Esta mañana nos despertábamos con una tristísima noticia: la cantante María Jiménez ha fallecido durante la madrugada. La legendaria intérprete del ‘Se acabó’, lema que ahora ha inspirado a una nueva generación de mujeres para seguir luchando por sus derechos, sufrió maltrato físico y psicológico por parte del que fuera su marido, el actor Pepe Sancho, fallecido en 2013. Además de las numerosas palizas y vejaciones, Jiménez relató también en múltiples entrevistas el control económico al que Sancho la sometía, así como los intentos del actor para manipular al hijo de ambos y ponerlo en contra de su madre, un tipo de violencia que hoy conocemos como vicaria.

El cambio de paradigma en torno a la violencia de género que ha propiciado el movimiento feminista permite reconocer y poner nombre a lo que María Jiménez tuvo que sufrir, pero esto no ha impedido que algunas publicaciones de la prensa rosa, la anarosa e incluso la televisión pública y medios considerados serios estén hoy hablando de “relación tortuosa”, “gran historia de amor”, “fatídica relación”, “peleas” o “celos”, generando la impresión, una vez más, de que la culpa se repartía a partes iguales y retrotrayéndonos a la oscura época, que la ultraderecha quiere traer de vuelta, en la que la violencia se ocultaba bajo el nombre de “crimen pasional” o simplemente “una riña de pareja”.

Como ella misma dijo con su lucidez habitual, “quiéreme menos, pero quiéreme mejor”. El mejor homenaje que podemos hacerle hoy a María Jiménez es seguir luchando para que la violencia de género se llame por su nombre y las víctimas del machismo no tengan que pasar por el habitual calvario judicial y la reprobación social para poder llevar una vida plena, feliz y en paz.

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