En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
El jueves 3 de agosto comenzó un inédito alto el fuego de seis meses en la guerra que mantiene el ejército de Colombia con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Creada en 1964 e inspirada en la Teología de la Liberación y el marxismo, este grupo insurgente cuenta con unos 5.000 armados. Tras la firma de la paz con las FARC en 2016, si sigue adelante la negociación con el ELN, Colombia podría por fin dejar atrás los tiempos de guerra. Esa fecha la ha previsto el presidente Gustavo Petro para mayo de 2025.
Hemos hablado por correo electrónico con el jefe negociador del ELN, el comandante Pablo Beltrán, de 69 años. En la guerrilla desde 1970, lleva desde 1998 intentando buscar la paz con el gobierno de Colombia.
Algunos nos preguntamos cuál pudo ser la razón para que se firmara en 2016 la paz con las FARC y no pudiera ser con el ELN entonces.
Lo primero es que son procesos muy distintos. Nosotros hemos tenido acercamientos y diálogos con casi todos los gobiernos desde los años noventa del siglo pasado. Con ninguno de ellos fue posible avanzar mucho, porque todos han repetido la fórmula de la pacificación y lo que nosotros planteamos es una solución política al conflicto. Con Santos atravesamos primero un proceso muy cerrado, no público, al que se llamó diálogos exploratorios, en los cuales fuimos viendo qué voluntad existía y cómo íbamos a acordar una forma de diálogo, sabiendo que ellos iban nuevamente por la pacificación.
Entonces se construyeron procesos con bases muy diferentes. Por otro lado, las FARC fueron una organización muy diferente al ELN. Además de la forma, por cómo llegó cada uno al diálogo, donde también hubo bastantes diferencias.
Las partes negociadoras han anunciado un inédito cese al fuego de seis meses –“bilateral, nacional y temporal”– a partir del 3 de agosto. ¿Qué trascendencia puede tener para el proceso ?
El propósito de este cese al fuego es mejorar la situación humanitaria de las poblaciones y los territorios
Es muy significativo que sea la primera vez que el ELN acuerda un cese al fuego de estas características; antes, durante el proceso de diálogo con el presidente Santos, habíamos hecho un cese bilateral de 101 días con motivo de la visita del papa Francisco. Acordar un cese con las características que tiene este que arranca ahora es muy importante porque es un avance, un reto y un motivo de confianza para el proceso, pero fundamentalmente para el país.
En el punto 10 de los acuerdos de Cuba, firmados al finalizar el tercer ciclo, planteamos que el propósito de este cese al fuego es mejorar la situación humanitaria de las poblaciones y los territorios. Además de bajar la intensidad del conflicto, desarrollar acciones humanitarias y propiciar la participación de la sociedad en este proceso de construcción de paz. Entonces, el cese al fuego no solo es una prueba de que el proceso avanza sino un desarrollo de lo hasta ahora trabajado, y las intenciones para lograr los objetivos propuestos. No es un punto de llegada sino parte de lo que hasta ahora se inicia para llegar a acuerdos que vinculen y afecten positivamente a la sociedad.
Se ha informado de que los mecanismos de monitoreo y verificación incluyen la participación de la ONU y la Iglesia católica. ¿Puede explicar mejor cómo se hará?
Sí, tanto la Iglesia católica como la ONU vienen desarrollando la figura de acompañantes permanentes dentro del proceso de la mesa. Para el desarrollo del cese al fuego se constituye un Mecanismo de Monitoreo y Verificación que será el encargado de revisar el cumplimiento del cese. Este mecanismo está conformado por delegados y delegadas de la ONU y de la Iglesia, que se encargarán de hacer los respectivos enlaces y verificaciones con las partes cuando exista alguna situación o incidente.
Si hay algún reporte de incidente o amenaza, se recoge en este mecanismo y se hace la confirmación o llamado a las partes. Todo ello también se ayudará con la Veeduría Social, que es un espacio integrado por organizaciones sociales de los territorios que ayudan en la observación y que serán llamados en caso de alguna situación imprevista.
De lo que se trata es de prevenir incidentes armados entre las partes, recoger y reportar la presencia o acciones que vayan contra el acuerdo de cese que pueda ocasionar cualquier actor armado.
La mesa de diálogo deja Cuba y continuará en Venezuela el 14 de agosto para el cuarto ciclo. ¿Qué se debe tratar en esta fase?
Una de las características particulares que hemos planteado como principio en esta mesa es que lo que se va acordando debe irse implementando, que es diferente a esperar a que todo esté acordado para implementarlo. Esto nos compromete, por ejemplo, con los alivios humanitarios que se acuerdan en la mesa y deben ponerse en marcha.
Este tercer ciclo marca un momento especial porque se inicia el proceso de participación de la sociedad. A la vez estará activo el Mecanismo de Monitoreo y Verificación. Esto genera ajustes en la dinámica que trae la mesa: en la práctica abarcará más y será cada vez más activa, por eso decíamos en Cuba que, a partir de ahora, la mesa no para.
Con esa medida y con esas nuevas dinámicas funcionando, creemos que urge atender y concretar acciones humanitarias que ayuden e impulsen aún más el propósito del cese que es justamente traer alivios a la población que ha vivido y vive la guerra. Y de la participación misma de la gente, para que plantee cuáles son los cambios que requiere el país.
“En mayo de 2025 cesa definitivamente la guerra de décadas entre ELN y el Estado”, ha augurado el presidente Gustavo Petro. ¿Qué piensa de esa afirmación?
Para que cese definitivamente la guerra en Colombia hay que atacar las causas que la generan. Esa es una premisa del ELN y esperamos que también lo sea de este proceso, hemos dicho que no nos centramos en las consecuencias de la guerra sino en las causas que la generan y que la han generado por siglos. Hasta ahora hemos trazado una ruta que es la agenda acordada en el Acuerdo de México. Recién iniciamos un camino que no va a ser sencillo de recorrer y que va a requerir mucha paciencia, pero sobre todo voluntad política. En la práctica estamos en un proceso muy diferente, que rompe esa vieja idea de la pacificación; nosotros proponemos la solución política al conflicto armado, social, político y económico, y para eso la participación de sociedad es fundamental y eso es lo que hemos agendado.
En concreto lo que dice el acuerdo es que la Participación, que tiene varias fases, se recoge en los tres primeros puntos de la agenda: participación de la sociedad en la construcción de la paz, democracia para la paz y transformaciones para la paz. Lo proyectado es que en mayo de 2025 esté terminando este tercer punto y entonces claro que tendremos un gran avance. Pero no sabemos si a esa fecha los demás temas estarán desarrollados, acordados e implementándose.
Para que cese definitivamente la guerra en Colombia hay que atacar las causas que la generan
Para hacernos una idea, ¿de cuántos guerrilleros estamos hablando que abandonarían las armas y cuánto territorio bajo control del ELN?
Los medios últimamente hacen esa pregunta reiteradamente, los institutos y organizaciones especializadas en el conflicto colombiano nos ponen cinco mil hombres y mujeres en armas. Algunos dicen que somos incontables por el arraigo social y por las compañeras y compañeros que hacen trabajo político clandestino. Nosotros nos quedamos con esos números.
El ELN es una organización guerrillera que lleva levantada en armas desde 1964, y que lucha por la justicia social y los derechos de los más débiles. ¿Cree que esta firma de paz supone un avance en estas reivindicaciones?
Lo que pasa es que para lograr la paz tenemos que hacer cambios profundos en el modelo capitalista y sus modalidades aplicadas en Colombia. Y eso supone que habremos avanzado en soberanía y autodeterminación como país frente a las potencias extranjeras como son los Estados Unidos. Significa también avanzar hacia la equidad y la justicia social, un modelo económico que redistribuya la riqueza y en el que no haya pobres cada vez más pobres y ricos cada vez más ricos a causa de la explotación sobre los primeros.
La Paz no es silenciar los fusiles, ni simplemente pasar a ocupar curules [escaños] o cargos en el Estado. La Paz es cambiar todo esto que está mal y que nos sumerge en el drama de la violencia como única forma. Entonces bajo este criterio, de que la paz son esas búsquedas que no se encuentran en el capitalismo, sí se avanza y se recogen las reivindicaciones históricas.
Si, como todos desean, se logra la firma definitiva de paz, ¿existen planes de participación política de la organización ELN, quizá con otro nombre, o de sus miembros?
En política estamos participando desde nuestra creación. Ahora bien, en términos de política institucional, electoral, como organización no estamos pensando en ello. El ELN tiene un amplio abanico de dinámicas de trabajo político que no tendrían que cambiar. Lo que sí debe cambiar es que para hacer una política diferente a la del viejo régimen haya que armarse. Entonces de lo que se trata es de sacar la violencia de la política.
Nosotros desarrollamos una herramienta muy importante que ha sido muy útil durante todos estos años, para el intercambio con las comunidades y construir con ellas. Lo llamamos TPO, Trabajo Político Organizativo, esto es construir con la gente y que las comunidades asuman sus propias formas de gobernarse y de vivir. Esto es lo que seguramente el ELN mantendrá y seguirá haciendo.
El desarrollo de los acuerdos de paz con las FARC permite apreciar los posibles problemas a los que se podrían enfrentar ustedes una vez firmada la paz definitiva: seguridad para los desmovilizados, reparto de tierras y otras formas de reinserción, etc... ¿Les preocupa esa cuestión? ¿cómo pretenden afrontarla?
No, porque en eso también el proceso que nosotros estamos planteando es distinto. El tema de las armas del ELN no es un punto de discusión por sí mismo y menos aún un condicionante. Nosotros no hemos hablado de dejar y mucho menos entregar las armas, por ahora. Lo que hay es un punto donde, de acuerdo a cómo vaya el proceso y llegados hasta ahí, discutiríamos qué hacer con las armas del ELN. Y como lo que hemos dicho es que los acuerdos se van implementando, pues tendría que haber un escenario bien diferente y con dinámicas de cambio ya andando.
Nosotros no hemos hablado de dejar y mucho menos entregar las armas, por ahora
Otro problema que hemos visto tras las firma de paz con las FARC es la creación de un grupo disidente que ha vuelto a las armas. ¿Podría suceder eso en su organización?
El presente de la organización es de unidad en todos sus frentes. Este proceso de paz, si lo contamos sólo desde el Gobierno de Santos, tiene ya nueve años, de los cuales cuatro años nos dejaron sembrados en Cuba. Esto para decir que, con todo y la perfidia del gobierno anterior, con los incumplimientos que ha habido, la colusión del ejército y los paramilitares, podríamos encontrar muchas razones para no creer y no apostar por la paz. Y que alguno de nuestros frentes así lo planteara. Sin embargo, tenemos la certeza de estar unidos como organización. Y esto se da justamente porque hay discusión en nuestro interior, hay posturas y debate pero también hay consenso y sentido de cuerpo en el que las partes se saben como parte de un todo. Esa articulación y construcción es la que nos permite decir que, en lo que respecta al ELN, lo que se compromete lo cumple.
Hablemos de los países que han participado en esta negociación que comenzó con Cuba, Noruega y Venezuela como países garantes. Como parte de sus primeros acuerdos, la mesa de diálogo invitó a Brasil, Chile y México para sumarse como garantes, mientras que Alemania, Suecia, Suiza y España serán países acompañantes. Las partes también contemplan que Estados Unidos eventualmente pueda tener un enviado especial a la mesa, y la vicepresidenta Francia Márquez invitó a Sudáfrica a sumarse a los países garantes en su visita al país africano. ¿Cuál es su opinión del papel jugado por cada uno de esos países?
El apoyo internacional ha sido muy importante. Es un soporte que le da más confianza al proceso porque lo rodea y apoya. Muy destacado es el papel de Cuba; al pueblo y al Gobierno cubanos les tenemos mucha gratitud, nos alojaron los cuatro años que el Gobierno de Iván Duque desconoció la mesa y los protocolos de Estado. Soportaron la presión y volvieron a recibir más sanciones por mantenerse firmes en los acuerdos y no entregar la delegación del ELN. También el papel de Venezuela es importantísimo, nos ha ofrecido su hospitalidad y solidaridad. México, Chile y Brasil, los primeros retoman el acompañamiento y Brasil se sumó ahora con la llegada de Lula al Gobierno. Y está el Reino de Noruega que ha mantenido el interés en apoyar esta mesa de Diálogos. Con los demás países se tienen dinámicas más puntuales en su papel de acompañantes, han mostrado alto interés en apoyar e impulsar.
¿Y sobre el papel de España?
Hace poco se conoció que en la visita del presidente Gustavo Petro, el presidente de España, Pedro Sanchez, ofreció apoyo económico para financiar las dinámicas del proceso. Sería interesante ver cómo se asumen desde la presidencia del Consejo de la Unión Europea estas dinámicas de solución política, entendiendo que los Estados Unidos no las ven con buenos ojos.
El jueves 3 de agosto comenzó un inédito alto el fuego de seis meses en la guerra que mantiene el ejército de Colombia con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Creada en 1964 e inspirada en la Teología de la Liberación y el marxismo, este grupo insurgente cuenta con unos 5.000 armados. Tras la...
Autor >
Pascual Serrano
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí