcance de estas reparaciones con la primera sentencia: ‘Bakke contra la Universidad de California’.
Es cierto que cuatro de los jueces de entonces consideraron que era necesario “remediar los efectos de discriminaciones pasadas”. Pero otros cuatro afirmaron que “la Constitución exige que el Estado adopte un principio de no discriminación racial”. La opinión del noveno juez esbozó un compromiso perdurable: si se prohibían las cuotas raciales, las universidades podían utilizar criterios raciales, pero únicamente entre otros, para garantizar la diversidad en sus promociones. Desde entonces, los tribunales han sometido este criterio a un “escrutinio riguroso”: sólo es legítimo si sirve a un “interés imperioso”.
La realidad de la sociedad negada/rechazada
A lo largo de los años, nueve estados han optado por rechazar la discriminación positiva, empezando por California en 1996. El actual Tribunal Supremo suele afirmar que defiende los derechos de los estados frente al poder federal, como en el caso del aborto (‘Dobbs’). Sin embargo, con esta nueva sentencia la discriminación positiva queda prohibida a nivel universitario en todos los estados.
John Roberts, que preside el Tribunal Supremo, se opone a ello desde hace tiempo. En 2007 dijo: “La forma de acabar con la discriminación por motivos de raza es dejar de discriminar por motivos de raza”. La fórmula parece tautológica, pero es un paralogismo: prohibir la discriminación positiva no acabará con la discriminación racial, a menos que se postule que la sociedad no existe y que sólo hay individuos. Para la mayoría del Tribunal, “no hay que tratar a los alumnos o alumnas en función de su raza, sino de sus experiencias como individuos”. De este modo, “la selección es un juego de suma cero”. Esto es cierto para los individuos, pero no para las universidades. La igualdad tiene un valor social que trasciende los intereses particulares.
En su defensa, las universidades en cuestión alegan que la raza “dice algo sobre quién eres”. Se trata de una proposición racista, replica la mayoría del Tribunal, que se niega a distinguir entre estas dos proposiciones: efectivamente, estamos constituidos por nuestras experiencias, pero todo depende de lo que hagamos con ellas. Así es como los dos jueces negros llegaron a oponerse frontalmente. El juez Ketanji Brown Jackson señala que “los abismos separan a los ciudadanos de este país por motivos de raza, salud, riqueza o bienestar”. Por consiguiente, la abolición de la discriminación positiva no es “racialmente neutra”. Pero para Clarence Thomas estos hechos no son más que “estereotipos”, como “todas las categorías raciales”. Su rechazo del enfoque estadístico niega, una vez más, toda realidad a la sociedad. Lo único que existe es la libre competencia entre individuos en el mercado educativo.
Entre los estudiantes de Harvard, el 43% de los blancos eludieron el requisito meritocrático
Sin embargo, los “herederos” (legacies) se benefician de privilegios: la contratación favorece a los candidatos cuyos padres les han precedido en la élite universitaria. Este privilegio familiar nunca se cuestiona. Es, por supuesto, una cuestión de clase, como lo es para los hijos del personal y, a fortiori, para los generosos donantes. Pero también es, explícitamente en la década de 1920 e implícitamente hoy, una cuestión de raza: en Harvard, el 67,8% de estos “herederos” son blancos. Representan el 5% de los solicitantes, pero el 30% de los admitidos. Para ellos, la tasa de aceptación fue del 43,6%; para los demás, del 5,5%. Entre los estudiantes de Harvard, el 43% de los blancos eludieron así el requisito meritocrático.
“Una tragedia”
La mayoría del Tribunal Supremo no duda en aludir a los grandes avances antirracistas de la ley en Estados Unidos: la garantía de igualdad de la 14ª Enmienda de 1868, tras el fin de la esclavitud, la sentencia ‘Brown’ de 1954 contra la segregación racial, y la ley de derechos civiles de 1964. Históricamente, esto es absurdo. Cuando se utiliza la expresión “sin distinción de raza”, se olvida el contexto. Cuando el juez Harlan la empleó en 1896 contra la segregación, su frase anterior delataba la intención: “Aquí no hay castas”. En aquel momento apuntaba hacia el supremacismo blanco.
Hoy, el Tribunal Supremo pretende luchar contra el racismo inherente al criterio racial. El hecho de que la asociación conservadora que lleva el caso hable en nombre de los asiáticos parece darle la razón. Los asiáticos están sobrerrepresentados entre los mejores estudiantes y cada vez son más numerosos en las mejores universidades, aunque allí su tasa de aceptación es la más baja, a pesar de sus mejores resultados en la prueba nacional. Por ello, algunos asiáticos se sienten discriminados.
Pero prohibir la discriminación positiva contribuirá poco a cambiar esta situación, por la sencilla razón de que en la universidad sigue habiendo pocas minorías negras e hispanas. En cambio, suprimir el privilegio familiar abriría muchas más plazas a los solicitantes asiáticos –pero esta vez en detrimento de los estudiantes blancos–. No obstante, los conservadores nunca defienden esta última opción. En un momento en que la mayoría impide al presidente reducir la deuda estudiantil de los alumnos más pobres, no pensemos que el Tribunal Supremo recupera el prestigio de la clase en detrimento de la raza. Es su minoría la que encabeza ahora la carga contra los “herederos”, y ha sido Joe Biden quien ha asumido inmediatamente esta crítica.
El juez Thomas lo admite: “Nuestra sociedad no es, y nunca lo ha sido, ciega a la raza”. Por tanto, al abolir la discriminación positiva el Tribunal Supremo se está cegando ante el racismo de la sociedad. “Esto es una tragedia para todos nosotros”, replicó el juez Jackson, “no sólo para los negros y los hispanos, sino para la nación en su conjunto, que está viendo cómo la promesa de igualdad se aleja aún más”. ¿Ceguera racial o racismo? La sentencia del Tribunal Supremo forma parte de la historia de Estados Unidos. Sin embargo, esta cuestión no dejará de tocar a rebato también en Francia.
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Éric Fassin es profesor de Sociología en la Universidad de París-8 Vincennes-Saint-Denis y en el Instituto Universitario de Francia.
Este artículo se publicó originalmente en Le Monde.
El Tribunal Supremo de Estados Unidos acaba de prohibir todos los criterios de selección racial para acceder a las universidades. La sentencia ‘Students for Fair Admissions contra la Universidad de Carolina del Norte y contra Harvard’ pone fin a la discriminación positiva. En la era del Black Lives Matter, el...
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